EL
MIEDO
Corría por la calle oscura y desierta que
atravesaba esa ciudad a la que acababa de llegar. Iba a comprar su “medicina
“como llamaba a la droga que se había olvidado echar en la maleta, mañana no podría dar su
conferencia sin ella. La primera impresión de la zona no podía ser peor, aún
así siguió corriendo a riesgo de ser asaltado. Cuando la luna se dejaba ver,
buscaba el número de la casa donde se escondían los traficantes.
Se paró
un momento y noto que algo iba detrás,
algo silencioso, sibilino, algo que le seguía y al volverse desaparecía. Con cada paso su miedo iba en aumento
impidiéndole pensar, jadeaba, le costaba respirar, el corazón latía
atropelladamente pero seguía corriendo.
Una farola
iluminaba la calle, en ese momento vio a su perseguidor pegado en una
pared cercana, tan igual a él que el miedo se convirtió en un terror
irracional, intento andar y el perseguidor también lo hacía, cada movimiento
suyo era repetido.
Cayó
muerto bajo la luz de la farola. Fue
solo un instante lo que tardo su sombra y el miedo en meterse debajo de su
cuerpo. La calle seguía estando desierta.