martes, 29 de diciembre de 2020

 

VOLVERAN LOS ABRAZOS

Desde mi ventana veo pasar la vida. Coches circulando, árboles a los que se les caen las hojas marrones del otoño, niños que salen del colegio, todo parece normal pero no lo es. Lo que captan mis sentidos es cualquier cosa menos humano.

Nos han privado de la sonrisa poniéndonos una máscara, la sonrisa que es exclusivamente humana. No hay abrazos, ni besos y se rehúye la cercanía del otro.

La niña que corre no la recibirán unos brazos abiertos cerrándose después alrededor de su cuerpo en ese contacto físico íntimo, donde saboreamos hasta el olor del otro.

Recuerdo los abrazos de mi madre que eran infinitos y yo intentando deshacerme de ellos para buscar algo mucho menos importante.

Abrazos de enamorados, cuando después de mirarse largamente a los ojos, se envuelven en él como si fuesen un solo cuerpo, inclinando la cabeza sobre el hombro del otro, sintiendo la protección y el cariño que pasa a través de los poros, como si de la osmosis del amor se tratase.

Abrazos a amigos, abrazos a ancianos, tan faltos de ellos. Abrazos, abrazos, abrazos…Ahora están prohibidos y pienso en cómo debían haber sido aquellos que di mal, sin entregarme del todo por la urgencia de algo, que para mí, no tenia espera, o esos que no di y que nunca recuperare.

Volverán otros y quiero  entrar en ellos como si cada uno fuera el último.

Pienso que si volvieron las golondrinas y florecieron de nuevo las madreselvas, ¿Por qué no van a volver los abrazos?

                                               

lunes, 28 de diciembre de 2020

 

       CUENTO DE LA NAVIDAD DEL 2020

 

Esta mañana hay un lio terrible en la fábrica de los Afectos. Obreros que corren de un lado para otro como si escaparan de un incendio, jefes de sección gritando como si les fuera la vida en ello. ¿ Que no sabéis a lo que se dedica esta fabrica? Pues os diré que es la fábrica mejor del mundo, dejaros de inventos electrónicos y  otras cosas raras, aquí fabricamos lo mejor para los niños y no tan niños…No son chuches, ni caramelos, ni eso que tanto os gusta que se llama, se llama… Ahora no me acuerdo.

De nuestras maquinas salen, se me hace la boca agua solo de pensarlo.

Pero todavía no os he dicho quien soy. Tengo el orgullo de ser el director de la fábrica B.A.A…. s.a. Tampoco sabéis lo que quieren decir esas letras ¿Verdad? Está claro como no salimos en las noticias, pues os lo voy a decir, significan: Besos, abrazos y achuchones, en los achuchones cabe todo, lo simplificamos para no ponerle más letras al nombre.

Bueno, pues tengo un disgusto enorme, no creo que lleguemos a arreglarlo para antes de Navidad que es cuando nuestra producción es mas reclamada, a lo largo del año también, pero con esto de los whatsApp , hemos perdido clientela y no vas a comparar un gran abrazo a los abuelos, a los padres o a quien sea, que siempre son bien venidos, con la cara de un muñeco feísimo que no sabes si te manda un beso o es que ha comido fresas y le ha quedado una en el labio, además , eso del guiño del ojo… ¿ A quién se le ocurre? En toda mi vida y es muy, muy larga, nunca he visto dar besos haciendo un guiño, parecería que dabas un beso de mentirijilla.

Lo que pasa en la fábrica es muy grave, figúrense que a Leopoldinne, el duende que mantiene la fabrica en funcionamiento de noche, la semana pasada se durmió durante 2 horas, ¡2 horas! Figúrense, todo parado tanto tiempo, las maquinas se han descompuesto, de la de los besos salen risas que no están mal, pero no es lo mismo, en la de los abrazos, carcajadas y palmas y en la de los achuchones y demás, para que decirle, se acercó Fili, el duende encargado de la maquina y del achuchón que recibió salió volando por la ventana y aun no ha vuelto.

 Está todo hecho un desastre, trabajamos sin parar desde entonces, pero no creo que podamos fabricar para esta Navidad toda la producción que se necesita. Pedimos a todos disculpas por tener una Navidad sin B.A.A…

Hemos pensado que si podemos fabricar algo, será para las personas que más lo necesitan. Abuelitos que viven solos o en casa grandes de esas en los que están todos juntos.

También para los niños de todo el mundo que sufren a causa de las locuras de los mayores.

A los demás ya se los mandaremos el año que viene. Disculpen las molestias.

Su seguro servidor. Director del B.A.A…

 

 

 

lunes, 9 de noviembre de 2020

 

LA SALIDA

Me han dicho que después del accidente he estado en coma dos años. Hoy me han dado el alta. El equipo que me atendía se ha pasado más de un mes preparándome para lo que me iba a encontrar a la salida. Como cada día mi mente trabajaba mejor, encontraba en sus palabras un exceso de inquietud al quererme hacer comprender lo mucho que había cambiado el mundo exterior. Me preocupaba un poco ese celo por no dejarme ver a mi familia. Pensaba en un desastre nuclear, un meteorito,..Cualquier situación horrible a la que hubiera tenido que enfrentarse la humanidad en estos dos años. Pero nunca podría igualarse a lo que mi mente creó durante ese periodo en el que dejó de proyectarse hacia el exterior pero, para mi martirio, siguió creando imágenes, situaciones, algunas veces terribles, un mundo real en el que el que estás inmersa y lo asumes como verdadero.

¡Qué equivocada estaba! Mi mente no se quedo conmigo o solo se quedo una pequeña parte, la que servía para mantenerme viva. La otra entró en el mundo como un ente sin cuerpo transmitiéndome lo que veía, las situaciones, el horror que, como un pulpo de millones de patas, iba introduciéndose en las personas hasta anularlas.

Sentí el terror de muchos ancianos solos, abandonados a su suerte, sin contacto con nadie, ni siquiera con sus cuidadores. Médicos que caían en la desesperación al no poder protegerse lo suficiente para hacer bien su trabajo y que, sin embargo, seguían. Cadáveres que no tenían sitio donde ir, algunos sin identificar a los que ya no se les daba el estatus de personas fallecidas sino simplemente cuerpos que había que quitar de en medio cuanto antes. Familiares que buscaban por todas las morgues, rodeados de ataúdes. Calles vacías, niños sin escuela, comercios cerrados. Políticos hablando como científicos y científicos comprados por los políticos.

Cuando salí por fin a la calle, la situación no parecía tan grave. Coches circulando, arboles con hojas marones de otoño, niños que salían del colegio. Pero pronto me di cuenta de que lo que captaban mis sentidos era cualquier cosa menos humano. Ni besos, ni abrazos, ni siquiera un pequeño roce. Nos habían privado de la sonrisa, poniéndonos una máscara, la sonrisa, que es exclusivamente humana. Todo era igual que lo que yo veía, y suponía  imágenes de una mente enferma, pero para mi desgracia ahora todo es real y lo voy a tener que pasar de nuevo, todo se está prolongando en el tiempo.¿ Hasta cuándo, Dios mío?

sábado, 10 de octubre de 2020

 EL MAR PEQUEÑO.

A principio de los años 60 del pasado siglo, cayó en mis manos propaganda de “La Manga Un Paraíso”. Eso decía el folleto y allí me fui. Era impactante ver esa lengua de roca donde chocaban las olas dejando su espuma en una tierra amarilla de dunas. Pero lo que más me llamó la atención fue que delante de esa muralla había otro mar, casi cerrado, sin olas, y en su interior tenía islas que se reflejaban en él como en un espejo. Seguramente se habrían replegado detrás de la muralla huyendo de los fuertes oleajes.

Mi idea era disfrutar las vacaciones en alguno de esos pueblecitos costeros, que inicialmente habrían sido solo de pescadores, y hacer excursiones para conocerlos todos. Me sorprendieron tantas palmeras casi a orillas del agua salada. Vi un volcán apagado al que las rocas en su cima, daban la forma de un dragón.

El primer baño fue increíble, el agua cubría poco, llegué nadando hasta una zona en que se hacía más oscura. El paisaje submarino era maravilloso, algas danzantes, pececillos con rayas negras, caracolas que dejaban una senda en la arena del fondo y hasta un caballito de mar que se me acercó con graciosos movimientos, sin temor. Al salir a la orilla y secarme un poco al sol, tenía la piel blanca de sal. Fueron unas vacaciones estupendas, pero pasaron cosas en mi vida que me impidieron volver.

Un día leí en la prensa una cosa que no podía creer. Ese mar pequeño, ese precioso lago azul se estaba muriendo. Ya no había algas, ni peces, ni caballitos de mar. En la foto tenía un color marrón grisáceo. ¿Cómo habían podido destruir esa maravilla?

Desperté sudando, había sido solo una pesadilla, ese verano decidí volver a pasar allí mis vacaciones.

lunes, 5 de octubre de 2020

LA VIDRIERA    noviembre de 2017

 

 

Tengo 50 años, soy soltera y odio viajar. En los viajes por muy programados que estén, suelen surgir imprevistos y a mí, me gusta tenerlo todo controlado. Es una manía, ya lo sé, pero cada cual tiene la suya.  Me refugio en lo seguro en lo conocido, no he querido sobresaltos en mi vida. Por eso creo que no me he casado.

 Así pensaba era yo, pero algo se salió de mi control.

Trabajo en una parroquia, soy la sacristana. Un oficio monótono, donde los ritos solo cambian con las estaciones, Don Felipe, el párroco, es ya muy mayor. Un día recibió una carta y ahí empezó todo. Un familiar le decía que su hermano estaba grave, me pidió, casi suplicando, que lo acompañase, pues no tenía muchos amigos que pudieran perderse una semana de trabajo. Dejó la parroquia en manos del sacerdote que nos habían mandado para que le ayudara al cual di las instrucciones pertinentes para que nada cambiase hasta mi regreso

Me pase el fin de semana mirando mapas, buscando las rutas más rápidas y seguras. No dormía, pensando en todas las cosas imprevisibles; perdernos, quedarnos sin gasolina en una carretera olvidada, que un animal me hiciera perder el control del coche… en fin todos los supuestos negativos que podía imaginar  mi cansada cabeza.

Y aquí estoy, viajando a la castilla profunda, en un coche pequeño, que no ha hecho más de 100Km seguidos y como es de suponer, yo tampoco. Pero Don Felipe se lo merecía,

Me iba gustando aquello, el durmiendo y en el casette siempre los mismos discos. Pasamos por pueblos olvidados, pero todos tenían su iglesia en mejor o peor estado.

Llegamos a media mañana, salude a la familia y me fui a dar una vuelta por el pueblo. Ya desde lejos me llamo la atención el gran campanario  y hacia allí dirigí mis pasos. Eso era terreno conocido y no esperaba sobresaltos.

No tenía mucha luz, fui recorriendo las capillas, hasta llegar al altar mayor: Un Cristo, unos Santos, el Sagrario, en fin lo de siempre.

Iba ya a darme la vuelta, cuando una voz saliendo de la oscuridad dijo.  No se vaya, espere es casi la hora. ¿La hora de qué? Dije yo. No hable por favor, solo mire al fondo del Altar Mayor.

De pronto como si de un milagro se tratara, entro un rayo de sol a través de la vidriera, que hizo saltar chispas al metal que los unía, Conforme se iba desplazando aparecían nuevos detalles en aquella maravilla de cristal,  que sin ese potente foco serian invisibles.

Tuve que sentarme, mareada de tanta belleza. No sé de quién fue la voz, pero se lo agradeceré toda mi vida.

Aquello era imprevisible. Desapareció la luz y me quede un buen rato pensando, en aquella iglesia oscura. ¡Cuántas cosas me había perdido, por querer controlarlo todo! La vida hay que dejarla discurrir,  porque no sabes que va a pasar en el minuto siguiente, seguir tu camino, con sobresaltos o monotonía, según toque, esperando paciente, que surja en ella otro destello que te haga vibrar.

 

 

 

 

 

 

  

domingo, 4 de octubre de 2020

 

         LA DESPEDIDA

Escena para dos mujeres, madre e hija.

La escena se sitúa en un cuarto de estar de clase media. Hay dos butacones y entre ellos una mesa en la que está preparado un servicio para infusiones.

Música suave y nostálgica.

Las mujeres están sentadas en los butacones. La tristeza se percibe en la escena.

Madre--- (la voz se le quiebra) Ya estoy aquí, ya acabó todo, será incinerado como quería, nos llamaran. (Suspira) Hija, no tengo siquiera el consuelo de poder darte un abrazo.

Hija----Mamá, toma un poco de tisana. Te hará bien. Cuéntamelo todo. ¿Te reconoció? ¿Preguntó por mí? ¿Estaba tranquilo? ¿Le dijiste que no me dejaron ir?

Madre--- Por favor hija, no me atosigues. Aquello era un horror. Médicos, sanitarios, todos corriendo de un lado para otro. Los pobres no daban abasto. No cariño, no me conoció, estaba sedado. Le cogí la mano y creo, o eso era lo que quería creer, me la apretó por un instante. No pude darle el último beso, de tantos aparatos como tenía puestos. Estate tranquila, no hemos podido estar con él, pero lo han cuidado bien.

Hija---Mamá, nos consolaremos pensando que ha muerto haciendo lo que quería. Hasta el día en que le detectaron el virus, estuvo en su puesto en el hospital

Madre--- ¿Te acuerdas cuando les decía a sus pacientes. Tu déjame tu cuerpo que yo te voy a entregar toda mi alma? Pues eso hizo, entregar su vida por la profesión que adoraba.

Hija--- ¡Cuantos días en mi infancia y sobre todo en la adolescencia, lo necesitaba y estaba en el hospital! Por eso decidí no ser médico como él, aunque ya sabes que siempre fue mi ídolo. Pero en ese momento no entendía que otras personas lo necesitaran más que yo.

Madre---A pesar de todo, se multiplicaba para atendernos y los ratos con él, aunque fueran cortos, los llenaba de tanto amor y ternura que no los cambio por otros de días enteros juntos y vacios.

Hija---Tienes razón, ha sido un padre maravilloso. (Sonríe) No sé cómo se las arreglaba, pero nunca faltó a una función del colegio, a una reunión de padres…

Madre---Ya solo recordaremos los buenos momentos que pasamos con él. Los malos, que también los ha habido como en todas las vidas, esos ya no existen.

Hija---Tienes razón mamá, tenemos que dar gracias por haberlo conocido y haber podido disfrutar todos estos años con él.

 

 

 

LA TERRAZA DE VERANO

Se oía una música agradable y pegadiza en la terraza donde quedábamos los veranos para continuar con lo que nosotros llamábamos “una relación intermitente”.

Había quedado con él para cenar y pasar juntos nuestro mes de vacaciones como llevábamos haciendo ya varios años, pero llegué bastante antes. Me gustaba disfrutar sola del ambiente bullanguero de los jóvenes, de esos farolillos que colgaban de los toldos movidos por la brisa y de ese sol rojizo que parecía destilar sangre sobre el mar, hasta que éste, enojado por la osadía, se lo tragaba poco a poco.

El olor a sal era tan intenso que apagaba incluso el de los espetones de sardinas que se hacían a fuego lento en la arena. En ese atardecer mágico la vida bullía a mí alrededor y por primera vez sentía que pertenecía a ella.

Todo estaba igual, sólo yo había cambiado, la enfermedad me hizo cambiar, me di cuenta de lo grande que era mi soledad, ya no me satisfacían esos amores intermitentes,  lo necesitaba a mi lado. Había comprendido que la libertad que tanto ansié podía ser también una libertad compartida, cediendo unas veces y ganando otras,  pero siempre juntos. ¡Cómo había podido estar tan ciega!

En aquellos meses horribles me di cuenta de lo grande que era mi amor por él, tanto, que me dolía más su ausencia en el paso lento de los días, que la  propia enfermedad.

Hoy le diría que sí, que tenía razón, que debíamos vivir juntos,  que había sido una loca por no escuchar sus ruegos con los que intentaba convencerme cada verano, de lo maravilloso que sería amanecer abrazados todas las mañanas del año y no solamente la triste limosna de un mes.

 El tiempo pasó sin darme cuenta. Estaba nerviosa. Se encendieron los farolillos de colores en  los toldos, cambió la música, se hizo más lenta y yo esperaba….

Fueron llegando parejas haciéndose arrumacos ¡Qué envidia me daban! Se incorporaban a la música con un abrazo que quería ser un baile, pero que en realidad era, o a mí me lo parecía, dejarse llevar por la vida en brazos del otro. Esta noche también yo bailaría así, meciéndome con la música y las olas hasta el final.

¡Qué tonta había sido!

Acabó la música, la gente se fue yendo. Me asustó el sonido de los camareros recogiendo las sillas. En mi desconsuelo alcé los ojos hacia una estrella grande y brillante para que no vieran mis lágrimas.

ÉL NO VINO.

sábado, 3 de octubre de 2020

 

LA ESTATUA

 

Está amaneciendo. Es 2 de Mayo de 1927. Mi día, mi gran día, después de tantos años soy de nuevo el protagonista. Estoy en lo alto de un pedestal de mármol blanco, con la placa, la concha del apuntador, un pequeño parterre con flores, una fuentecita y encima de todo yo Isidoro Maiquez Rabay  fundido en bronce, con traje goyesco, ademan teatral y una gran capa. Me esculpió Ortells, no he quedado mal, pero con este traje algunos ignorantes pasando los años me han confundido con un torero. Mejor hubiera quedado de Otelo, mi personaje favorito. Hasta el gran Talma me dijo: Eres mejor Otelo que yo mismo. Y eso es un gran halago Pero, en fin no me quejo, represento una gran figura declamatoria.

Me han colocado mirando hacia el mar, no lo veo pero sé que está allí porque en esta ciudad nací y disfruté correteando por sus calles hasta la mocedad.

Estoy en el centro de la plaza, no me merezco menos, ya era hora de que mi ciudad se acordara de uno de sus más preclaros hijos.

Desde bien temprano está llegando gente, a media mañana el público ya lo invade todo, veo balcones y terrazas con colgaduras, llenas de personas de todas las edades, hasta el gobernador Civil ha venido, no podía ser de otra manera, A la cabeza va  D. Alfonso Torres, Alcalde de la ciudad, al que le agradezco este monumento, después los concejales, militares de alto grado, representación del cuerpo consular y de  toda la sociedad cartagenera.

Suena música española a cargo de la banda del tercer regimiento de infantería de marina. A mi alrededor habían depositado tal cantidad de coronas de flores, que don Alfonso se vio un poco apurado al acercarse y descubrir, ante los atónitos ojos  de sus conciudadanos mi escultura.

Empezaron a leer glosas en mi honor, pero la que más me gusto fue la el Alcalde, Un ingenioso discurso, sí señor. Lo más emotivo fue el final  cuando el gran barítono Marcos Redondo cantó el himno a La Libertad de la zarzuela la Calesera. Se creó en la plaza una atmosfera difícil de describir, sobre todo por mí, que nunca he sido muy dado a esas efusiones del espíritu, pero tengo que reconocer que también participe de esa emoción, aunque con el paso de los años se haya popularizado en esta ciudad el dicho: Eres más duro que Maiquez. En aquel momento, porque ya era solo estatua, que si no alguna lagrima disimulada se me hubiera escapado.

Llego la noche me fui quedando solo y pude entretenerme en contemplar donde estaba. En esta plaza antes había un convento de los padres Franciscanos, de ahí su nombre, que fue víctima de la desamortización de Mendizábal y seguramente al quedar abandonado y ruinoso, lo demolerían para dar paso a esta céntrica plaza. Desde aquí veo paseos centrales de cemento, parterres con palmeras y otros árboles que cuando se hagan grandes darán buena sombra en verano. Lo que más me gusta son los puestos de las floristas de piedra y hierro forjado, llegan temprano con sus canastos llenos de macetas y flores. Hay mucho bullicio en esta plaza.

Y así fue pasando el tiempo, ya casi nadie se paraba a contemplar mi estatua, solo los niños que jugaban en la plaza me hacían compañía.

En verano las vecinas sacaban sus sillas a la puerta, algunas veces había verbenas, música, gente bailando, parecían felices. Y paso por encima de todos ellos la vida. Yo les veía crecer, hacerse mayores, desaparecer de este teatro en el cada uno tiene su papel.

Un día empecé a notar algo raro en el aire, había tensión, gritos, insultos, la palabra maldita GUERRA volvía a oírse. ¿Guerra contra quien? ¿Otra vez los franceses? No, esta vez era mucho peor, españoles contra españoles. Me llamaron afrancesado aunque solo quería llevar la cultura a este gran pueblo tan falto de líderes, donde el pensamiento fluyera libre, pero parece que no lo conseguimos, ni yo, ni ninguno de mis contemporáneos por mucha fe que pusimos en ello.

Comenzaron a cavar en la plaza un refugio para esconderse cuando llegaran las bombas, esas que caían desde el cielo. No habíamos aprendido nada. Una guerra no la gana nadie y cuando todo pasa, las personas no tiene tiempo ni ganas de pensar, de revelarse, bastante hacen con subsistir y entonces se instala en sus mentes la cultura del vencedor.

Pasaron los años y volvió el bullicio a la plaza, marinos de uniforme blanco o azul, según la estación. Chicas paseando carritos con niños, limpiabotas, fotógrafos ambulantes, pintores que allí mismo realizaban sus obras y en una pequeña subasta las vendían. Se notaba que eran tiempos duros para muchos. El cine tomaba fuerza en detrimento del teatro. Hasta una sala llamada Teatro Maiquez pasó a ser Cine Maiquez, por lo menos conservaron mi nombre, después de dos siglos casi nadie se acordaba de quien fui yo. La vida, cambia pero los niños seguían en la plaza, en verano tomaban Chambis sentados a mi alrededor y protegidos del sol por aquellos pequeños arboles ya convertidos en grandes y señoriales monumentos.

Un día decidieron cambiar el suelo de la plaza, le pusieron trozos de mármol de muchos colores, no me gusto nada, además la gente se resbalaba, ¡cuántos vi caerse al atardecer cuando el lebeche viene cargado de humedad! Pero a mí me dejaron presidiendo la plaza, faltaría más, aunque los trabajadores me miraban de reojo y hacían mofa de mi indumentaria. ¡Hasta donde llegaba la incultura! ¡Yo que había modernizado el teatro!  Yo que había sido uno de sus ciudadanos más importantes, ya nadie se acordaba de mí. Solo los niños me acompañan, los más osados trepan por mi capa hasta llegar a sentarse en mi brazo. Siempre he sido un hombre duro, con un genio endiablado pero mis biógrafos tendrán que añadir esta debilidad mía por los niños de esta plaza.

Un día me sorprendió un pequeño grupo de personas depositando una corona de laurel a mis pies, no me habían olvidado. Recitaron poemas, hicieron algunas escenas, yo estaba ilusionado, orgulloso, pero pensé  esto será pasajero, pronto me olvidaran de nuevo. No fue así, siguieron todos los años y hasta representaban escenas de mi vida, era estupendo ver otra vez a Moratín, a mi querida Antonia y a mí mismo en animada charla. Pero mucha gente seguía sin saber quién era yo.

Otra vez iban a remodelar la plaza, la verdad es que le hacía falta. Un día veo venir a unos trabajadores que poco a poco van desmantelando mi monumento, será para ponerme en otro sitio más principal pensé y por fin cambiaran la placa para que todo el mundo sepa quién fui yo. Pero no, me montaron en un camión camino de un almacén. ¡No me merezco esto! Allí estuve guardado, no sé cuánto tiempo hasta que un día me volvieron a llevar a la plaza, pero no podía creer lo que veía, habían instalado el monumento al fondo, entre dos grandes árboles. Un monumento que había sido ideado  para ser visto por ambos lados y poder dar la vuelta a su alrededor. Allí me colocaron. Ah, rompieron la concha del apuntador que aun sigue sin arreglar.

Pero no todo fue  malo. A partir de entonces, se juntan los actores y el público el día del teatro, También celebraron con escenas ambientadas en mi tiempo, los 200 años de mi nacimiento y niños, jóvenes y mayores se reúnen aquí, para declamar y darle valor a este arte tan importante para la cultura que es el arte dramático, viviendo otras vidas entre palabras y versos.

Para redondear mi feliz estado de ánimo, han puesto hace poco un Tótem a mi lado en el que por fin explican quien fui y algunas de las muchas cosas importantes que hice para engrandecer este maravilloso arte que es el Teatro. Mi vida no ha sido en vano.

Gracias ciudad de Cartagena y ¡¡Que viva el teatro muchos siglos más!!

 

 

 

 

sábado, 30 de mayo de 2020


    ME ACUERDO DE…

Me acuerdo del estreno de Gilda.
Me acuerdo del roce de la soga al saltar a la comba.
Me acuerdo de un beso, como alas de mariposa.
Me acuerdo de cuando contábamos estrellas.
Me acuerdo del sabor de la caña de azúcar.
Me acuerdo de las primeras votaciones en libertad.
Me acuerdo del olor del mar.
Me acuerdo de juegos y risas de niños.


INTRODUCCIÓN DE UNA ENTREVISTA AL PERIODISTA Y LOCUTOR
                CARLOS ALSINA ALVAREZ

Ante todo darte las gracias por haber aceptado esta entrevista, y decirte que es para mí un honor poder hacérsela a uno de los mejores periodistas de este país, tanto de lápiz como de micrófono.
Eres un hombre joven, con mucho por hacer. Naciste en octubre del año 1969 en Madrid. Estudiaste periodismo y tus comienzos fueron en medios escritos, ABC, Cambio 16. A partir del 2003 empezaste a alternar el papel con las ondas. En la cadena Onda cero has dirigido La brújula y ahora Más De Uno que se emite por las mañanas. Si se oye una vez tu comentario de España a las ocho ya se convierte en un vicio y te despiertas para oírlo, aunque no tengas que madrugar.
Acumulas a lo largo de tu carrera muchos premios pero yo creo que el más valioso para cualquier periodista es el premio Ondas que te otorgaron tus propios compañeros. Soy fan tuya desde los tiempos nocturnos de la brújula y tu voz era la última que oía antes de que el sueño se apoderara de mí.
La naturaleza te ha dotado de un poderoso medio de comunicación que sabes modular muy bien para que a tus oyentes, no solo les llegue el sonido, sino también las emociones que quieres trasmitir en cada momento. Eso lo has demostrado en esta maldita epidemia, siempre animando y no mordiéndote la lengua cuando había cosas que no estaban bien, pero solo con una fina ironía de la que todo el mundo era consciente. Tu diario de la pandemia  acusando de los tremendos errores que ha habido, sin alarmar, ni agobiar a los oyentes, siempre intentando buscar el lado positivo, tiene que haber contribuido bastante a calmar la incertidumbre en la que estamos metidos. La idea de reunir a los oyentes en torno a una canción fue buenísima: “Facciamo finta che”. Ese era el espíritu que querías trasmitir. Sobre este programa radiofónico va a versar la entrevista y sobre los nuevos retos que como buen periodista y hombre inquieto piensas afrontar.





        LA NEGACIÓN
Escena para dos actores. Una madre y un hijo.
Descripción de la escena: La madre de mediana edad, sentada en una mecedora haciendo punto. El hijo un joven de unos 20 años, mirando por una ventana ¾ al público. En la escena se respira tensión.
Música suave que va desapareciendo conforme la discusión aumenta su volumen.
MADRE:( voz autoritaria) Luis, ¿Qué haces ahí parado? Anda deja de vaguear, ve a la compra, que luego se te hace tarde para preparar la comida.
HIJO:(voz pausada) No madre, no. Esto se acabo. Vas a tener que levantarte y hacerte tú las cosas. Ya me has tenido esclavizado demasiado tiempo.
MADRE: Sabes que desde el escándalo de tu padre, no tengo fuerzas para hacer nada. ¡Aquellas injurias! ¡Aquellas calumnias! Porque todo fueron calumnias, acabaron con él y a mí me dejaron...
HIJO: (sin dejarla terminar, se vuelve hacia ella) Demasiado bien sabes, que no fueron calumnias, ¡deja ya de vivir en tu mundo de fantasía y afronta de una vez por todas la realidad.
MADRE: No sigas mal hijo, tú también estabas contra él. Creíste las habladurías esas de que se había enamorado de su compañero y habían decidido irse a vivir juntos. (Se levanta y le amenaza con el dedo) Pues has de saber que tu padre era muy hombre, ¡si lo sabré yo! Entre todos le arruinasteis la vida y por eso se suicido.
HIJO: No es cierto, él venía a mi cuarto llorando muchas noches y me contaba tu  continua negativa a dejarle libre. Por eso se mato, por tu culpa, que no le apoyaste por miedo al escándalo.
MADRE. (Despreciativa) A ti te iba a contar, ¿Qué entenderías tú?
HIJO: Si madre, sí que lo entendía y mucho más que tú…Porque yo soy como él.

(No se poner las cursivas en el ordenador)


          EL HOGAR
Tengo 40 años pero no los aparento, soy de buen material y he estado bien cuidada. Pero lo importante no es lo que soy, ladrillos, cemento, hierro, de eso con mejor o peor calidad estamos hechas todas las casas. Pero somos mucho más, somos un hogar, en el percibimos sentimientos como amor, deseos, frustración, desengaños, en fin las emociones humanas buenas y malas. Por eso cuando los seres humanos entran por primera vez en una casa deshabitada hace mucho tiempo, sienten un recogimiento, una sensación de estar profanando algo intimo, esas palabras que han quedado en las paredes y que cuentan la historia de otras vidas.
Lo primero que sentí fue, cariño, humor, risas de niños, juegos. Había alegría. Más tarde, conversaciones de adolescentes, susurros, discusiones, enfados. Pero seguía sintiendo cariño. Poco a poco fueron apagándose las voces jóvenes, a las que oía solo de vez en cuando y entonces la alegría de los habitantes se desbordaba, eran felices juntos, volvían por unas horas a lo que durante muchos años fui yo, su hogar.
Quedaron dos voces unidas por los recuerdos y sentía que su amor seguía ahí, pero había cambiado, muchas veces no necesitaban hablar, porque que estaban unidos por algo que solo da el tiempo y el cariño.
Después de un verano, me extraño oír solo una, que vagaba como un alma en pena, recorriéndome entera, intentando sacar de mí, la felicidad perdida. Pasaron los años y me fui quedando grandes ratos sola, la voz que quedaba estaba retomando su vida, pero algunas veces hablaba con sus recuerdos tocándome con cariño.
 Llego un momento en que esa voz,  pasaba mucho más tiempo conmigo, que digo más tiempo, todo el tiempo, entonces sí que hablaba dando largos paseos de una de mis habitaciones a otra. Estaba como aturdida, algo había pasado que la obligaba a estar todo el día y la noche aquí. Organizo su nueva vida, la vi escribiendo un diario, que a veces leía en voz alta. Volví a escuchar las voces de los jóvenes de lejos y otra vez voces de niños también en la lejanía.
Ya desaparece de vez en cuando y me alegro. Quiero a esta familia y creo que he sido un buen hogar para ellos.

sábado, 16 de mayo de 2020


           HAIKU
Barcos, papel.
El agua cristalina.
Risas de niños.


         EL SEÑOR SCROOGE
El señor Scrooge estaba sentado en su mecedora cerca de la ventana que daba al jardín, viendo caer la nieve. Sobre la manta a cuadros que tenía en sus debilitadas piernas, dormía el único amigo que le quedaba, su gato Pirracas.
Con los ojos entornados veía transcurrir su vida. Una vida feliz. Había disfrutado de riquezas, pero la mayor de ellas habían sido sus muchos amigos a los que ayudaba en caso de apuros. Siempre pensó que era mejor tener 10 amigos que 10 libras. Estaba triste en ese caserón que había sido vivienda provisional para muchos necesitados de ayuda, a cambio llenaban el aire de sonidos de niños, cariño y olores a buena comida.
De pronto, dejo de nevar. Por el jardín, al otro lado de la ventana, se aproximaba una figura, sus ojos no veían ya con claridad y hasta que estuvo cerca no lo reconoció. Era su secretario, un hombre enjuto y triste, daba la impresión que todas las desgracias del mundo hubieran caído sobre sus hombros, de lo encogido que andaba. ¡Años le costó hacer que tuviera una visión más positiva de la vida. Cuando llego a la ventana, atravesó el cristal y se sentó en el sillón que había al lado de Scrooge. Este se alegro mucho de verlo, aun sabiendo que había fallecido años antes. Pero los ancianos casi nunca separan los recuerdos de la realidad, así que no le dio importancia.
Max, su secretario, empezó a hablar, su voz era la de siempre, pero había perdido ese aire de enterrador que siempre llevaba encima.
--Sr Scrooge , vengo a darle las gracias por todo lo que hizo por mí, sin su ayuda y sus consejos no hubiéramos podido salir a delante. Cuando mi mujer enfermó, usted nos mando a los mejores médicos, aunque la muerte no estaba dispuesta a dejarla, nuestro agradecimiento fue el mismo y le hicimos un hueco en nuestro corazón.
Al Sr Scrooge se le saltaron las lágrimas, era de llanto fácil y muy sentimental. Cuando se tranquilizo, vio al lado del secretario a un joven militar que también le sonreía.
¿Quién eres tú? Le pregunto. Soy el hijo de su amigo Jorge. Usted pago mis estudios pudiendo así realizar el sueño de mi vida, ser médico. Pero llego la guerra, me movilizaron y allí acabaron mis días, fui feliz ayudando a los soldados y se lo debo a usted.
Fueron llegando más y más figuras, tantas, que el jardín se lleno de sonrisas. Su vida, pensó, había sido una buena vida y dejando a Pirracas en el suelo se fue atravesando el cristal, con sus amigos.



miércoles, 13 de mayo de 2020


         LA DESPEDIDA
Escena para dos mujeres, madre e hija.
La escena se sitúa en un cuarto de estar de clase media. Hay dos butacones y entre ellos una mesa en la que está preparado un servicio para infusiones.
Música suave y nostálgica.
Las mujeres están sentadas en los butacones. La tristeza se percibe en la escena.
Madre--- (la voz se le quiebra) Ya estoy aquí, ya acabó todo, será incinerado como quería, nos llamaran. (Suspira) Hija, no tengo siquiera el consuelo de poder darte un abrazo.
Hija----Mamá, toma un poco de tisana. Te hará bien. Cuéntamelo todo. ¿Te reconoció? ¿Preguntó por mí? ¿Estaba tranquilo? ¿Le dijiste que no me dejaron ir?
Madre--- Por favor hija, no me atosigues. Aquello era un horror. Médicos, sanitarios, todos corriendo de un lado para otro. Los pobres no daban abasto. No cariño, no me conoció, estaba sedado. Le cogí la mano y creo, o eso era lo que quería creer, me la apretó por un instante. No pude darle el último beso, de tantos aparatos como tenía puestos. Estate tranquila, no hemos podido estar con él, pero lo han cuidado bien.
Hija---Mamá, nos consolaremos pensando que ha muerto haciendo lo que quería. Hasta el día en que le detectaron el virus, estuvo en su puesto en el hospital
Madre--- ¿Te acuerdas cuando les decía a sus pacientes. Tu déjame tu cuerpo que yo te voy a entregar toda mi alma? Pues eso hizo, entregar su vida por la profesión que adoraba.
Hija--- ¡Cuantos días en mi infancia y sobre todo en la adolescencia, lo necesitaba y estaba en el hospital! Por eso decidí no ser médico como él, aunque ya sabes que siempre fue mi ídolo. Pero en ese momento no entendía que otras personas lo necesitaran más que yo.
Madre---A pesar de todo, se multiplicaba para atendernos y los ratos con él, aunque fueran cortos, los llenaba de tanto amor y ternura que no los cambio por otros de días enteros juntos y vacios.
Hija---Tienes razón, ha sido un padre maravilloso. (Sonríe) No sé cómo se las arreglaba, pero nunca faltó a una función del colegio, a una reunión de padres…
Madre---Ya solo recordaremos los buenos momentos que pasamos con él. Los malos, que también los ha habido como en todas las vidas, esos ya no existen.
Hija---Tienes razón mamá, tenemos que dar gracias por haberlo conocido y haber podido disfrutar todos estos años con él.



sábado, 9 de mayo de 2020


              DOS AMIGOS
En este relato los protagonistas son dos elementos representativos de dos países, sobre todo de dos ciudades, Londres y París. El protagonista de la primera es el Big-Ben, el reloj de la famosa torre de Londres y en París la vidriera frontal de la Catedral de Notre Dame. Imaginemos una conversación entre ellos.
¡Hola! Querido amigo, hoy me han llegado bastante nítidas tus campanadas. Cuando tenéis borrasca del oeste siempre pasa y me alegro que después de tantos siglos estés en perfecta forma y funcionando, iba a decir como un reloj, ¡Qué tontería!
Buenas horas, minutos y segundos tengas, preciosa vidriera, ¿De qué quieres hablar hoy? Si por mí fuera te podría contar miles de cosas que han ocurrido bajo mis agujas, por nombrarte alguna, los bombardeos de esos malditos alemanes, día tras día que movían hasta mis cimientos ¡Yo, que soy el objeto más importante de este país! Todos me miran, y no solo porque les doy la hora sino que lo hago según el meridiano de Greenwich.
No te pongas flores, querido amigo, porque a fin de cuentas, solo señalas el paso del tiempo que correría igual sin ti. En ello, no hay belleza. Para belleza la mía, cuando el sol penetra a través de mí formando un arco iris de colores en el altar mayor. Fue maravilloso el día en que nuestro emperador Napoleón, le quitó de las manos la corona al arzobispo y antes de ponérsela, incidieron los rayos sobre las gemas que tenia. Parecía que saliese fuego de ella. Porque yo, amigo, puedo ver por los dos lados. No soy como tú, que detrás solo tienes ruedas, tornillos y tuercas. ¡Qué cosas tan prosaicas!
¿Y qué me dices de lo que pasó antes de tu famoso emperador? Sois un pueblo de barbaros, mira que andar cortando cabezas con una cuchilla? Con lo desagradable y sanguinolento que es eso. Nosotros con la soga tuvimos bastante y algún que otro “chamuscado” es verdad, pero no llegamos a contagiarnos de vuestra afición por esos espectáculos. Los ingleses somos muy civilizados.
¿Civilizados?, si yo te contara las cosas que he visto y oído desde aquí, te ibas a enterar de quienes son los civilizados.
Perdona “monina”, pero tengo que dejarte, faltan pocos segundos para dar la última hora de este día. Si quieres en otro momento podemos seguir hablando de sucesos ocurridos en nuestras dos ciudades.

 


                SOLILOQUIO
Estoy esperando que vuelva, después de una pelea siempre lo hace. Sé que la culpa es mía, yo lo provoco, me gusta saber hasta dónde llega mi dominio sobre él. ¿Esta vuelta será voluntaria o como siempre se verá arrastrado hacia mí por lágrimas, ruegos y engañosas intenciones de cambiar? No soy buena, no debí volver a hacerlo, tiene que tener su espacio, pero y si en ese espacio encuentra algo...Lo reconozco, soy muy posesiva, lo quiero solo para mí, sin ningún resquicio por el que entre un aliento nuevo. Llorare, le pediré perdón aunque no lo sienta. Si eso es lo que tengo que pagar para que se quede conmigo ¡Bien pagado está!

martes, 5 de mayo de 2020


DISCUSIÓN FAMILIAR
Qué bien, Carmen, nos han puesto juntas en la mesa, de vez en cuando una charla con mi cuñada preferida no viene mal. Pues Lucy, esto tiene que haber sido cosa de mamá. Si, guapa, pero cuando me llamaste para esta reunión familiar se te olvidó decirme que te pondrías ese jersey tan hortera que nos regaló, me lo he puesto por no hacerle un feo, pero no va nada con mi estilo, la verdad es que ha sido por tu hermano, porque ella no se lo merece, aún sigo siendo la” fulana” que le quitó a su Luisito, se está volviendo insoportable.¡¡ No te consiento que hables así de mi madre!! y ya que estamos, te diré que haces el ridículo con esos aires de grandeza, una inútil como tú, si no fuera por el braguetazo que diste con mi hermano…No, mama, no pasa nada. Es que Lucy quiere agua y voy a traérsela. Es una suerte que mi madre tenga roto el audífono.

jueves, 30 de abril de 2020


               EL VIAJE
Me despedí de él para unos días y ya había pasado más de un mes. Un mes de soledad y tristeza. Un mes oscuro y gris para mí aunque el sol brillara en lo alto. No sé cuando podre reunirme con él. Todo vino de improviso, nadie se lo podía imaginar pero de un día para otro cerraron las fronteras, las regiones y hasta las puertas de las casas.
Quería que le acompañara, total un fin de semana en Marsella, sonaba bonito, pero por pereza, aduciendo trabajo que no tenía, le convencí  entre besos sobre las almohadas, para no ir. ¡Me arrepentiré toda mi vida! ¿Y si no volvemos a encontrarnos? Puede que ocurran tantas cosas que no podemos controlar, que mis ojos ya no tienen lágrimas.
Tenía que ir a Marsella por motivos de trabajo y quedó allí atrapado en medio de esta vorágine del mal que se ha desatado en todo el mundo.
Ya ha llegado el verano, todo se ha ido suavizando, el horror llego a la cima y al no poder subir más desciende lentamente, lo suficiente para poder sacar un pasaje a Marsella en un barco de cabotaje. Durante el trayecto mi alegría iba también en desescalada ¿Y si no nos dejaran desembarcar y tuviéramos que pasar meses en esta nueva prisión?
Una mañana bien temprano oí la sirena del barco y al asomarme, ante mis ojos tenía una ciudad preciosa, mediterránea como la mía, bañada por un sol brillante. Tardamos unas horas en atracar. Me faltaba la respiración, no sé si por el calor o por los nervios.
Lo vi en el muelle esperándome y en ese momento mi corazón ardía como Marsella bajo los rayos del sol.


sábado, 25 de abril de 2020


SE BUSCA COMPAÑERA
En un lugar apartado del condado de Devonshire había una casa antes señorial ahora “señorona “porque el tiempo y la desidia han arruinado su imagen. Aquí vivimos mi amo y yo, bueno yo sé que es mi amo, pero él no sabe ni siquiera que existo, si lo supiera habría cogido la escoba y me hubiera molido a escobazos.
Yo soy el ratón de la casa, pero no un ratón cualquiera, mis antepasados se hunden en la estirpe más profunda de los señores nuestros amos. ¿A que hablo bien? mis padres me dijeron que así había de ser por la casta de la que venimos y yo sigo su consejo. Pero tengo una tristeza muy grande, nuestra estirpe ratonil acabara conmigo si no le pongo pronto remedio. No piensen mal, yo soy un Macho Alfa de los ratones, es que no tengo compañera. En esta casa no hay mas ratón que yo, la culpa la tiene la ridícula, vieja y antipática hermana de mi dueño, Dos veces por semana viene a traerle comida y a arreglar los cuatro trastos que quedan. En las malas épocas se vende hasta el alma y eso fue lo que hicieron sus antepasados.
Se me ha olvidado decirles que es viudo, su mujer sí que era toda una señora. Me dejaba un platillo con queso y otro con leche cerca de mi escondite, pero desde que murió todo es ruina y caos.
Ya oigo la carreta da la arpía, vendrá como siempre con su gato Bigotes, para que mientras ella limpia  él también limpie. Además la muy bruja pone unos artilugios que una vez casi pierdo mi hermosa cola. Por eso he tomado la determinación de salir de la casa y subirme a la carreta cuando ellos se bajan, por que el olor a caballo es tan fuerte que mi rastro no lo detecta el Bigotes.
Ustedes se preguntaran porque no me marcho, que quieren que les diga, ya soy mayor y le he tomado cariño a mi amo además no pierdo la ilusión de crear aquí mi familia. Por eso les pido un favor: si ven por ahí una ratita de color marrón clarito, finos bigotes y ojos negros de muñeca, tráiganmela, tengo que procrear y así…. No hay manera.

Milagros

miércoles, 22 de abril de 2020


LOS SUEÑOS------- (Teatro)

¡Los sueños! ¡Que seria de la humanidad sin ellos!
Ya los primeros hombres, estando en las cuevas, soñaban con saber qué había detrás de” esa” montaña y fueron a por su sueño.
Los sueños son una cualidad que solo los humanos poseemos. Imaginar el futuro y adaptarlo a nuestros deseos. Eso son los sueños. Mientras estás en el camino todo es alegría, ilusión, cada vez que saltamos un tramo para acercarnos más a él. Pero una vez conseguidos explotan como una pompa de jabón y enseguida buscamos otro sueño que realizar, porque lo que nos anima, nos mantiene la ilusión, es el reto.
Sueños hay de muchas clases, colectivos, de sociedades enteras clamando por su libertad. Individuales, estos casi nunca se expresan, por miedo de conjurar algún demonio que los haga explotar antes de tiempo
Me vais a permitir que os cuente un cuento sobre los sueños.
Una niña está en un banco, es un día de sol sin viento, pocas nubes pasan despacio, como la infancia, cargadas con sus sueños.
Pasa el tiempo y una joven mira al cielo, en el que unas pocas nubes ayudadas por una suave brisa, van dejando caer gotas que para ella son los sueños no cumplidos, pero aun pasan muchas llenas de agua y deseos por cumplir.
El tiempo sigue su curso y una mujer en un banco contempla un cielo cada vez más oscuro y sobre su rostro van cayendo a la vez el agua y los sueños frustrados, por sus mejillas resbalan juntas lagrimas y lluvia. Pero sigue intentándolo.
Termina el cuento con una anciana que bajo su paraguas mira la plaza desierta y oye el ruido que hace la fuerte lluvia. Ya no hay una nube misericordiosa que el viento se lleve con los pocos sueños que le quedan. Todo pasa muy deprisa. Lo que resbala por sus mejillas no son lagrimas, sus ojos se fueron secando a lo largo de la vida mientras muchos de sus sueños caían formando barro sucio con la tierra.
Pero la anciana sonríe, piensa en los sueños que si se realizaron y siente que solo por ellos ha merecido la pena vivir. ¡Así son los sueños!




martes, 21 de abril de 2020


UNA MUJER        diciembre 2019-12-03

Me llamó la atención la primera vez que la vi. Estaba sentada con las piernas encogidas y la espalda recta descansando en la pared de un edificio enfrente de mi casa.
Mi pensamiento la olvidó enseguida centrándose en los asuntos del día a día.
Pasaron unos días y la volví a ver en el mismo sitio, en la misma posición. No se movía, parecía una figura triste de ésas que adornan ahora las ciudades. Me detuve un poco alejada para observarla. Me intrigaba. Era distinta a todas las personas necesitadas que te encuentras suplicando una limosna por la calle. Tenía la mirada perdida, no la dirigía a las personas que pasaban, no mostraba interés por ellas. A su lado había un vaso de papel con algunas monedas y otro con algo que parecía vino. El cigarrillo se le consumía entre los dedos.
No podría precisar su edad. Tenía el pelo entrecano, pero en su cara noté las arrugas del sufrimiento, no de la vejez. Pensé que era bastante más joven que yo. ¿Qué la habría llevado a esa situación? No pedía ni suplicaba nada, simplemente estaba allí, como ejemplo de que el fracaso también existe en la sociedad de la opulencia.
Algo se me removió por dentro y le di unas monedas. Ni siquiera me miró, ni dio las gracias. Pasaba de mí. Un sentimiento de culpa me invadió.
Todos los días al salir de casa la buscaba con la mirada y allí estaba como siempre, sentada en el suelo, las rodillas encogidas, el sempiterno cigarrillo entre los dedos. Hacía lo posible por pasar a su lado y dejarle unas monedas. Eso aliviaba un poco mi sentimiento de culpa pero, por las noches, a solas con mis pensamientos, me preguntaba ¿por qué ella y no yo? Toda su imagen me decía que había tenido otra vida.
Una vez me atreví a dirigirle la palabra. Levantó hacia mí sus ojos vacios de expresión y slo movió la cabeza con un gesto casi imperceptible. No le interesaba lo que yo le decía. Volvían a mi cabeza las preguntas de siempre. ¿Qué circunstancias la habrían llevado a ese estado? ¿Habría dejado atrás una vida muy distinta? ¿Por qué no se dejaba ayudar? Seguía pensando que su aspecto no era el de una mendiga, no me cuadraba su imagen ni ese desdén con el que miraba todo a su alrededor.
Parecía haberse desprendido de una de esas capas que nos ponemos para que la vida nos resulte más agradable, daba la impresión de no necesitar nada ni a nadie. Pero en sus ojos se veía una infinita tristeza, no había alcanzado la paz, esa paz tan necesaria para perdonar a los demás, pero sobre todo para perdonarse a ella misma.
Una noche, ya tarde, al bajar la persiana, la vi enfrente de mi casa en la misma posición de siempre. No pasaba ya nadie por la calle. Parecía solo una mancha en la  blanca pared del edificio.
¿Por qué se castigaba de esa manera? Están los Servicios Sociales a los que podía acudir, pero eso sería como deberle algo a esta sociedad que la había marginado.
Miré mi casa, tan acogedora, tan cálida, con tantos momento de vida recogidos en imágenes y objetos. Volví a preguntarme ¿Por qué ella y no yo? ¿No habría sabido elegir en un momento determinado el camino correcto?
Pero eso a mí no me importaba. Esa noche no pude dormir pensando en ella y en tantos como ella que, por diversas causas, esta sociedad tan hipócrita había olvidado.
Intentaría de nuevo ofrecerle mi ayuda, que confiara en alguien. No se puede ir por la vida sólo con resentimiento y soledad.
No la he vuelto a ver. Quizás se cansó de mi insistencia. Quería ayuda pero sin compromiso. Pienso que rechazaba lazos y afectos para no perderlos.
Quizás ésa fuese su historia. 


MILAGROS MARQUEZ



EL DESEO CUMPLIDO
Estoy muy contento. Se me ha concedido el último deseo que tuve antes de que aquella pandemia del siglo XXI me llevara al otro barrio, que es en el que he estado hasta ahora. Mi deseo era volver a la Tierra al cabo de unos siglos para ver qué tal le había ido a los que quedaron y si habían aprendido algo.
Y aquí estoy otra vez, me parece que he llegado en carnaval, pero creo que no, porque ya llevo tiempo aquí y no han cambiado. Ellos no me pueden ver. A saber dónde y cómo estarán mis restos con ese lio que tenían entonces. Pero eso no me importa, lo que quiero es saber de ellos
Cuando voy por la calle, ¡Me pego cada susto! Esta gente ha mutado, de todos ellos salen así como llamas y tienen cuatro ojos, hay uno en la esquina de la calle, que toca el tambor y los tiene cerrados, lo mismo podía tener veinte y seguir tocando. Me tropiezo (es un decir) con un fulano que lleva una corbata negra y una guitarra de colorines, ¿A quién se le habrá ocurrido? Y además el tío tiene llamas por todos sitios. ¿Estaré en el infierno? No, ya dijeron en mi siglo que no existía. Estaría bueno que además de lo que pasamos en la tierra después nos siguieran “puteando”.
Pero todos estos parecen un poco pirados. Al lado del de la guitarra, formaran dúo seguramente, hay uno que toca la trompeta de la que sale fuego en lugar de sonidos, son como los políticos de mi época. Al doblar una esquina, me encuentro con una mujer, o eso parece,  que no se si lleva un acordeón o un vaso grande de palomitas. y cógete al cantante que tiene un solo ojo,( ese ha mutado para atrás) con ese micro tan cutre.
Definitivamente no es lo que me esperaba. Me vuelvo al más allá, porque el más acá es mucho peor de lo que me creía.
MILAGROS


lunes, 20 de abril de 2020


CUENTO PARA NIÑOS.
Me han encargado la portada de un cuento para niños. El día está gris y cargado de malos presagios. Si no les gusta a los editores, no podre pagar las deudas ni seguir comiendo hasta otro encargo. Pero no voy a venderme haciendo lo que me pidieron, algo edulcorado y ñoño. Mi espíritu y mi libertad valen más que mi estomago.
Haré lo que yo creo que es el reflejo de todos los niños de ahora, de antes y espero que no sea también el del futuro.
He buscado un fondo negro y en el centro dibujare en blanco la figura de un niño. Los niños deben ser la alegría y el futuro de la humanidad, por eso usare el blanco. Pero no será una figura cualquiera, quiero representar  a los niños ricos, a los que todo les ha sido regalado por la vida nada más nacer y también a los otros, los que no pueden ir a la escuela, los que trabajan a edades muy tempranas, los que son maltratados…
Para ello he pensado en una cabeza con dos perfiles, no serán simétricos. Uno con la barbilla elevada, rotunda, orgullosa y el otro la tendrá hacia dentro, hundida, humillada y es de suponer con la mirada baja. El brazo del perfil de niño rico estará relajado, indolente, pegado al cuerpo, no tiene que conseguir nada, todo se lo dan hecho y del otro solo se adivinara medio brazo para que imaginen la mano en actitud mendicante.
Aunque me lo han prohibido los editores, estoy decidido  poner a su lado la figura de una niña, las grandes olvidadas de la historia. Ya se me ocurrirá algo que refleje esa doble cara de la misma moneda.


LA HOJA VERDE.
Delante de mi ventana hay un árbol grande. Siempre ha estado ahí, pero nunca le he concedido demasiada atención. Salían sus hojas en abril y en junio ya estaban marrones por la contaminación. Eso era lo más que me acercaba a él.
Todo cambia en la vida y la del planeta, incluyendo la mía, anda en estos tiempos con actividad bajo mínimos. Quien no está en el hospital, está encerrado en su casa por culpa del maldito virus Cobi-19, se puede salir solo a lo estrictamente necesario, con guantes y mascarillas, por supuesto. Decíamos que los orientales eran exagerados porque las llevaban en los lugares públicos y ahora somos nosotros los que luchamos por conseguir una aunque sea a precio de oro.
Todo ha sido un desbarajuste, pero hacia un siglo que el mundo no se enfrentaba a algo tan terrible y la verdad no estábamos preparados.
Uno de estos días sentada en la terraza cerca del árbol, vi  al final de una rama pelada una pequeña yema. Al día siguiente la mire por casualidad y se había convertido en una hoja minúscula, entonces pensé: ¿Se hará ella grande como sus hermanas antes de que yo salga del encierro, o será al revés?
 Todos los días la veo crecer y también oigo el piar de los pájaros, eso estaría también antes, porque es primavera, aunque no lo parezca y la vida explota en todos lados, seguramente con el ruido del tráfico no los apreciaba. Ahora hay tan poco que el otro día vi a tres gaviotas paseando tranquilamente por en medio de la calzada como dueñas y señoras de la calle.
No sé cuánto tiempo más tendré que estar aquí recluida y sola, pero todos los días miro la hoja y le digo que no se haga grande hasta que yo pueda salir. Creo que me está escuchando porque no he visto desarrollo de una hoja más lento. ¿O es que nunca me había fijado?


UN HEREJE ACTUAL

Para que haya herejía debe haber trasgresión de dogma y en la sociedad “rica”  del siglo XXI no hay dogma que no se pueda trasgredir en nombre de la libertad de expresión.
Si contravenimos algún dogma de lo que sea. Religión cultura etc...enseguida se hacen chistes y mofas del asunto y salvo algunas horas en la cárcel, el “ hereje” sale dispuesto a seguir contraviniendo dogmas como el que se atusa el pelo y todo queda en agua de borrajas.
Por eso no encuentro ningún hereje, merecedor de este nombre actualmente, sino son aquellos que se saltan el dogma más sagrado, escrito hace mucho tiempo y que todos llevamos dentro: LOS DERECHOS HUMANOS.


domingo, 29 de marzo de 2020


CARTA DE PRESENTACIÓN  PARA SOLICITAR AMISTAD

Respetada señora. Hace tiempo que quería acercarme a usted para ofrecerle mi amistad. Vivo cerca y la veo entrar y salir siempre sola. Me traslade a este barrio hace cosa de un año y no cuento con ninguna amistad que nos pueda presentar. Por eso voy a cometer la osadía de presentarme yo mismo.
Me llamo Luis, tengo 75 años, estoy jubilado de la honrosa y muchas veces denostada profesión de maestro. Como usted, también estoy solo, mas agravada mi soledad al no ser vecino antiguo del Barrio. Por ahora bien de salud, aunque con las “goteras “propias de la edad. Me gusta la lectura, el cine, el teatro, en otro tiempo fui actor aficionado en una compañía. Me gusta hacer deporte, el que me va quedando, dar buenos paseos y sobre todo el mar. Nací en un pueblo de pescadores y ese olor a sal y algas lo llevo metido en el corazón.
No soy mal parecido, según decía mi difunta esposa, pero esa opinión no es imparcial, nos profesábamos un gran cariño.
No le aburro con más detalles. Si tira esta carta a la basura, lo entenderé, pero si se digna contestarme, seré el hombre más feliz del mundo.
La he seguido y se su dirección. Aquí le mando la mía
Espero con ansiedad su carta y me despido con la ilusión de poder ser su amigo
                      Luis


UN HEREJE ACTUAL

Para que haya herejía debe haber trasgresión de dogma y en la sociedad “rica”  del siglo XXI no hay dogma que no se pueda trasgredir en nombre de la libertad de expresión.
Si contravenimos algún dogma de lo que sea. Religión cultura etc...enseguida se hacen chistes y mofas del asunto y salvo algunas horas en la cárcel, el “ hereje” sale dispuesto a seguir contraviniendo dogmas como el que se atusa el pelo y todo queda en agua de borrajas.
Por eso no encuentro ningún hereje, merecedor de este nombre actualmente, sino son aquellos que se saltan el dogma más sagrado, escrito hace mucho tiempo y que todos llevamos dentro: LOS DERECHOS HUMANOS.


viernes, 13 de marzo de 2020


EL DESAMPARO        

El teléfono sonó una sola vez. Ésa era la señal. Había quedado con una amiga para escapar de esa cárcel, la peor de todas, la que te ata el alma, te anula como persona, te maltrata, pero de forma tan sibilina, que no te das cuenta de ello y poco a poco vas cayendo en el pozo donde dejas de ser tú.
Su marido era psicólogo, ella había sido su enfermera largo tiempo. Sabía de su altruismo, de su bondad y cariño que ofrecía sin límites a sus pacientes. Algunos, ya curados, volvían para tener largas charlas con él, pidiéndole consejo para tal o cual asunto.
Eso la enamoró, aunque con ella no era nunca así. Lo disculpaba pensando que, al trabajar para él, quería guardar las distancias. Por eso, cuando le pidió matrimonio, no se lo pensó y le dijo inmediatamente que sí. Creía que al dejar de ser su empleada el trato hacia ella cambiaria, tendría todo el amor, la comprensión y la delicadeza conque trataba a sus pacientes.
Pero se equivocó. Todo empezó a ir peor. No quiso que siguiera trabajando, él que siempre había defendido que el trabajo de la mujer  la haría libre.
Tuvieron una hija. Durante un tiempo ése fue su refugio pero terminó pronto. Su marido decidió que había que llevarla a una guardería para que no pesara sobre la niña, durante toda su vida, la influencia materna.
Lo acepto sumisamente. Aún estaba  enamorada de ese dios que ella misma había fabricado.
 Se volvió a quedar sola. Un día, rompiendo el silencio que reinaba siempre entre ellos, él  le habló con esa  voz cálida y envolvente que usaba con sus pacientes.
Le explicó que tenía un experimento en mente, que ya había empezado con ella. Era la persona idónea, no podía negarse. Quería escribir un libro sobre la total anulación de la mujer por un macho dominante, sin maltrato físico y sin que ella se diera cuenta de los escalones que, de tiempo en tiempo, iba bajando en su autoestima.  Naturalmente aceptó colaborar. Pensó que ella era fuerte y podría superarlo y, a la vez, le ayudaría en su  importante investigación. Aún no se daba cuenta del crimen que se iba a cometer en su persona. Sólo pensaba en recuperar el cariño de su marido, si este cariño alguna vez había existido. Sentía que de esa manera estarían más unidos y cuando acabara, si tenía éxito, serían un matrimonio normal, no el científico y su conejillo de indias.
Se dejó llevar. Había conseguido un poco de paz, su espíritu estaba más tranquilo.
Pero todo estalló cuando una amiga, a la que no veía desde hacia tiempo, la llamó para tomar un café y ponerse al día en lo que había sido la vida de ambas.
No podía salir sin permiso y sabía que le controlaba el móvil, pero las ganas de verla fueron mayores que el miedo y se fue.
En ese café, donde su amiga al principio no la reconoció, se dio cuenta del horror al que estaba sometida. No tenía que haberse prestado al experimento. Se lo contó todo. Idearon un plan, escaparía de allí con su hija.
El timbre del teléfono fue la señal. Bajó corriendo las escaleras, quería llegar a la guardería antes de que su marido la localizara, pero fue inútil. La niña no estaba. Sólo le entregaron un sobre a su nombre.
Temblando lo abrió y tuvo que sentarse para no caer. “Sé lo que estás tramando. No lo conseguirás. La niña y yo iremos a casa a la hora de siempre. Seguiremos con el experimento. Ya queda muy poco para acabar el libro y entonces seremos libres los dos”
De camino a casa pensaba que la única solución era una bañera de agua bien caliente y un cuchillo. Cuando la encontraran habría un gran escándalo. Ésa sería su venganza. El libro nunca se publicaría por ser un experimento con resultado de muerte. Ella sabía que había sido un éxito, pero todavía le quedaba algo de ese “Yo” que él creía anulado debajo de amenazas, ridículos, negaciones y oprobios, para llevar a cabo esa última decisión libremente.
Pero la verdad saldría a la luz. Cuando su amiga se enterara iría a la policía, lo contaría en las redes sociales, en las que era una experta y su caso se haría “viral”. El sacrificio no sería en vano, serviría para que otras mujeres no convirtieran al “tirano” en un Dios y supieran detectar en los primeros síntomas eso, que nada tiene que ver con el amor.









NOSTALGIA
¡Tan cerca estamos del mar y de ti
callada luna!
Es de nuevo verano. Hacía años que no volvía a esa casa en la que había sido
tan feliz. Pero quise hacerlo, lo necesitaba. Tenía que ser en noche de luna llena. Me
invade la nostalgia, todo me lo recuerda, pero esta noche mirando la luna le pediré que
me devuelva la paz que se llevó con él.
Era nuestro ritual en esas noches sin viento, luminosas, en las que los grillos se
quedan afónicos y las plantas levantan sus hojas para recibir el frescor que la
ausencia del sol les proporciona.
Noches claras de julio. Tumbados en la arena veíamos difuminarse los colores
hasta llegar a alcanzar todas las tonalidades del gris. Gris del mar, gris de la arena,
gris del cielo, nunca iguales. Si fuera pintora sabría expresarlo mejor pero no sé ir más
allá de ese color que nos unía en un deseo: ver salir ese disco amarillo, distante y frío.
Se anunciaba con su brillo sobre un mar al que acariciaba al seguir su camino por el
cielo.
Con las manos cogidas esperábamos su llegada que nos bañaba de luz. En
esos momentos todo quedaba en calma, hasta los grillos cesaban su canto.
El espectáculo era maravilloso. Con un nudo en la garganta nos dábamos
cuenta de lo insignificantes que éramos ante ese poder mágico que tienen las noches
de luna llena. Nos imaginábamos su cara redonda mirándonos, ese rostro tallado por
las rocas que la han golpeado desde el principio de los tiempos. Permanecía impasible
ante la pasión que despertaba en nosotros.
Los hombres antiguos hicieron de ella su diosa, Selene. Para nosotros era la
diosa del Amor, de esas noches de entrega en la que se fundían hasta nuestras almas.
Todo eso pasó, pero lo que no desaparecerá nunca es el poder de esa belleza
deslizándose sobre el Mar Menor como si fuera otro faro.
Aquella noche bajé a la playa, sola, como ella. Necesitaba consuelo y esperaba
encontrarlo allí. Sentía que esa noche tu espíritu vendría a fundirse con el mío como
tantas veces, pero unas nubes negras lo impidieron.
Tan cerca estoy del mar, de la callada, señorial y oculta luna, y tan lejos de ti.

domingo, 1 de marzo de 2020


               MI TALISMÁN

Es una piedra pequeña, redonda, gris con manchitas blancas, su tamaño como el de una moneda de dos euros, suave al tacto, fue moldeada por las olas en   Salobreña, es como cualquier otra piedra de playa pero tuvo la suerte de ser rescatada del anonimato por mi abuela, “Es la piedra de dar las gracias” me dijo. Todas las noches la acaricio entre mis manos y siento que siempre hay algo por lo que merece la pena vivir.

martes, 25 de febrero de 2020


DIARIO ÍNTIMO

             Lunes 17/ 2/ 2020
A las 9:30 yoga. Nadie ocupa aun el sitio de la compañera fallecida, duele todavía. Han venido a comer 2 de mis nietos, la casa huele a vida, risas, inocencia, juegos. Al pasar, el piano me llama, he decidido volver a acariciarlo, me lo agradece. Vuelta a casa, silencio transparente, rebotan en las paredes mis “buenas noches”.

Martes 18 /2 / 2020
Empezó regular. Supermercado, Corte Ingles. No me gusta ir de compras, hoy era necesario para la supervivencia: frigo vacio. Por la tarde, paseo con dos de mis hijos para esperar a mis nietas. Les llevo la merienda, sonrisas, guiños y abrazos. Clase de teatro, vivir otras vidas, entre palabras y versos. Vuelta al silencio.
Miercoles19/2/2020
Yoga. Doy gracias a mi cuerpo que aun acompaña a mi mente. En la peluquería hay una chica nueva, con ganas de agradar, me gusta. Toda la tarde de Literatura. En el Bazar desmenuzamos “El Dolor de los demás” para mí la ganadora. Después Espronceda, con él, vuelvo a ser joven. Vuelta al silencio, no de sonidos, sino de confidencias, caricias y sentimientos.
Jueves 20/ 2/ 2020
Por la mañana médicos. Algo nos recuerda que somos humanos. No he tenido tiempo de acariciar el piano. Tarde de literatura y teatro. Me han dado el premio de las Jornadas Carmen Conde. Partes de él viven en mis recuerdos. Clase de teatro. Salgo de mí para crear un personaje. Vuelvo al silencio no querido.
Viernes 21 /27/2020
Yoga. Dar las gracias por todo lo que te rodea, es el primer escalón para intentar eso tan difícil que es ser feliz. Tarde con amigas, partida de cartas. Pertenecer a un grupo refuerza tu autoestima. Acaba el día con teatro,” La comedia inacabada” de García Lorca. Magnifico como siempre. Vuelta a casa. Silencio.