LA
SALIDA
Me han
dicho que después del accidente he estado en coma dos años. Hoy me han dado el
alta. El equipo que me atendía se ha pasado más de un mes preparándome para lo
que me iba a encontrar a la salida. Como cada día mi mente trabajaba mejor,
encontraba en sus palabras un exceso de inquietud al quererme hacer comprender
lo mucho que había cambiado el mundo exterior. Me preocupaba un poco ese celo
por no dejarme ver a mi familia. Pensaba en un desastre nuclear, un meteorito,..Cualquier
situación horrible a la que hubiera tenido que enfrentarse la humanidad en
estos dos años. Pero nunca podría igualarse a lo que mi mente creó durante ese
periodo en el que dejó de proyectarse hacia el exterior pero, para mi martirio,
siguió creando imágenes, situaciones, algunas veces terribles, un mundo real en
el que el que estás inmersa y lo asumes como verdadero.
¡Qué
equivocada estaba! Mi mente no se quedo conmigo o solo se quedo una pequeña
parte, la que servía para mantenerme viva. La otra entró en el mundo como un
ente sin cuerpo transmitiéndome lo que veía, las situaciones, el horror que,
como un pulpo de millones de patas, iba introduciéndose en las personas hasta
anularlas.
Sentí el
terror de muchos ancianos solos, abandonados a su suerte, sin contacto con
nadie, ni siquiera con sus cuidadores. Médicos que caían en la desesperación al
no poder protegerse lo suficiente para hacer bien su trabajo y que, sin embargo,
seguían. Cadáveres que no tenían sitio donde ir, algunos sin identificar a los
que ya no se les daba el estatus de personas fallecidas sino simplemente
cuerpos que había que quitar de en medio cuanto antes. Familiares que buscaban
por todas las morgues, rodeados de ataúdes. Calles vacías, niños sin escuela,
comercios cerrados. Políticos hablando como científicos y científicos comprados
por los políticos.
Cuando
salí por fin a la calle, la situación no parecía tan grave. Coches circulando,
arboles con hojas marones de otoño, niños que salían del colegio. Pero pronto
me di cuenta de que lo que captaban mis sentidos era cualquier cosa menos
humano. Ni besos, ni abrazos, ni siquiera un pequeño roce. Nos habían privado
de la sonrisa, poniéndonos una máscara, la sonrisa, que es exclusivamente
humana. Todo era igual que lo que yo veía, y suponía imágenes de una mente enferma, pero para mi
desgracia ahora todo es real y lo voy a tener que pasar de nuevo, todo se está
prolongando en el tiempo.¿ Hasta cuándo, Dios mío?