UN DIA
DE LLUVIA
Estoy
detrás de la ventana viendo llover, algunas veces arrecia y las gotas rebotan
con fuerza en el suelo. No voy a salir, ya no tengo obligaciones de trabajo, hijos
que recoger del colegio o alguna otra actividad como compras imprescindibles
para el buen funcionamiento de la casa, en fin, que no tengo nada que hacer
urgente. Todos los agobios pasaron, sin darme cuenta de que con ellos se iba
yendo mi vida, pero no tenía tiempo para pensar. Ahora sé que todas las cosas
buenas estuvieron ahí y hoy las disfruto con la pena del pasado y no con la
alegría del presente.
Este
último tramo lo acepto con serenidad, descanso y vuelve a mí todo el cariño que
antes he dado.
Los
arboles que veía ayer estaban desnudos, los últimos vientos tuvieron la culpa y
las pocas hojas que les quedaban eran negras, viejas, muertas. Hoy se ha obrado
el milagro, tímidamente les están saliendo brotes verdes y alguna hojita limpia
por la lluvia. Un año más la vida se abre paso por mucho que algunos seres
“poco humanos” se empeñen en cortarla de raíz. Tenemos tanta información que
nos olvidamos de cosas importantes como que está llegando la primavera.