jueves, 31 de marzo de 2022

 

UN DIA DE LLUVIA

 

Estoy detrás de la ventana viendo llover, algunas veces arrecia y las gotas rebotan con fuerza en el suelo. No voy a salir, ya no tengo obligaciones de trabajo, hijos que recoger del colegio o alguna otra actividad como compras imprescindibles para el buen funcionamiento de la casa, en fin, que no tengo nada que hacer urgente. Todos los agobios pasaron, sin darme cuenta de que con ellos se iba yendo mi vida, pero no tenía tiempo para pensar. Ahora sé que todas las cosas buenas estuvieron ahí y hoy las disfruto con la pena del pasado y no con la alegría del presente.

Este último tramo lo acepto con serenidad, descanso y vuelve a mí todo el cariño que antes he dado.

Los arboles que veía ayer estaban desnudos, los últimos vientos tuvieron la culpa y las pocas hojas que les quedaban eran negras, viejas, muertas. Hoy se ha obrado el milagro, tímidamente les están saliendo brotes verdes y alguna hojita limpia por la lluvia. Un año más la vida se abre paso por mucho que algunos seres “poco humanos” se empeñen en cortarla de raíz. Tenemos tanta información que nos olvidamos de cosas importantes como que está llegando la primavera.

 

miércoles, 16 de marzo de 2022

ESPONTÁNEO EN EL ESCENARIO

 

Las fiestas de San Pascual en la localidad de CAMINITOS VERDES  podían haber terminado en desgracia este año.

 

Coincidiendo con la celebración, el pueblo se prepara para representar su  única y repetida obra: OTELO. Del gran autor ingles William Shakespeare.

Ya estaba todo a punto vestuario, attrezzo, los actores nerviosos, sobre todo el protagonista que era nuevo en el pueblo.

Se levanto el telón y comenzó la representación, Hacia la mitad, Nicasio, al que consideraban un” poco ido “por ir declamando mientras paseaba los versos de la obra que nunca le dejaron representar, se lanzo al escenario  quitándole la palabra al protagonista. Su actuación fue muy aplaudida, porque el actor de este año dejaba mucho que desear  el cual, humillado, se quito la peluca y salió haciendo mutis entre bastidores.

La representación siguió con el beneplácito de los espectadores, pero cuando llegó la escena de la muerte de Desdémona, la vieron aletear brazos y piernas más de lo normal pues en los ensayos era más comedida. Dejaron pasar unos minutos pensando que así mejoraba su actuación.

Al fin se dieron cuenta de que la cosa iba en serio, subiendo las fuerzas vivas rápidamente al escenario y con mucho trabajo consiguieron que Nicasio soltara su presa.

Cuando se lo llevaba la Guardia Civil decía que siempre le había gustado mucho la obra pero no el final porque cuando acababa, la actriz salía a saludar.

  

sábado, 12 de marzo de 2022

 

EL RECUERDO

 

Divorciada, sin hijos, de mediana edad y sola. Ese es el mantra que repetía todas las mañanas al ver reflejada mi imagen en el espejo.

Pero un guiño de la fortuna hizo que la empresa me destinara a una pequeña ciudad de Alemania. Acepté el traslado con ilusión, podría ser un comienzo.

Me gusta el arte, sobre todo la pintura, dedicaba mis ratos libres a pasear y recorrer exposiciones y museos.

Esa tarde, en una de ellas, quedé sorprendida al ver un precioso lienzo que representaba una vieja ventana de madera, encajada en una pared desconchada y al fondo un cielo azul con nubes blancas.

Me quedé mirándolo un rato, había en él algo que me atraía, esa ventana me recordaba no sabía qué, era una ventana vulgar de las que son frecuentes  en las casas de campo de cualquier país.

Volví a la entrada y le pregunté al conserje si sabía algo del cuadro, pues en el folleto solo ponía; “Nubes en la ventana”. Un señor mayor y muy elegante que oyó mi pregunta se ofreció a contarme la historia. Nos acercamos al cuadro y dijo: ¿Por qué le gusta? No puede ser más simple, si sigue viendo la exposición  encontrará algunos mejores. Este es solo un cuadro de juventud, lo pinté hace muchos años en un pueblecito español donde había ido a pasar el verano. Alquilé una habitación a un matrimonio, poco recuerdo de ellos pues me pasaba el día pintando, solo que eran muy amables. Aquel verano también les acompañaba su nieta, una niña de unos 13 años que subía sin hacer ruido y se sentaba en un taburete viejo para verme pintar.

No sé si mi cara manifestó la impresión que me produjeron sus palabras. Todo encajaba, la casa de mis abuelos, el joven rubio con ojos azules del que creía estar enamorada. Y me recordaba yo sentada mirándolo con adoración sin prestarle ninguna atención a lo que pintaba. Al notar mi turbación, me propuso tomar un café mientras charlábamos. Sus ojos seguían siendo tan azules y su voz acariciadora presentaba en mi aburrida vida un abanico de posibilidades.