LA DESPEDIDA
Escena
para dos mujeres, madre e hija.
La
escena se sitúa en un cuarto de estar de clase media. Hay dos butacones y entre
ellos una mesa en la que está preparado un servicio para infusiones.
Música
suave y nostálgica.
Las
mujeres están sentadas en los butacones. La tristeza se percibe en la escena.
Madre---
(la voz se le quiebra) Ya estoy aquí, ya acabó todo, será incinerado como quería,
nos llamaran. (Suspira) Hija, no tengo siquiera el consuelo de poder darte un
abrazo.
Hija----Mamá,
toma un poco de tisana. Te hará bien. Cuéntamelo todo. ¿Te reconoció? ¿Preguntó
por mí? ¿Estaba tranquilo? ¿Le dijiste que no me dejaron ir?
Madre---
Por favor hija, no me atosigues. Aquello era un horror. Médicos, sanitarios,
todos corriendo de un lado para otro. Los pobres no daban abasto. No cariño, no
me conoció, estaba sedado. Le cogí la mano y creo, o eso era lo que quería
creer, me la apretó por un instante. No pude darle el último beso, de tantos
aparatos como tenía puestos. Estate tranquila, no hemos podido estar con él,
pero lo han cuidado bien.
Hija---Mamá,
nos consolaremos pensando que ha muerto haciendo lo que quería. Hasta el día en
que le detectaron el virus, estuvo en su puesto en el hospital
Madre---
¿Te acuerdas cuando les decía a sus pacientes. Tu déjame tu cuerpo que yo te
voy a entregar toda mi alma? Pues eso hizo, entregar su vida por la profesión
que adoraba.
Hija---
¡Cuantos días en mi infancia y sobre todo en la adolescencia, lo necesitaba y
estaba en el hospital! Por eso decidí no ser médico como él, aunque ya sabes
que siempre fue mi ídolo. Pero en ese momento no entendía que otras personas lo
necesitaran más que yo.
Madre---A
pesar de todo, se multiplicaba para atendernos y los ratos con él, aunque
fueran cortos, los llenaba de tanto amor y ternura que no los cambio por otros
de días enteros juntos y vacios.
Hija---Tienes
razón, ha sido un padre maravilloso. (Sonríe) No sé cómo se las arreglaba, pero
nunca faltó a una función del colegio, a una reunión de padres…
Madre---Ya
solo recordaremos los buenos momentos que pasamos con él. Los malos, que
también los ha habido como en todas las vidas, esos ya no existen.
Hija---Tienes
razón mamá, tenemos que dar gracias por haberlo conocido y haber podido
disfrutar todos estos años con él.