jueves, 15 de diciembre de 2022

CUENTO DE nAVIDAD 2022

 

CUENTO DE NAVIDAD  2022

 

La anciana se sentó a contemplar el pequeño Belén que acababa de colocar, como  estos últimos años, encima de la mesa de camilla. Se fatigaba demasiado, ya no podía usar la habitación entera para que todo quedara perfecto y no faltara el gran Nacimiento, el mercado, en la alta colina el palacio de Herodes, el desierto con sus jaimas y muchos personajes moviéndose, dando la impresión de estar vivo.

Los recuerdos se agolparon en su ya debilitada memoria. Una niña miraba extasiada las manos  de su abuelo mientras este moldeaba el último pastorcillo que iban a poner en el pequeño Belén, eran los años oscuros de la posguerra, no había muchas cosas por las que alegrarse, por eso había decidido hacerlo, para encontrar una sonrisa en la cara de la pequeña.

Se acercaron a un barrio de la ciudad donde el capataz de una fábrica de ladrillos les había prometido un poco de arcilla para hacer las figuritas. El ultimo pastorcillo  estaba a medio hacer, no quedaba más material y la niña dijo que lo pusieran sin piernas entre la paja, que también les habían dado en la fábrica y así no se notaría.

Esa tarde los pintaron con algunos colores sobrantes de un amigo del abuelo que se ganaba la vida haciendo acuarelas y dibujos en una plaza y subastándolos luego entre el público presente.

La niña tenía cuatro años, ese era su primer Belén y pensó que no había otro más bonito en el mundo.

Paso el tiempo y ella seguía poniendo su Nacimiento de arcilla, algunas figuras que se habían roto, su madre las había pegado con miga de pan húmeda. Así sobrevivieron muchos años.

El escenario iba aumentando en figuritas, papel de plata, el que venía con los chocolates, papel de estraza, que ella pintaba de verde o de azul según sirviera para el suelo o el cielo, a este le pegaba estrellas plateadas.

En un portal cerca de su casa, una anciana vendía en verano palmas de jazmines y en invierno el negocio se transformaba en pastores, ovejas, El Niño Jesús, La Virgen, San José etc...Y sobre todo la castañera, esa figurita nunca faltaba,  como era la más cara, los niños tenían que juntar más monedas y el que la conseguía ya podía presumir de tener un Belén de lujo.

Eso hacia también la niña, guardando lo que le daban por  los recados y así poco a poco fue ampliándolo, pero siempre ponía las figuritas de arcilla, para ella la magia de la Navidad estaba en las manos de su abuelo.

Cuando se hizo mayor, siguió con su afición por los belenes llegando a pertenecer a la Asociación Belenística Nacional. Era requerida por los mejores establecimientos de su ciudad y las iglesias se la disputaban para esa decoración navideña. Cuando la contrataban solo ponía una condición: poner una figurita de las que le hizo su abuelo, esas que estaban pegadas con miga de pan.

Llegó un día en que no tuvo suficientes, buscó arcilla, ahora era más fácil, ella las modelaba  y pintaba con tal imaginación y buen gusto, que pronto fueron famosas, tenían algo antiguo que gustaba. Fue un gran éxito.

Creó su empresa a la que le puso el nombre de su abuelo y así seguiría contribuyendo todos los años a que la magia de la Navidad no se apagase.

La anciana sonrió mirando su querido Belén con las figuras que hacia tanto tiempo habían modelado las manos de su abuelo.

 

 

 

jueves, 8 de diciembre de 2022

INCIDENTE EN EL zOO

 

INCIDENTE EN EL ZOO

 

NOTICIA DEL DIARIO NOVEDADES

 

Esta mañana cuando empezaban a llegar los trabajadores al nuevo Zoo, cuya inauguración era hoy, se ha encontrado el cadáver de un hombre con una expresión de terror como si hubiera estado en el mismísimo infierno.

Y que lo digan. El que habla ahora soy yo, Manolo el “mañicas”,  un raterillo de poca monta que nunca tuvo suerte en la vida y mira por donde voy a ser famoso con mi muerte.

Todo lo referente al Zoo era un secreto, nadie sabía qué tramaban dentro, pero la ciudad estaba contenta pues atraería a muchos turistas. Los animales enjaulados y tristes son una poderosa llamada.

Pues pasó que cuando oscurecía me colé por una trampilla medio oculta en la alta valla que impedía ver el interior. Allí tenía que haber material del bueno para venderle a mi compadre y sacarme unos euros. Se acerca la Navidad y en mi casa estamos a dos velas en el verdadero sentido de la palabra.

Ya estaba dentro, la oscuridad era total, encendí mi linterna y lo que alcanzaba a ver ¡¡Estaba todo vacio!! Pero qué engaño era este? ¿Donde estaban las jaulas? ¿Dónde los animales? Seguro que los tendrían en algunos corrales sacándolos en el momento de la inauguración para que el impacto fuera mayor. Eso pensaba yo.

Pasé un buen rato dando vueltas, ya me iba cuando con gran estruendo oí echar los cerrojos, asustado corrí hacia la trampilla y también estaba sellada. Y ahí comenzó el infierno.

Luces que se encendían y se apagaban, sonidos de animales cada vez más cerca de mí. El suelo se transformó en algo pastoso por el que sentí deslizarse serpientes, las iluminaba con mi linterna y aparecían más. Salí corriendo de allí y tropecé con una tela de araña cuyos habitantes, molestos por el golpe, se apropiaron de todo mi cuerpo, eran asquerosas, no podía quitármelas de encima. De mi boca ya no salían gritos de socorro sino alaridos de terror. Me arrastraba por el suelo cuando un rugido espantoso sonó cerca de mi oído, eran varios leones que me rodeaban. Me quedé muy quieto, como dicen en las películas y pasaron por mi lado sin rozarme siquiera. Mi corazón iba ya a mil por hora tenía que encontrar la salida. Corrí y en mi aturdimiento caí a un lago, aquello parecía agua pero no lo era, me atrapaba, fui hundiéndome hasta que mis pies tropezaron con una cosa dura que se movía con rapidez, tenía delante de mí un cocodrilo enorme, abrió la boca y ya me sentía triturado por esos enormes dientes, cuando, sin motivo, la cerró y desapareció. Para entonces ya no era una persona sino una piltrafa humana.

De pronto una voz que parecía de ultratumba dijo: ¿No tienes aun bastante? Pues esto no es nada, prepárate para lo peor que te puedas imaginar.

Mi imaginación era muy grande. Un terror inmenso me impedía pensar, entonces algo cayó sobre mí que me hizo perder el sentido y ya no volví a despertar.

 No quiero irme del todo sin saber que pasó en realidad. Sigo leyendo la noticia y descubro que yo tenía razón, allí no había nada.

Esa noche estaban haciendo las últimas pruebas del novedoso Zoo virtual en el que siente el mismo terror que si estuvieras rodeado y te fueran a atacar animales reales, eso decía la publicidad,

Me voy con tristeza sabiendo que soy un mártir de  “Las avanzadas tecnologías” que a mí tanto me gustaban.

 

viernes, 18 de noviembre de 2022

LA CORBATA

 

LA CORBATA

 

Él era ingenioso, con un gusto exquisito y  le encantaban los regalos sorpresa.

No le importaba pasarse una tarde en los grandes almacenes hasta encontrar aquel detalle que sobresaliera de los demás y que me provocaría un ¡¡OH!! Iluminando mi sonrisa y premiándole con un gran abrazo.

Son ya muchos años juntos y en pocas cosas teníamos opiniones distintas, pero en cuestión de regalos éramos la noche y el día. Los dos temíamos la llegada de los aniversarios, cumpleaños, Navidades etc. El por lo que tenía que fingir y yo por tener que pasarme  una tarde buscando algo que no encontraría, produciéndome un terrible dolor de cabeza y no digamos de pies.

Allí, en los grandes almacenes me encontraba esa tarde, con un gran mareo, después de haber dado varias vueltas, yo creo que por el mismo sitio, pues mi sentido de la orientación tampoco es para “tirar cohetes”. De pronto lo vi, un maniquí con una corbata que me llamó la atención, ahora que lo pienso no sé si lo que me gustó fue la corbata o el portador de ella. El caso es que la compré.

Llegó la fecha y como siempre nos juntamos toda la familia. Yo lo veía feliz, destapando regalos que habían sido de su agrado. Cuando llegó mi turno pensaba que esta vez si había acertado. Lo abracé y le di mi regalo. Quedé a la expectativa mirando su expresión y con una sonrisa me dijo: Es bonita ¿Pero la puedo cambiar?

¡Me quedé noqueada! Era como si me hubiera golpeado el campeón de los pesos pesados. Pensé en la tarde perdida, el dolor de cabeza, la gente hablando sin parar…

Cogí una rabieta  grandísima, mis hijos no me reconocían ¡Yo siempre tan comedida!

__Pues este va a ser el último regalo que te haga, le dije y salí  hecha una furia de la habitación.

La siguiente celebración estaba cercana y ya se me había pasado el enfado pero no quería dar mi brazo a torcer. Una tarde que había quedado con mi hija le propuse darle el dinero y que ella comprara mi regalo para su padre, eso sí, manteniéndolo en secreto. Le encantó la idea, es igual que él, se puede pasar una tarde entera, no comprar nada y salir tan feliz diciendo que solo había ido “a ver”.

Por supuesto el regalo fue un éxito, pero con el guiño y el abrazo me demostró que lo sabía. A partir de entonces lo hacemos así, los tres lo sabemos y los tres salimos ganando. El no tiene que fingir más acumulando cosas que no le gustan, ella se pasa una tarde de compras con mi dinero y yo… yo soy la mujer más feliz del mundo sabiendo que el regalo le va a gustar y sin pasar el martirio de una tarde en los Grandes Almacenes.

 

jueves, 17 de noviembre de 2022

El ultimo regalo

 

EL ÚLTIMO REGALO           

 

¡¡No me lo podía creer!! Toda la vida buscando la clave para poder abrir la caja de metal rojo brillante que me dio mi abuelo al sentir que su fin estaba próximo,  dijo que la tendría que encontrar a lo largo de mi vida, si sabia rodearme de las personas adecuadas. Entonces tenía 7 años y he pasado 50 buscándola.

Al principio era una obsesión, un mandato de la persona a la que quería y estaba muy unido, pero con los años se convirtió en un pasatiempo. En mis ratos libres recordaba sus aficiones, sus consejos, sus amigos, que eran muchos, pero sobre todo su bonhomía, su bondad de hombre empático y justo.

Un día me dijo: Las buenas personas que encuentres en tu vida, te darán la pista para llegar a la clave, debes rodearte de ellas y comparte el regalo que es poder despertarte cada día disfrutando de los placeres sencillos que la vida te ofrece.

Tantos años buscándola y siempre la había tenido delante de mis ojos. En una esquina de su foto había un corazón dibujado y debajo la palabra AMOR. Nunca le di importancia, pensaba que sería una dedicatoria a mi abuela, pero al teclearla en las letras de la caja saltó el pestillo. En el fondo había un papel doblado. ¿Qué mensaje, que ultimo consejo me habría dejado? ¿Sería válido en un mundo tan distinto al suyo?

Quería disfrutar del momento, con una calma tensa lo abrí, reconocí las letras de mi abuelo que bailaban ante mis ojos ayudadas por las lagrimas que no dejaban de caer.

El mensaje no podía ser más sencillo: Querido nieto, si al final has encontrado la palabra AMOR, es porque él ha anidado en tu corazón. Espero que hayas sido feliz. En esa palabra cabe toda una vida. No lo olvides nunca.

Te quiere tu abuelo

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viernes, 11 de noviembre de 2022

Elegir un camino

 

ELEGIR UN CAMINO

 

Hoy lo he vuelto a ver después de tantos años. Nos encontramos por casualidad, tomamos un café y charlamos añorando nuestro amor de juventud.

Yo elegí y ahora estoy sentada en una vieja silla, intentando que desaparezcan esos recuerdos. A mí alrededor solo veo miseria, soledad y tristeza.

La alfombra en la que descansan mis pies debió ser bonita, ahora está ajada, rota, sucia. En el techo hay una claraboya por la que entra un poco de luz. Unos animalillos desagradables me miran muy quietos desde una esquina de la habitación.

El tiempo nos corroe, nos rompe, nos ultraja por dentro y por fuera ya seas una silla, una alfombra o una persona y a pesar de todo soy feliz. Ha habido zancadillas, traiciones que no han podido conmigo, he sabido devolver los golpes. Yo también he dejado por el camino girones de inocencia y  he defraudado a muchos que me querían.

A mi derecha hay una mesa negra con un viejo tapete de ganchillo y encima una rosa fragante, hermosa, se cree segura y triunfadora de su entorno y no sabe que mañana sus pétalos decorarán la vieja alfombra.

En estos momentos pienso en Raúl, en nuestro último encuentro. Al volver a verlo muchos recuerdos que estaban guardados en un lugar de mi memoria tras una gran puerta, para que no salgan en las horas bajas y me hagan pensar que me equivoqué al elegir, me han removido por dentro.

Miro hacia la puerta, no espero a nadie pero es una forma de prepararme para lo que va a venir.

Yo elegí, pero cuántas renuncias, cuánta tristeza para llegar a esta habitación de paredes sucias con fotografías antiguas de personas que no conozco y que serán mis compañeros durante unas horas.

Ya noto las mariposas en el estómago, van a subir el telón y comenzará por enésima vez la obra que me ha dado fama.

Las luces de la sala están apagadas y sobre mí se derrama un potente foco que viene de la claraboya. El silencio es total, impresionante. Dejo de ser yo para entrar en la piel del personaje y dentro de dos horas  me la quitaré para dejarla con cariño en un perchero, como si de un viejo amigo se tratase.

Renuncié a mi amor de juventud y a cambio he vivido muchas vidas entre palabras y versos.

Al ver a Raúl se agolparon los recuerdos y me emocioné pensando qué hubiera pasado si recorro el otro camino. Pero al terminar la función y sonar los aplausos, éstos me convencieron de que escogí el camino correcto.

jueves, 27 de octubre de 2022

UNA MENTIRA PIADOSA

 

UNA MENTIRA PIADOSA

 

Julián se despertó sin dientes. ¿Que como lo supo? Todos los días ante de levantarse cogía una galleta crujiente que dejaba por las noches en la mesilla y esa mañana no pudo “hincarle el diente”. Asustado se tocaba con la lengua y solo encontraba  encías, carne y saliva. ¿Dónde estaban sus preciosos dientes? Se los había hecho un dentista amigo, por eso del ahorro, y durante el tiempo de pandemia, tapadera en la boca, había ido quitándose los pocos que le quedaban. Le habían costado todos sus ahorros, pero el gasto había valido la pena.

Se miraba al espejo sonriendo y de sus dientes salían estrellas como en ese anuncio de dentífrico ¡Que envidia le tenía a la gente joven! Esos dientes de marfil, parejos, brillantes, una maravilla.

Llevaba casi un mes con su preciado tesoro  y ahora no estaba  ni en su boca (algunas veces olvidaba quitársela) ni en su estuche. Pero ¿Y el estuche? Tampoco estaba.

__Me han robado esta noche!! ¡Me han robado! Alexa ¿Para qué sirves? Eres un trasto inútil.

Alexa salió de su zona de confort y con una voz bastante humana dijo:

__¿Que te pasa Julián querido? Tranquilizate.¿Que se te ha perdido esta mañana?

---Mis dientes nuevos, pedazo de metal con pilas, búscala, pregunta por ahí, haz lo que sea para encontrarla. ¿No estás aquí para ayudarme? Pues esto es lo que necesito ahora.

___Mi pobre amigo, todas las mañanas pierdes algo, unas veces lo encuentras y otras no. Esos dientes de los que estabas tan orgulloso y no parabas de hablar de ellos, tanto que sin que lo notaras me desconectaba de vez en cuando, no existen. Hace tiempo que se te cayó el último y no tienes ahorros para costearlos. Todo es producto de tu imaginación.

¿Me estás diciendo que no me dejas ni siquiera la ilusión de tener una bonita dentadura en la vejez? ¿ Que trabajo te costaba, pedazo de metal sin corazón, decirme una mentira piadosa?

___Yo no sé mentir.

___Inútil, aquí ha estado mintiendo hasta el narrador. Una mentira no es tan diferente de la verdad, puede que sea una realidad ocurrida en otra dimensión. (Eso lo dijo no sé quién) Durante el tiempo que creía haberlos tenido fui feliz. ¿Que trabajo te costaba?  Mañana mismo te llevo a que te programen de nuevo  y seas capaz de decir algunas mentiras piadosas.

 

 

jueves, 20 de octubre de 2022

EL ESPEJO DE ALICIA

 

EL ESPEJO DE ALICIA

 

He atravesado el espejo, he intentado saber qué había detrás de esa mujer taciturna con tristeza en los ojos y sonrisa en los labios. Detrás de ese rostro no hay nada, solo vacio, sueños sin cumplir y frustración.

Hoy he tirado la toalla, le sonrío y me sonríe, ella sabe porqué lo hago, quiero ver a la joven que con una sonrisa cautivaba el mundo, pero solo me devuelve una fría mueca.

Pienso que no es para tanto. En mi vida también ha habido momentos buenos pero, ¿Por qué no me acuerdo de ellos? ¿Es que tengo un Alzheimer selectivo?

La odio, me devuelve la imagen de cómo soy y no quiero verla pero siempre la tengo delante y busco en ella esa arruga nueva, la disimulada cana, el rictus amargo que se le hace alrededor de la boca por la incipiente flacidez de los músculos. Pienso que tengo que cambiar el gesto, más alegre (hacia arriba) o más tristeza (hacia abajo). Me paso horas mirándola. Después del accidente que me tiene postrada en cama ella es mi única compañía en la que descargo todo mi mal humor y mi amargura.

El espejo es grande y esta delante de una ventana. Hoy lo intentare, intentare pasar a través del espejo llevándomelo conmigo, para que en el suelo de la calle encuentren las dos sonrisas.

 

viernes, 23 de septiembre de 2022

 

RELATO GANADOR DEL CONCURSO “CARTHAGINESES Y ROMANOS 2022”

 

GLADIUS HISPANIENSE

Soy un instrumento para matar aunque el que me porta en la mano es el que dirige mis actos, espada corta llamada gladio que se lleva en bandolera sobre el costado derecho.

Al contarles mi historia encontraran en ella momentos, situaciones de la segunda guerra de Roma con Cartago en la que tuve el honor de intervenir hasta llegar a la ciudad de Cartago Nova en cuyo museo me encuentro hace ya muchos años.

Les voy a hablar con palabras de hoy que he ido aprendiendo de los visitantes pues no he oído hablar a ninguno en latín, no ya el culto, si no el de las legiones que fue  nuestra herencia a los países conquistados.

La verdad es que soy una copia de otra más antigua de punta roma que usaban las tribus de la antigua Hispania, con el tiempo fue cambiando hasta convertirse  en una espada más ancha de doble filo y punta triangular llamada Gladio Hispaniense.

Cesar en la Galia, fue el primero que se dio cuenta de esta magnífica arma y equipó a las legiones con ella. También se uso cuando en Hispania lucharon contra los infantes de Aníbal, estos la habían hecho suya hacia tiempo. Paraban los ataques de una espada más larga con el escudo y con la gladio en la otra mano pinchaban. Solo necesitaban dos movimientos adelante y atrás. Fuimos un gran avance para las tropas de infantería y las que más muertes causamos en ese periodo.

Salí de la forja en un lugar agradable cerca de Roma, allí habían instalado muchos hornos para que la producción fuese masiva ya que los rumores de una nueva guerra  con Cartago se extendían por todos los rincones del imperio.

No lejos había bosquecillos, riachuelos, se sentía paz. Los pájaros acompañaban y dulcificaban un poco los ensordecedores golpes del martillo contra el hierro al rojo.

A un grupo numeroso nos llevaron a un campo de entrenamiento para gladiadores. Ellos son expertos en saber si un arma está lista o hay que mejorarla. Pasamos allí un tiempo. ¡Como relucía! Buenos filos por ambos lados, buena punta pero sobre todo el puño distinto de todos los demás, de nácar con el águila de Roma tallada. Eso significaba un mejor destino para mí, seria para algún centurión o más importante aún, me hice ilusiones de que luciría en el costado de Escipión, pero no llegue tan alto.

Nos guardaban en unos almacenes bien custodiados, pero como en toda vigilancia hay fallos, en este caso consistió en unas cuantas monedas. Una noche nos trasladaron a un grupo en un carro tapado con sacos y con mucho misterio, pero los ladrones no ataron bien los bultos con las prisas y algunos caímos por los caminos. Ahí quedé yo sobre el polvo y pisoteado por animales y humanos que pasaban. Uno de ellos se fijó en mí al sortear una boñiga del carro que iba delante.

¡No se lo podía creer! Para un pobre carretero yo era todo un tesoro, me escondió entre los pliegues de su pobre manto hasta llegar a una posada ¡Que bajo caí en esa época!¡Fue una de las peores de mi vida! Servía de moneda de cambio en las mesas de dados y así fui rodando con mi puño tallado en marfil y mi águila. Todos querían ganar algo conmigo y deshacerse de mí cuanto antes. Era una compañera de viaje muy comprometedora.

Ese tiempo acabó cuando un mozo grande, alto y recio pero con pocas entendederas que me llevaba en su costado como un triunfo ganado en la mesa de juego, tuvo que salir huyendo después de un fallido lance amoroso y se alistó en las legiones que iban a luchar en Hispania al mando del general Escipión, un experto usando la gladio.

Llegamos a una ciudad grande llamada Tarraco, amiga de Roma. La escusa para atacar Hispania era defender o vengar, si ya no había remedio, a Sagunto otra ciudad amiga de Roma atacada por Cartago, que estaba situada más abajo del rio Iber, frontera que los cartagineses no debían haber cruzado.

Por estos territorios me inicié en la lucha, allí perdí mi “virginidad “penetrando con saña en el costado de un hombre.

Superamos Sagunto y emprendimos marchas agotadoras  para llegar a Cartago Nova, principal posesión cartaginesa, ahora desguarnecida por la marcha de Aníbal a Roma.

Era molesto el golpe acompasado que daba en la pierna del legionario, pero más tenía que serlo para él.

Una noche alrededor del fuego, llamé la atención de un legatus, me cogió y después de observarme largo rato llego a la conclusión de que había sido robada, mi dueño tuvo que defenderse mucho y bien pues solo recibió una paliza y cambiar de gladio. Esa noche pasé al costado del legatus. No lucia igual, por mucho brillo que me sacaran los esclavos porque mi nuevo amo era bajo, rechoncho y con poco aire marcial, pero yo había ascendido de categoría.

Mi legión fue llamada por Cayo Lelio, que mandaba la flota romana, para integrarse en las que iban a atacar Cartago Nova por la parte más difícil, la muralla.

El ataque estaba muy bien planeado para distraer la atención de las puertas traseras que daban a una laguna de poca profundidad y bastante desguarnecida. Fue una verdadera carnicería, esas muralla eran casi inexpugnables.

Mi legatus no era muy ágil, cayó en el primer asalto y yo con él. Entre todo el tumulto de hombres y armas que iban cayendo quedé enterrada en la arena.

Siglos después me encontraron sucia y oxidada. Con mucho cariño y dedicación me restauraron devolviéndome, casi, el esplendor de mis primeros días. Desde entonces estoy aquí, en el museo contenta y feliz porque esta ciudad, verdaderamente valora el legado de roma. ¡Que así sea por muchos siglos!

 

 

 

 

lunes, 5 de septiembre de 2022

LA CITA

 

LA CITA

El otoño se dejaba notar aunque agosto aún no había terminado. Un otoño tramposo de quiero y no quiero, de nubes espesas y oscuras que no dejaban escapar ni una gota y que solo servían para atemorizar con lo que se suponía que iba a venir. Tenía prisa ese otoño. En la montaña los inviernos eran largos y no tuvo piedad. Allí estaba y seguiría allí luchando contra un verano desvaído y casi vencido que no parecía poner mucha resistencia.

“Pensaba encontrar mejor tiempo” se dijo mientras ascendía a la cabaña. Era el ritual de todos los años por estas fechas. Su amor vivía todo el año de esos recuerdos, las excursiones, las palabras de amor sencillas y tiernas. Como dijo el poeta, las promesas. “El próximo otoño ya no nos separaremos”.

Le faltaba el aire. Cada año tenía que hacer más paradas para poder llegar  y, aunque su salud se resentía, no quería ser él quien rompiera la tradición y el hechizo de esos días mágicos.

Por fin llegó. Se sentó en el banco de troncos que hizo en la entrada para ella y mientras le volvía el aliento y los latidos de su corazón se acompasaban, estuvo contemplando el paisaje.

El primer día que lo vieron se enamoraron de él. Fue una suerte perderse en la excursión del hotel, de otra forma nunca lo hubieran encontrado. Las nubes bajas, oscuras, cubriendo de gris los pinos, abetos y cipreses, el sendero que desaparecía entre la alta hierba. Allí estaban solos. Su amor no tenía más fronteras que las nubes y el bosque.

Entró en la cabaña, ella no había llegado aún. Se despojó de la pesada mochila y empezó a preparar la chimenea. Todos los años dejaban un buen acopio de leña. Tendidos en la alfombra, sin más luz que la del fuego y sin más sonido que el crepitar de la madera, los besos eran más intensos, las caricias más profundas y el amor llegaba a niveles no conseguidos nunca.

Se estaba haciendo tarde y ella no venía. Hacía años que no podían comunicarse pero nunca faltaba a la cita que habían acordado en una de las tardes odiosas de hospital, donde intentaban quitar lo oscuro que se había apoderado de su cuerpo.

Se asomó a la ventana nervioso. Esas citas eran su alimento de meses. Sus hijos no lo entendían. “Eres muy mayor para subir solo a la cabaña”, decían. Solo. ¡Qué  tontería! Siempre estaba ella allí. Llegaba antes, preparaba la cena para él y se sentaba en la butaca frente a él, mirándolo con todo el amor que la vida le había dejado dar.

Se tumbó en la alfombra a esperarla mirando las llamas con la ansiedad del que sabe tener la felicidad al alcance de la mano.

De pronto  todo cambió. Desapareció la cabaña, el fuego, la alfombra y se encontró en un lugar luminoso, de perfiles poco definidos. Olía a albahaca, a jazmín, a rosas. No había sonidos ni aire, solo paz.

La vio venir de lejos. La reconocería siempre, los años no pasaban por ella ¿Pero ella se acordaría de él? Su cuerpo había envejecido hasta encontrarlo irreconocible ante el espejo.

Al llegar le cogió las manos y mirándolo dulcemente le dijo ¡Cuánto me has hecho esperar amor mío!

Aunque tardó, cumplieron su promesa y a partir de ese otoño ya no se separaron nunca.

 

 

 

viernes, 26 de agosto de 2022

LA CASA DE LOS HIBISCOS

 Al fin me he decidido. No estaba este año con buen ánimo para viajar pero el aburrimiento pudo más. Cogí maleta y coche y salí sin rumbo, pero siempre al sur. Otros años necesitaba el calor, el sol, las calles llenas de gente, noches interminables en las que ver amanecer es lo normal, pero en este momento mi estado de ánimo me pedía otra cosa: paseos y tranquilidad para reponerme espiritualmente del gran fracaso de mi vida. No lo conseguí adentrándome en el bullicio, el ruido y la gente. Ahora lo intentaría con el silencio y la mirada interior, intentando comprenderme y llegar al fondo del daño que había supuesto ese fracaso.

Siempre he querido ser escritora, pero el tiempo me ha ido pasando por encima sin conseguirlo. Nunca encontré un editor  que estuviera dispuesto a publicar mis relatos arriesgándose por mí.

En el bolso siempre llevo material para escribir. No sabes dónde va a saltar la chispa que iluminará una historia ¡He desechado tantas! Siempre pensaba que la siguiente sería mejor.

Lo cierto es que voy buscando historias que entretengan mi soledad. Con el paso de los años ya no deseo tanto ser una importante escritora. Jubilada de mi verdadera profesión en la que siempre me sentí como una intrusa, pasé mucho tiempo haciendo lo que no me gustaba, siempre esperando algo mejor. No he sabido disfrutar el presente.

Desde que emprendí estos viajes me encuentro más serena, me he perdonado y procuro disfrutar de cada momento.

Estoy en un pueblecito del sur, en la sierra, un pueblo blanco, poca gente, tranquilidad, silencio, paseos mañaneros bolígrafo en” ristre”. Las casas son de una sola planta con jardín, por cuyas verjas asoman macizos de flores. Cuando las miro veo las tapas de un libro cerrado en las que dentro estará la historia. Algunas están cuidadas, son casas felices. Otras se encuentran abandonadas por problemas o desidia. Son casas tristes y en las páginas de su libro solo hay historias problemáticas, reflejo de las personas que viven en ellas.

Nunca había llegado al final de esta calle y lo que me llamó la atención de ella fue la cantidad de hibiscos grandes como arboles, llenos de flores y que sobresalían de la celosía. Era un espectáculo magnifico. Las había rojas, fucsia, rosas, de hojas dobles, tan grandes que parecían dalias. Enredados en ellos había un jazminero cuajado de estrellitas blancas que por la noche harían las delicias de los paseantes envolviéndolos con su fino aroma. No se quedaba atrás la dama de noche que, junto con las buganvillas, completaban la valla. Si mirabas a través de ella se veía un jardín cuidado en el que cada planta tenía su sitio. Aquello era una borrachera de colores.

Volví varias veces a la casa. Deseaba conocer a sus dueños pero nunca veía a nadie. No parecía abandonada. Las personas que vivieran allí tenían que ser felices, como su jardín.

Verla al atardecer con el sol rojo poniéndose por detrás, tornando al amarillo antes de desaparecer, era un espectáculo maravilloso.

De pronto, tres flores del hibisco rosa, flores dobles, grandes, que hacía un momento lucían con todo su esplendor, se arrugaron y cayeron al suelo. Solo tenían un día para mostrar su belleza.

Me paré a pensar que ésa era nuestra vida. Un instante, un regalo que había que aprovechar en ese momento porque pronto llegaba la vejez, el final de la belleza y la decadencia física.

Al verme parada en la verja vino hacia mí una anciana de pelo blanco. Me invitó a pasar y, sentadas en un precioso porche, me empezó a contar la historia del jardín.

Volvía todas las tardes para disfrutar de la paz que se sentía a su lado dentro de esa burbuja de olor, color y sonidos que era “El jardín de los hibiscos”

 

 

 

 

 

miércoles, 10 de agosto de 2022

EL ANILLO

 

EL ANILLO

Me gusta pasear por la orilla del mar. Los pies hundiéndose en la arena, las olas mojándolos con sus vaivenes, ese ruido sordo y suave que calma y adormece. Por encima de mi cabeza veo gaviotas en busca de restos de comida que los bañistas dejaron por descuido o por desidia.  El sol se va poco a poco ocultando detrás de los montes dejando un reguero de sangre en el mar. A esta hora, las montañas que rodean la pequeña cala cercana a mi ciudad van tomando tonos grises, también la arena y las rocas. Hay una fantástica gama de grises que nunca sabemos apreciar por las prisas de la vida que nos arrastra con ella. Ésta es mi hora mágica en la que el calor da paso a la brisa marina que trae aire de sal y de historia de más de veinte siglos.

Aquella tarde no fue distinta de otras anteriores. Ya me volvía cuando uno de los últimos rayos hizo saltar de la arena un reflejo dorado. Pensé en alguna piedra pulida por las olas y cuál no fue mi sorpresa al encontrarme con un anillo. Lo miré con detenimiento ya que me pareció muy antiguo. Dentro tenía una inscripción y una fecha, pero en latín y con números romanos. Pensé llevarlo al día siguiente al museo para que fuera expuesto como otras tantas joyas, pero hasta entonces sería mío.

Mi imaginación empezó a tejer historias sobre él. ¿De quién sería? No era muy grande ¿Dedo de mujer? ¿Lo habría perdido o se habría desprendido de él con rabia tirándolo al mar rompiendo de esa forma algún compromiso? Nunca lo sabría.

Me lo puse. Se ajustaba perfectamente al dedo anular donde llevaba el mío, también con inscripción y fecha por dentro, que me recordaba tantos años felices de mi vida. No había sido capaz de romper con el pasado y renacer de nuevo cuando mi compañero murió.

Aquella noche me dormí pensando en el anillo. ¿Fue un sueño o vino la joven Claudia a contarme su historia?

Tengo 15 años y estoy prometida en matrimonio. No me desagrada Severo. Es alto, apuesto pero un poco serio para mi gusto. El día que nuestros padres decidieron que el enlace se podía celebrar reunieron a las dos familias para intercambiar los regalos de costumbre. Fue entonces cuando el hombre con el que compartiría el resto de mi vida, casi sin mirarme, puso el anillo en mi dedo. Solo dijo las palabras de rigor. Yo pensé que al finalizar me tomaría de la mano, saldríamos a la terraza a ver la puesta de sol y con palabras nuestras sellaríamos el compromiso. Pero no fue así. En poco más de una hora me quedé sola con el anillo en mi dedo como señal de esclavitud, de sumisión, pero no de amor.

Vivíamos  tranquilos en esta ciudad mediterránea conquistada por Escipión llamada Cartago Nova aunque aun quedaban rencillas y odios que arrastrarían varias generaciones.

Los días siguientes estaba triste, desencantada. Mi padre, al verme tan abatida, me contó la verdad. Le debía favores al padre de Severo, negocios fracasados durante la guerra y yo había sido la forma de pagarlos. Aunque no lo creyera, Severo estaba enamorado de mí desde que, siendo niños, compartíamos juegos. No le creí. Sentí que crecía mi desapego y mi rabia cada vez que miraba el anillo.

Se celebró la ceremonia de la boda con lujo y boato. Duró varios días, según costumbre entre las clases pudientes. Se habilitaron triclinia en los jardines  para descansar, comer y beber, pudiendo ir también los invitados a las obras que se representaban en el teatro, contratadas para tal fin.

Fue una boda magnifica. Yo esperaba con angustia la primera noche juntos, al sentirme  unida a un hombre que no quería. Ya en la cámara nupcial me dijo: No voy a obligarte a nada. Poco a poco iré ganándome tu corazón y tú decidirás cuando estás dispuesta. ¡Cobarde! Creí que lucharía, que me sometería ¿No era lo bastante atractiva para él?¿Se podía controlar hasta ese extremo?

Fue pasando el tiempo sin que ninguno de los dos cambiara su posición, Pero yo empecé a sentir algo distinto. Valoraba su conversación ingeniosa, amena, interesante. Deseaba tenerlo siempre cerca y me molestaba cuando pasaba ratos concentrado en papeles de negocios.

Una noche, no pude más y le dije: Quédate conmigo. Me contestó que si se quedaba no sería para vigilar mi sueño. A partir de esa noche fui feliz, como no había soñado poder serlo nunca. Nuestro amor trascendía a otra dimensión solo con una mirada, se elevaba por encima de lo material. Puede que exagere, pero estaba enamorada.

Todo esto lo rompió unas fiebres que se extendieron por la ciudad y en semanas terminó con muchos de sus habitantes, entre ellos mi amado Severo.

Por las tardes voy sola con mi dolor a esta misma cala,  donde muchos siglos después tú pasearás y encontrarás mi anillo. Estaba acariciándolo, dándole vueltas, había empezado a oscurecer cuando saltó de mi mano y cayó en la arena. Estuve buscándolo pero fue inútil. Era como si mi querido esposo me liberara del compromiso animándome a rehacer mi vida.

Fue un sueño aleccionador. Cuando desperté yo también pensaba así. Guardé mi anillo  en un cajón y volvería siempre a la cala, no con el dolor de la pérdida si no dando gracias por los años de felicidad vividos.

Ese mismo día llevé el anillo encontrado al museo. Allí está, en la vitrina de los ajuares de boda. Algunas veces paso a verlo, fue mi talismán. Me ayudó mucho en un momento muy triste de mi vida.

¿Por qué no pudo ser mi sueño la historia del anillo?

 

 

 

 

 

 

 

jueves, 16 de junio de 2022

 

RETAZOS DE UNA VIDA

 

Está cayendo la tarde, a través de los cristales del ventanal veo el jardín con el sol al fondo despidiéndose, los árboles grandes y frondosos, el verde del césped que contrasta con el colorido de las pocas flores que van quedando en los parterres, oigo las gotas de lluvia que resuenan fuertes contra las baldosas de la terraza impidiéndome disfrutar de esta tarde de otoño.

Mi vida ha sido larga y bastante accidentada. Podría decir trágica en algunos momentos, pero aprendí a los 18 años que nada de lo que pase es ni bueno ni malo, solo altera su neutralidad la forma de enfrentarse a los hechos.

¡Qué paisaje tan distinto es este del que vieron mis primeros años! La ciudad donde nací era luminosa, con un sol brillante,  un azul intenso en su cielo y en su mar. Tierra seca y dura negando, por falta de agua, los frutos por los que tanto habían trabajado los hombres.

En esa edad temprana en la que no tienes definido aun tu porvenir, mi gran ilusión era ser marino mercante, barcos, agua, viajes, aventuras y libertad. No tuve nada de esas cosas, hasta la libertad me quitaron en algunos momentos de mi vida.

Cuando le cuento a mi nieta que me fui voluntario a hacer el Servicio Militar porque así el tiempo de dedicación a la patria era más corto, me miró extrañada preguntando ¿Y eso que es?

Sentado en esta silla de ruedas de la que apenas me levanto, observo mi alrededor sintiendo que en estos días interminables recordar se ha convertido en mi vicio favorito.

Aquel junio con 18 años termine el Bachiller y me incorporé de voluntario al ejercito, juré la bandera de la republica y no habían pasado dos meses cuando los militares dieron un golpe de estado, así llamado por unos o el glorioso alzamiento nacional,  llamado así  por otros, y yo en medio sin más ideales que terminar pronto para realizar mi sueño. Ahí empezó mi forma de enfrentarme a los hechos que no podía cambiar, así sufría menos. Separado de mi familia y metido en una guerra que no entendía defendiendo la bandera que juré, no tanto por convicción  como por honor a la palabra dada.

Participé sin haberlo querido en batallas cruentas, maté a hombres que no odiaba y que tenían mis mismas raíces, mi misma lengua y si me apuras, la misma religión con el mismo quinto mandamiento “No matarás”. Todo lo hacía de forma mecánica, como si no fuera conmigo, dormía, comía y mataba, adaptándome a lo que viniera. A los tres años llegó la paz, pero no para todos.

La memoria recuerda los acontecimientos inesperados, no los tediosos y aburridos. Por eso recuerdo que cuando cruzamos la frontera lo que quedaba del ejército republicano, nuestros vecinos también republicanos, nos trataban como apestados y nos enviaban a campos de concentración sin saber que hacer con nosotros.

También a eso me adapté, era joven, cuando todo acabara podría empezar a vivir, ya llegaría, no tenía prisa.

Todo mi ánimo estoico caía en pedazos al pensar en mi familia, sobre todo en mi madre. Tenía que intentar ponerme en contacto con ellos, poder decirles que estaba vivo.

Un día algo cayó del cielo en mi vida, conocí a una joven de la Cruz Roja que venía de vez en cuando al campo de prisioneros. Por ella supe de los míos y  también pude mandarles mensajes de esperanza y todos los deseos que tenia de volver a verlos.

Cuando por fin fui libre, salí al mundo en un país extraño que me miraba con recelo. Aún no podía volver al mío. Trabajaba en lo que fuera para tener comida y techo. La Cruz Roja nos ayudó a buscar mejores empleos pero teníamos que cambiar de nacionalidad, me negué a ello durante muchos años.

Estudié, terminé una carrera, me casé y tuve tres hijos. Lo que no hice por mí, cambiar de patria, lo hice por ellos, pero en mi corazón sigo siendo de  de aquella tierra dura y seca con un maravilloso cielo azul y un mar con siglos de historia.

Hace años mi compañera se fue demasiado pronto, una enfermedad rápida se la llevó. Quise volver a sentir el estoicismo de mi juventud. Nada es bueno ni malo, solo pierde su neutralidad según te enfrentes a los hechos, si no los puedes cambiar de nada sirve luchar contra ellos. Pero esta vez no funcionó, era mayor, tenía más recuerdos que ilusiones, poco a poco me fui dejando llevar por la melancolía y entonces llenaron mis sueños todos los horrores que siempre había querido tapar como si nunca hubieran existido.

No volví a mi tierra, ni a mi antigua familia. Cuando pude no tenía tiempo y cuando tuve tiempo los que yo quería ver ya no estaban. Sé que mi madre murió con mi foto en las manos. Ese dolor tanto tiempo negado también tengo que asumirlo.

Iban pasando los años. Me dediqué a vivir, levanté esta preciosa casa en un lugar muy verde con un pálido sol y sin mar. Tengo una familia a la que quiero, pero cuando miro atrás desearía volver a ser aquel joven de 18 años que le hizo caso a su madre y no se apuntó en el ejército, para que durara menos el tiempo de estancia en él, porque detesto y también entonces toda clase de ejércitos, de uniformes, de obedecer sin razones, de matar sin razones.

He llegado a la parte más aburrida de la vida con días  largos y tediosos de los que ya no espero nada, solo sentirme en paz conmigo mismo.

 

 

 

 

 

lunes, 30 de mayo de 2022

 Este microrrelato ha participado en el concurso de la Asociación UMAY año 2022

UNA MANO AMIGA

                                                             Autor: Viento de Levante

Aburrimiento, soledad, tristeza, son las causas por las que me hice adicta a las tecnologías, sin darme cuenta de que con ellas estaba dando fin al juego de la seducción, las miradas, las caricias, el contacto físico, no sentía que estaba matando en mí la interacción personal. Una llamada, unos cursos de la Universidad de mayores fueron mi salvación. Clases, risas, confidencias en directo, paseos a la salida. ¡¡¡Volver a vivir!!!

 

jueves, 26 de mayo de 2022

       Relato premiado por la asociación UMAY   Mayo 2022

AMOR EN LA NUBE

                                                             Autor: Viento de Levante

Se quedó pensativa mirando la imagen que en ese momento le devolvía el espejo. Estaba terminando de maquillarse. Se detuvo y preguntó al vacío: ¿Qué has hecho? ¿Cómo has llegado a dar este paso? Esa noche era la culminación de un año de sentimientos encontrados, de querer seguir con esa locura y a la vez odiar su conducta. Ya no era dueña de sus actos.

Todo empezó un día cuando al salir de la oficina y yendo a tomar una copa con sus compañeros, estos entre bromas y veras le reprocharon la poca vida social que llevaba. Siempre se iba a casa sola y los fines de semana apenas salía. Un poco nerviosa contestó: No os preocupéis porque, aunque los cuarenta ya no los cumpla, tengo mucho amor por dar y muchas ilusiones por vivir. No, no me voy a quedar sola.

Una de sus amigas, con la mejor intención, le dijo: ¿Por qué no entras en internet a esos sitios donde se conoce gente? Y ¡Quién sabe! igual te está esperando…Todos rieron de buena gana.

De camino a casa la idea no se le iba de la cabeza. Pensó que se puede mentir a una máquina pero... No había llegado al portal y ya lo había decidido: De acuerdo, lo haré, pero solamente una vez y por curiosidad. Yo no me voy a “enganchar”, prefiero el contacto humano, la carcajada espontánea, el abrazo… ¡Cómo se equivocó! A partir de esa noche su mayor deseo, que le impedía pensar con lógica, era llegar a casa cuanto antes para conectarse.

Había encontrado un amigo tan solitario como ella o al menos eso decía, porque a una máquina se le pueden decir tantas cosas… Poco a poco fueron abriendo sus almas, conociéndose, eso también es más fácil cuando no tienes enfrente a una persona que te puede juzgar por tus gestos, tus tonos de voz, la forma de entornar los ojos, de ladear la cabeza cuando dudas etc.

Por eso nunca quiso ver la imagen de su amigo para no decepcionarse, solo los correos le bastaban, ya habría tiempo, ahora tenía ilusión, no quería fracasos.

En los últimos meses había llegado al colmo de la locura. Los sábados por la noche se arreglaba como si fuera a salir, ponía sobre la mesa el mantel de hilo, la vajilla y las copas que nunca usaba, todo doble pues su acompañante era la máquina. Mientras degustaba una exquisita cena regada con un buen vino, escribía a su amante virtual diciéndole lo feliz que se sentía.

Pero no era así, eso ya no le bastaba, por fin la semana anterior se había decidido a dar el gran paso, le pidió una cita para el sábado.

Cuando lo vio entrar al restaurante empezó a temblar y unas lágrimas asomaron a sus ojos al reconocer a su vecino, ese señor tan educado que siempre la saludaba abriéndole la puerta y dirigiéndole unas miradas extrañas que ella no acertaba descifrar.

Azorados los dos rieron. Tú lo sabías ¿Verdad? Aquella tarde en el vestíbulo del edificio yo se lo contaba a una amiga y tú al entrar te entretuviste con el ascensor. Seguro que me escuchaste, le dijo ella.

Sintieron que habían perdido un año de sus vidas. Dos soledades tan cerca y solo conectadas por un cable, no por miradas, caricias, abrazos... Todo salió bien pero aprendió la lección. El contacto físico nunca es superado por las frías teclas de un ordenador. El calor del amor o de la amistad no traspasa la pantalla.

domingo, 22 de mayo de 2022

 Relato sobre el cartel de La Mar de Músicas 2022

LA FIESTA

 

No les presté atención cuando entraron en el club donde tocaba con mi grupo. Estábamos en plena actuación, los torsos desnudos y bien musculados, brillantes de sudor por  el esfuerzo y los focos. Nunca pensé que fuéramos un reclamo erótico, puede que al principio sí, pero nuestra música era buena y cuando comenzamos a tener éxito ya no importaba tanto la vestimenta que sin embargo se convirtió en nuestro signo de identidad.

Cuando terminó la actuación la pareja pidió verme a solas en el camerino, por supuesto acepté, nos debemos al público, seguro que querrían una foto del grupo dedicada, como tantas veces nos habían pedido, para exhibirla ante sus amistades haciendo chistes sobre nuestros cuerpos.

¡Qué equivocado estaba! Querían contratarme para una fiesta que iban a dar en un barco fuera de puerto,  me desagradó la idea, pero la cifra del cheque era astronómica, no lo dudé y quedamos el viernes siguiente por la noche. Por supuesto tenía que llevarme el tambor para amenizar la velada, según me dijo la mujer con una sonrisa pícara. No debía decir nada a nadie, ni tampoco el lugar, no querían curiosos llamando la atención alrededor.

Cuando llegamos al barco ya era noche cerrada y oscura, con un cielo negro en el que brillaban millones de estrellas. Era un espectáculo magnífico

La cosa empezó a torcerse cuando me dijeron que tenía que actuar con los ojos tapados para dar más morbo a la reunión.

Pero aquello no era una reunión de amigos, era una orgía en toda regla. Antes de que me taparan los ojos pude ver hombres barrigudos y viejos, otros jóvenes con mucha “pluma” y chicas, muchas chicas casi niñas con poca ropa y muy dispuestas. Me instalaron en un escenario improvisado en la popa y empecé a tocar, poco a poco los gritos fueron dando paso a los gemidos de placer, oí restallar un látigo, aquella gente tenían que haber consumido de todo. Unas manos suaves y otras gordas y fofas manoseaban mi cuerpo impidiendo que me concentrara en la música. Quise quitarme la venda pero una voz me advirtió que el castigo sería un latigazo, que disfrutara sin querer saber más. Eso hice, me dejé llevar y por unos momentos me pareció que podía tocar el tambor como aquel artista antiguo tocaba el piano.

Pasaron las horas, yo estaba extenuado. En un descuido de mi vigilante me quité la venda de los ojos y vi a mucha gente famosa, políticos, empresarios, periodistas, artistas, hombres y mujeres, allí estaban todos disfrutando en una orgia de sangre, alcohol, drogas y sexo.

Has firmado tu sentencia de muerte idiota, dijo mi guardián y de un fuerte empujón me tiraron por la borda. Sé que voy a morir por lo que he visto, estoy demasiado tranquilo, seguramente efecto de la droga que  me pondrían en la bebida cuando todo empezó como una reunión de amigos, hasta he sonreído al pensar que cuando aparezca mi cuerpo en la playa confundido con otros hermanos cuya pobre patera naufragó, se quedarán perplejos viendo un cuerpo perfecto, bien cuidado y alimentado.

El destino, siempre caprichoso, nos ha unido. Yo también vine en patera y moriré ahogado, como miles de ellos, con la diferencia de que yo si he cumplido mi sueño.

 

 

miércoles, 4 de mayo de 2022

 

LOS AÑOS VIVIDOS     MICRORRELATO

       Galardonado con el  2º premio Asociaciones de Mayores de la región

Me encuentro extraña dentro de un cuerpo que está llegando a los 80, disciplinado y obediente, permitiéndome ser libre aún.

Casi rozando la línea del olvido quedan los años oscuros de la posguerra, los juegos en la calle y el rosario por las tardes en el colegio.

Poco a poco la vida empezó a fluir, adolescencia, amor de juventud que duró 47 años, hijos, nietos. Cara y cruz del destino que te lleva por caminos insospechados.

La vida me pasó, como un suave manto de tul, por encima, protegiendo a mi familia de todo lo exterior, ¡Qué ilusa! Cuando golpea nadie se libra. Me enfrentó con la realidad, los días de tul habían pasado demasiado rápidos, me quedé sola, sin mi compañero de juventud.

Tuve que enfrentarme a nuevos retos y disfrutar.

Sé que estoy llegando al final, pero no me pesan los años vividos.

 

 

sábado, 23 de abril de 2022

 

                          LA TRAMPA

 

Estoy a punto de morir o de pasarme años en la cárcel sin culpa alguna.

Cuando mi jefe aquella mañana, se acercó sonriente a mi despacho creí que iba a anunciarme que había conseguido el puesto. Pero no, me dio un poco de coba, lo tuyo se está estudiando, estoy seguro de que arriba valorarán tu trabajo etc... Ya estaba en la puerta cuando se volvió hacia mí y como si fuera un asunto sin importancia me preguntó si el fin de semana podía acercarme a su casa de la sierra para llevarle a su mujer un paquete que había olvidado. El tenía un viaje de negocios esos días. Pensé en mi ascenso y no pregunté más. Me dio el paquete y salió de mi despacho.

 Tenía que haber sospechado algo, pero mi candidez no tiene límites. De haberlo sabido antes le iba a llevar el paquete su “santa” madre.

Y aquí estoy en medio de un fuego cruzado entre la guardia civil y unos tipos que  quieren que se lo entregue. Mi jefe me denunció para distraer la atención de un alijo más grande.

Si salgo de esta, juro que nunca más haré la pelota a nadie.

 

                SALIRSE DEL GUIÓN

 

 

Era el final del último acto. Reproches y gritos llenaban el escenario por una supuesta infidelidad de él. Antes de bajar el telón tenía que rematar su buena actuación cayendo fulminado por un disparo.

Lo había ensayado muchas veces en casa con su mujer, personaje secundario de la compañía, con una pistola de verdad, sin cargar por supuesto.

El error fue salirse del guión y llevar el diálogo de su vida real a la escena.

Cuando en lo más álgido de la discusión, la actriz le apuntó con una pistola, sonó un disparo y él cayó al suelo, como estaba previsto, pero con un gran gesto de sorpresa en el rostro.

De entre bastidores salía un hilillo de humo. La pistola, que empuñaba su mujer, cayó al suelo

Al salirse los actores del guión le dieron la clave para tener la certeza de una infidelidad solo sospechada.

lunes, 11 de abril de 2022

 

                                      MI MAR

 

 

Mis recuerdos van y vienen como las olas que contemplo desde mi terraza, esta tarde aún fresca de primavera.

No tardará mucho en aparecer mi nieta con la mantita en la mano, porque sabe que todavía no voy a entrar. Quiero ver, como todos los días, el atardecer, ese mar tragándose el sol en el único momento que nos deja mirarle cara a cara, porque se ha hecho viejo y va a desaparecer,  aunque él volverá radiante por la mañana con sus tonos dorados sobre un mar en silencio.

Me queda ya poco tiempo para poder disfrutar de estas maravillas, por eso todo es más intenso, vivo esta magia como si fuera la última vez.

Dice mi nieta que mañana cumplo 100 años, puede ser, los recuerdos que tengo en mi memoria valdrían para tres vidas. Nací a finales del siglo XIX, de eso sí me acuerdo, en este mismo pueblo con este bendito mar de mis amores. Mi padre quería un chico para que siguiese su trabajo en el pequeño astillero donde la familia hacía barcos de pesca desde varias generaciones atrás. Me contaron que un día, conmigo en brazos, se acercó a la ventana y dijo: Hija, mira bien el mar, él nos da trabajo, alimento y nos adormece en las noches inquietas con su monótono runruneo, tienes que quererlo y cuidarlo para que él siga cuidándonos a todos. No le temas, si sabes leer en su color, sus olas, su reflejo del cielo y eres prudente, será un fiel amigo.

_Abuela ¿no quieres entrar todavía? La tarde está fresca  y aunque no te gusta que te lo diga, eres muy mayor.

_Sí cariño, ya sé que soy mayor,  pero seguiré aquí porque este mar me da fuerzas para volver a verlo mañana.

Mañana vendrás conmigo al astillero, recuerdo que me dijo mi padre, ya eres toda una jovencita a punto de cumplir 15 años. Ese será mi regalo. ¡Me lo has pedido tantas veces! Tienes que saber que para conseguirlo he tenido un pequeño disgusto con tu madre, ella opina que no es el sitio de una joven “casadera”, sí eso ha dicho, no te rías, pero yo quiero que mi hija sea una mujer fuerte que luche entre hombres y que sepa llevar el negocio. Está decidido, a partir de mañana vendrás todos los días.

Cuanto te agradecí papá que pensaras así. Yo creo que he colmado todas tus expectativas.

_Abuela ¿En qué piensas?  Vamos dentro, no te vayas a enfriar que mañana es tu cumpleaños y vienen todos a felicitarte.

_Siéntate aquí  a mi lado y disfruta de este momento mágico. ¿Te he contado como conocí a tu abuelo? Seguramente más de un millón de veces, pero me apetece recordarlo ahora.

Mi trabajo en el astillero molestaba a todo el pueblo. Las mujeres me miraban con recelo y yo creo que también con un poco de envidia, aunque lo disimulasen  en nombre de las conveniencias sociales. Los hombres no admitían que una mujer pudiera darles órdenes, muchos me negaron el saludo, pero el que yo quería se atrevió a enfrentarse a todos pidiendo mi mano. Unos decían que si por mi dinero, otros buscaban la razón en alguna inmoralidad oculta etc... Pero él no necesitaba mi dinero y por suerte tampoco se dedicaba al negocio del mar, tenía marjales de tierra plantados de caña de azúcar que le proporcionaban unas buenas rentas.

_ Sí abuela, ya me lo has contado, pero me gusta oírlo, ten ponte mi pañuelo en el cuello y sigue contándome tu historia, si te apetece.

_ Fuimos muy felices, cada uno con su negocio, no te puedo negar que intentó que lo dejara en más de una ocasión, sobre todo en los embarazos, pero yo era fuerte y esos paseos por la playa  vigilando el astillero me daban vida.

¿Te he contado que cuando era pequeña, en las noches de luna bajaba todo el pueblo a la playa a bañarse? Las mujeres con sus largas sayas negras y los niños gritando y jugando a su alrededor. Si nos hubieran visto desde arriba parecería algo de brujería, un aquelarre o algo así. ¡Cómo ha cambiado todo! Pero ese olor a algas, las olas regodeándote el cuerpo y el sabor a sal en la boca  son uno de mis mejores recuerdos.

_Sería divertido ser niño entonces ¿Verdad abuela? Una vez me contaste que hicisteis en los astilleros un pequeño yate y se lo regalaste al abuelo, con un gran lazo azul atado a uno de los palos, cuando celebrasteis las bodas de plata. No me acuerdo del nombre ¿Cómo se llamaba?

_Le llamamos “MI MAR”, con él nos aficionamos a navegar cerca de la costa y tu abuelo se rebeló como un estupendo marino. Lo sacábamos en verano y cada vez íbamos un poco más lejos. Siempre seguí los consejos de mi padre. ¡Qué sensación de libertad! Nos tumbábamos en cubierta para ver desaparecer el sol, como ahora, pero entonces nunca dudaba de volver a verlo al día siguiente.

No me pesan los años vividos, que han sido muchos, siempre he podido contarle mis penas al mar y llorar en él, que recogía mis lágrimas reconociéndolas como suyas por el sabor a sal.

Dame tu mano y quédate conmigo, ya falta poco, el sol va formando ríos rojos sobre su superficie, y yo iré cerrando los ojos deseando como siempre poder ver otro atardecer.

 

 

jueves, 31 de marzo de 2022

 

UN DIA DE LLUVIA

 

Estoy detrás de la ventana viendo llover, algunas veces arrecia y las gotas rebotan con fuerza en el suelo. No voy a salir, ya no tengo obligaciones de trabajo, hijos que recoger del colegio o alguna otra actividad como compras imprescindibles para el buen funcionamiento de la casa, en fin, que no tengo nada que hacer urgente. Todos los agobios pasaron, sin darme cuenta de que con ellos se iba yendo mi vida, pero no tenía tiempo para pensar. Ahora sé que todas las cosas buenas estuvieron ahí y hoy las disfruto con la pena del pasado y no con la alegría del presente.

Este último tramo lo acepto con serenidad, descanso y vuelve a mí todo el cariño que antes he dado.

Los arboles que veía ayer estaban desnudos, los últimos vientos tuvieron la culpa y las pocas hojas que les quedaban eran negras, viejas, muertas. Hoy se ha obrado el milagro, tímidamente les están saliendo brotes verdes y alguna hojita limpia por la lluvia. Un año más la vida se abre paso por mucho que algunos seres “poco humanos” se empeñen en cortarla de raíz. Tenemos tanta información que nos olvidamos de cosas importantes como que está llegando la primavera.

 

miércoles, 16 de marzo de 2022

ESPONTÁNEO EN EL ESCENARIO

 

Las fiestas de San Pascual en la localidad de CAMINITOS VERDES  podían haber terminado en desgracia este año.

 

Coincidiendo con la celebración, el pueblo se prepara para representar su  única y repetida obra: OTELO. Del gran autor ingles William Shakespeare.

Ya estaba todo a punto vestuario, attrezzo, los actores nerviosos, sobre todo el protagonista que era nuevo en el pueblo.

Se levanto el telón y comenzó la representación, Hacia la mitad, Nicasio, al que consideraban un” poco ido “por ir declamando mientras paseaba los versos de la obra que nunca le dejaron representar, se lanzo al escenario  quitándole la palabra al protagonista. Su actuación fue muy aplaudida, porque el actor de este año dejaba mucho que desear  el cual, humillado, se quito la peluca y salió haciendo mutis entre bastidores.

La representación siguió con el beneplácito de los espectadores, pero cuando llegó la escena de la muerte de Desdémona, la vieron aletear brazos y piernas más de lo normal pues en los ensayos era más comedida. Dejaron pasar unos minutos pensando que así mejoraba su actuación.

Al fin se dieron cuenta de que la cosa iba en serio, subiendo las fuerzas vivas rápidamente al escenario y con mucho trabajo consiguieron que Nicasio soltara su presa.

Cuando se lo llevaba la Guardia Civil decía que siempre le había gustado mucho la obra pero no el final porque cuando acababa, la actriz salía a saludar.

  

sábado, 12 de marzo de 2022

 

EL RECUERDO

 

Divorciada, sin hijos, de mediana edad y sola. Ese es el mantra que repetía todas las mañanas al ver reflejada mi imagen en el espejo.

Pero un guiño de la fortuna hizo que la empresa me destinara a una pequeña ciudad de Alemania. Acepté el traslado con ilusión, podría ser un comienzo.

Me gusta el arte, sobre todo la pintura, dedicaba mis ratos libres a pasear y recorrer exposiciones y museos.

Esa tarde, en una de ellas, quedé sorprendida al ver un precioso lienzo que representaba una vieja ventana de madera, encajada en una pared desconchada y al fondo un cielo azul con nubes blancas.

Me quedé mirándolo un rato, había en él algo que me atraía, esa ventana me recordaba no sabía qué, era una ventana vulgar de las que son frecuentes  en las casas de campo de cualquier país.

Volví a la entrada y le pregunté al conserje si sabía algo del cuadro, pues en el folleto solo ponía; “Nubes en la ventana”. Un señor mayor y muy elegante que oyó mi pregunta se ofreció a contarme la historia. Nos acercamos al cuadro y dijo: ¿Por qué le gusta? No puede ser más simple, si sigue viendo la exposición  encontrará algunos mejores. Este es solo un cuadro de juventud, lo pinté hace muchos años en un pueblecito español donde había ido a pasar el verano. Alquilé una habitación a un matrimonio, poco recuerdo de ellos pues me pasaba el día pintando, solo que eran muy amables. Aquel verano también les acompañaba su nieta, una niña de unos 13 años que subía sin hacer ruido y se sentaba en un taburete viejo para verme pintar.

No sé si mi cara manifestó la impresión que me produjeron sus palabras. Todo encajaba, la casa de mis abuelos, el joven rubio con ojos azules del que creía estar enamorada. Y me recordaba yo sentada mirándolo con adoración sin prestarle ninguna atención a lo que pintaba. Al notar mi turbación, me propuso tomar un café mientras charlábamos. Sus ojos seguían siendo tan azules y su voz acariciadora presentaba en mi aburrida vida un abanico de posibilidades.

viernes, 25 de febrero de 2022

 

LOS SENDEROS DE LA VIDA

 

He perdido el camino que me lleva hacia ti. Después de años de soledad compartida, ahora avanzo por sendas estrechas y oscuras entre matas espinosas que destrozan aún más mi corazón. Así me siento y sé que tú no estás mejor aunque lo sigas negando. En mis noches de cama solitaria oigo al otro lado de la puerta tu llanto quedo, silencioso y te siento transitar por las mismas sendas oscuras y tristes.

Yo no tuve culpa del accidente, tú estabas allí. He intentado una y otra vez unirme a ti, para salir del abismo negro en el que vivimos. Esta noche, por última vez, intentaré romper la muralla de aire que nos separa. Tenemos que volver a vivir, podemos cambiar el futuro juntos, no me rechaces, recuerda solo los momentos felices y volveremos a estar en el camino ancho y soleado donde empezó nuestra aventura de vida.

He pasado despierto toda la noche. Estoy ronco de gritar suplicándote. Ya no puedo más. Sé que pronto vendrán los hombres de blanco a ponerme una inyección para que me calme, dicen que mis gritos molestan a los demás. Pero ¿Quiénes son? Solo estás tú detrás de esa puerta que no me dejas cruzar.

Daría con gusto mi mano derecha para no tener que escribirte esta carta. Creo que ya no sé donde termina la realidad y donde empiezan los sueños. No te he vuelto a ver desde el accidente pero sé que estas  detrás de esa puerta por la que deslizaré esta carta igual que todas las anteriores esperando con ansiedad tu contestación.

Recuerdo que en la ambulancia prometiste no abandonarme nunca. No has vuelto a mí desde entonces. Echo tanto de menos tus palabras de amor, tus caricias, los sueños que íbamos a compartir. ¿Por qué no me esperaste?

Si no abres la puerta seré yo el que vaya a buscarte y esta vez los hombres de blanco que me vigilan no podrán impedirlo.

miércoles, 2 de febrero de 2022

 

LA JOYA ANTIGUA

 

No esperé a los demás, quería hacerme con el espejo de nuestra abuela, ese que valdría un buen dinero en el mercado negro. Mi vida iba de mal en peor, lo necesitaba, además, ¿Quién dice que en el reparto no me fuera a tocar a mí? Pensándolo bien yo era su favorita, sí, ya sé que estos últimos años ha sido como si no existiera para mí, pero es que he tenido muchas cosas de las que preocuparme. Lo cogería, me iría y mañana con todos aquí, a quitar la casa como si nada.

Además lo hago porque siempre me ha gustado. Cuando de pequeña me miraba en él, siempre salía favorecida mi imagen.

La abuela me decía: Hija, el espejo te ve por dentro y eso es lo que refleja. Yo la creía tanto que cuando mi vida empezó a cambiar para peor, todo hay que decirlo, no quería mirarme en el, me daba miedo lo que pudiera reflejar.

Además, ¿Quién se va a acordar del espejo? Venimos a repartirnos las joyas y sacar lo más posible de todas las cosas de la abuela, pero el espejo será mío, pienso que algún día podré rescatarlo.

Si no recuerdo mal, lo tenía siempre cerca de su cama, decía que le ayudaba a ser mejor.

Lo que estoy haciendo no es un robo, es coger algo que me pertenece. ¿Dónde lo habrá metido? ¿Se habrá adelantado alguno? Solo me queda mirar en el arcón, tiene que estar ahí. Y ahí estaba, guardado al revés. No tuve ningún miedo al cogerlo ¡Es tan precioso! Pero al darle la vuelta me estremecí, sentí pánico. No me veía reflejada en el espejo, solo había en él un ojo. Cuando me fui calmando pensé: Mi abuela tenía razón, soy tan horrible por dentro que se  niega a reflejar mi imagen, solo se ve un ojo, el ojo de la conciencia diciéndome que lo que hago no está bien, no podía robar a mi familia, no debía caer tan bajo.Lo dejé en su sitio y salí corriendo de allí.

Al día siguiente tuve suerte, me tocó a mí. En él me miro cada día y poco a poco la imagen  que refleja va mejorando.

Gracias abuela, será verdad o fantasía pero el espejo ha cambiado mi vida.