domingo, 21 de febrero de 2021

 

LOS SUEÑOS

En algún momento de la vida, nos creemos con poder sobre los demás, mandamos, dirigimos, gastamos en ello muchas energías, sin darnos cuenta que todo es pasajero,  después vendrá otra persona, quizás lo haga mejor o quién sabe si peor, pero en  ese momento ejerce el poder y todo el afán que pusiste se hará polvo como tú, pues todo pasa y es arrastrado por la muerte.

La vida es como una montaña rusa, que va muy rápida, pasan los sentimientos, los deseos, las situaciones, todo tan deprisa, que nos parecen ilusiones de cinematógrafo antiguo donde las imágenes se suceden sin que nos demos cuenta de que lo  estamos queriendo atrapar no es real, solo son nuestros deseos.  Unas veces estás en lo más alto y otras caes en el abismo, por eso no hay que tenerles demasiado apego a las cosas materiales. Aunque no lo parezca en la vida hay una cantidad grande de variables que no podemos controlar, entran y salen muy deprisa, algunas veces para realizar nuestros sueños y otras para que se queden en eso, en sueños. Pero en el fondo de todo ello, siempre seremos nosotros mismos.

lunes, 15 de febrero de 2021

 

                               EL SUEÑO AMABLE

Desperté dentro de mí sueño. Un sueño amable y recurrente que me acompañaba cada noche desde hacía algún tiempo.

Era como un cuadro, mis ojos pasaban sobre él lentamente intentando  grabar todos sus elementos en mi cerebro. No era un mal sueño hasta que esa horrible mañana al despertar, me vi formando parte del cuadro. Ya no era estático, se movía, tenía sonidos, luces cambiantes, las nubes discurrían por el cielo y esos pájaros pintados habían cobrado vida, volaban y piaban a mí alrededor.

Me senté en una piedra para analizarlo con detalle, me lo sabía de memoria, no faltaba nada.

En lo alto de la loma estaba el castillo blanco al que se llegaba por un solitario sendero, lo primero que me produjo desasosiego fue ver que por él desfilaban, a diferencia de mi sueño, unos seres vestidos de negro cantando salmodias  como en procesión, parecía que andaban pero no avanzaban intentando llegar al castillo.

La nieve, que en el cuadro eran telas blancas dejadas caer desde arriba, se había convertido en un velo gris sucio que arrastraba animales muertos. De pronto, el conejo que estaba escondido en ella saltó a mis brazos sollozando y suplicándome que lo salvara. El terror me paralizo. Hacia nosotros se acercaban dos pájaros enormes, uno blanco y otro negro gritando: ¡Tienes que escoger! ¿Escoger entre qué? Les pregunte, pero sobrevolaron mi cabeza  dirigiéndose al castillo. El conejo mirándome fijamente a los ojos me dijo: ¡Tú puedes cambiarlo! ¿Cambiar qué? Le contesté y sin saber muy bien lo que hacía lo arroje a la nieve sucia. El miedo me supero, tenía los pies clavados en el suelo cuando me di cuenta de que los arboles silenciosos se desplazaban hacia mí formando un circulo para encerrarme en él.

De pronto se me ocurrió  que mi salvación podía ser llegar al castillo, allí estaría la contestación a todas las preguntas y sobre todo a la más importante: ¿Por qué estoy aquí?

Corrí hacia el sendero pero los arboles me impedían el paso azotándome con sus ramas, me separaba de él la nieve gris, intente cruzarla pero me hundía cada vez más, los golpes me llegaban por todos lados, agarré una de ellas y conseguí cruzar. 

Las figuras de negro habían cambiado de dirección, ahora se movían avanzando hacia mí. Ese cuadro tan apacible que yo veía por las noches era el mal, que atrapa al hombre con sus encantos y bonitas formas hasta que dando la cara lo hace su esclavo y cuando no le sirve lo arroja al torrente sucio y gris.

Yo corría alocado, podía pasar a través de los cuerpos de las figuras negras cuyos rostros tenían una mueca horrible de ironía y pavor. Ahora podía oír la salmodia “Nosotros también lo intentamos” repetían al unísono.

Cuanto más me acercaba al castillo la oscuridad crecía, quedando solo él iluminado por un resplandor extraño.

El cuadro empezó a doblarse desde abajo como un rollo de papel, atrapando en su interior todos los elementos que lo componían. Estaba muy cerca, mis pies eran de plomo, no llegaría nunca a la puerta que parecía entreabierta.

De mí tiraban dos fuerzas opuestas una oscura y otra con la misma luz del castillo. Eran los pájaros grandes que seguían diciéndome: ¡Escoge! Por fin llegue a la puerta pero la fuerza negra me hizo retroceder algunos metros y cuando ya el rollo vivo casi me alcanza, haciendo un esfuerzo sobrehumano conseguí entrar.

En ese momento todo desapareció de mi vista, me encontraba en mi cama sudoroso y aterrado.

El sueño me había dado una lección. El camino del bien sería difícil pero si lo intentaba de verdad ganaría la batalla.

 

 

 

 

miércoles, 10 de febrero de 2021

 

UN LUGAR DONDE VIVIR.

Amaneció lloviendo sobre mí una especie de barro oscuro, acorde con los tiempos que les ha tocado vivir a los habitantes que me habitan, porque yo soy su ciudad. Una ciudad mediterránea, agradable, luminosa. En mí han encontrado desde hace muchos siglos, hombres y mujeres de muchas razas, ese sitio donde echar raíces, desarrollar sus culturas, sus formas distintas de vivir, algunas veces en paz y otras en guerra, pero siempre intentando salir adelante, prueba de ello  son las ciudades que hay debajo de la que soy ahora.

El ideal toda ciudad es ser un poco humana para poder acercarse  a sus habitantes en grandes parques donde puedan respirar, relajarse o hacer deporte. Debemos adaptarnos a sus necesidades, para que puedan pasear sin excesivo ruido o temiendo que algún aparato eléctrico los arroye.

Si te quieren y te cuidan, tú los quieres y disfrutas viendo cómo se desarrolla la vida. Todas las generaciones creen que han descubierto el amor en los jardines solitarios, como esa pareja que veo ahora agarrados por la cintura deseando la intimidad que proporciona la noche.

Veo a niños en una plaza inventando juegos ya inventados hace siglos, cantados o realizados de otra manera pero que siempre son los mismos.

Gente apresurada por no llegar tarde a su trabajo, teniendo en la cabeza mil ideas y proyectos con los que poder mejorar su vida y la de los suyos.

Cabezas de pelo blanco sentados en bancos de los parques, teniendo ya más recuerdos que ilusiones y sintiéndose felices por los rayos de sol que reciben.

Hombres y mujeres con el carrito de la compra, pensando si podrán pagar  todo lo que llevan en la lista.

Grupos de amigos que se juntan, simplemente por el deseo de estarlo y compartir lo bueno o lo malo que les haya ocurrido.

Así podría seguir describiendo lo que veo a mí alrededor mucho tiempo y no solo personas, las piedras de los edificios también me hablan. Hay verdaderas maravillas abandonadas a su suerte por intereses no siempre recomendables. No se dan cuenta de que lo que me embellece son los años de historia bien conservados.

Por favor, no me dejen morir creando otra nueva en los arrabales. Veo calles tristes olvidadas, de las que la vida parece haber huido y mucho más cercanas a mi puerto, del que cantaron sus maravillas poetas y escritores de todos los tiempos.

Soy Cartagena. Milenaria , orgullosa y bella.

lunes, 1 de febrero de 2021

 

                  OTRA CLASE DE AMOR

El niño no entendía porqué cuando salía de la guardería y se acercaba corriendo hasta su madre, esta no lo recibía con los brazos abiertos, bajándose a su altura para darle un gran abrazo como hacían las otras madres, solo le cogía la mano y con una gran sonrisa le preguntaba como lo había pasado.

Al niño llego un momento en que esto dejó de importarle, porque su madre siempre estaba allí. Le traía golosinas y juguetes pequeños que compraba en el Kiosco de la esquina.

No conoció a su padre y tampoco pregunto nunca. Era feliz con ese cariño distinto pero que se palpaba en las miradas, los gestos y en la protección que nunca le faltó con ella.

Por las tardes, al volver del colegio se quedaba un rato en la calle jugando con los amigos. Un día un niño le preguntó porqué su madre cuando iba a recogerlo, nunca lo besaba ni abrazaba hasta dejarlo sin respiración, el no supo que contestar, solo dijo: ella es así.

Pasaron los años y el muchacho pensaba: Mi madre es diferente, pero me quiere mucho, nunca me ha faltado nada, me ayuda en todo desde esa distancia que ella marca, siempre está dispuesta a sacrificarse por mí y eso vale tanto como los besos y abrazos  muchas veces dados por la fuerza de la costumbre.

Cuando intentaba besarla me ofrecía la mejilla con un gesto de resignación  o cuando llegaba sudoroso, alegre por haber ganado un partido y se me iban los brazos para rodearla, ella me sentaba a su lado mientras escuchaba muy atenta lo que yo, con nerviosismo, le contaba explicándole lo bien que había jugado o los goles que había metido. Hablábamos mucho. La mejor hora del día era después de la cena, cuando le ayudaba a recoger y nos sentábamos a comentar como se había desarrollado la jornada.

Cuando fui mayor me di cuenta de que mi madre era incapaz de mostrar sus emociones.

Un día de confidencias, me contó que en el orfelinato donde había pasado su infancia, cuando menos visible te hicieras, mejor. Allí no había besos ni abrazos, solo castigos.

La habían dejado incapaz de saber lo maravilloso que es el roce de los labios de un hijo en la mejilla o de los tuyos buscando su pelo, su cuerpo pequeño para abrazarlo y llenarlo de besos.

Pero no se fue de esta vida sin aprenderlo, de eso mis hijos tienen la culpa, derramo en ellos todos los besos, abrazos y caricias imaginables que tenía aplastados en el corazón, pugnando por salir durante tantos años.