viernes, 18 de noviembre de 2022

LA CORBATA

 

LA CORBATA

 

Él era ingenioso, con un gusto exquisito y  le encantaban los regalos sorpresa.

No le importaba pasarse una tarde en los grandes almacenes hasta encontrar aquel detalle que sobresaliera de los demás y que me provocaría un ¡¡OH!! Iluminando mi sonrisa y premiándole con un gran abrazo.

Son ya muchos años juntos y en pocas cosas teníamos opiniones distintas, pero en cuestión de regalos éramos la noche y el día. Los dos temíamos la llegada de los aniversarios, cumpleaños, Navidades etc. El por lo que tenía que fingir y yo por tener que pasarme  una tarde buscando algo que no encontraría, produciéndome un terrible dolor de cabeza y no digamos de pies.

Allí, en los grandes almacenes me encontraba esa tarde, con un gran mareo, después de haber dado varias vueltas, yo creo que por el mismo sitio, pues mi sentido de la orientación tampoco es para “tirar cohetes”. De pronto lo vi, un maniquí con una corbata que me llamó la atención, ahora que lo pienso no sé si lo que me gustó fue la corbata o el portador de ella. El caso es que la compré.

Llegó la fecha y como siempre nos juntamos toda la familia. Yo lo veía feliz, destapando regalos que habían sido de su agrado. Cuando llegó mi turno pensaba que esta vez si había acertado. Lo abracé y le di mi regalo. Quedé a la expectativa mirando su expresión y con una sonrisa me dijo: Es bonita ¿Pero la puedo cambiar?

¡Me quedé noqueada! Era como si me hubiera golpeado el campeón de los pesos pesados. Pensé en la tarde perdida, el dolor de cabeza, la gente hablando sin parar…

Cogí una rabieta  grandísima, mis hijos no me reconocían ¡Yo siempre tan comedida!

__Pues este va a ser el último regalo que te haga, le dije y salí  hecha una furia de la habitación.

La siguiente celebración estaba cercana y ya se me había pasado el enfado pero no quería dar mi brazo a torcer. Una tarde que había quedado con mi hija le propuse darle el dinero y que ella comprara mi regalo para su padre, eso sí, manteniéndolo en secreto. Le encantó la idea, es igual que él, se puede pasar una tarde entera, no comprar nada y salir tan feliz diciendo que solo había ido “a ver”.

Por supuesto el regalo fue un éxito, pero con el guiño y el abrazo me demostró que lo sabía. A partir de entonces lo hacemos así, los tres lo sabemos y los tres salimos ganando. El no tiene que fingir más acumulando cosas que no le gustan, ella se pasa una tarde de compras con mi dinero y yo… yo soy la mujer más feliz del mundo sabiendo que el regalo le va a gustar y sin pasar el martirio de una tarde en los Grandes Almacenes.

 

jueves, 17 de noviembre de 2022

El ultimo regalo

 

EL ÚLTIMO REGALO           

 

¡¡No me lo podía creer!! Toda la vida buscando la clave para poder abrir la caja de metal rojo brillante que me dio mi abuelo al sentir que su fin estaba próximo,  dijo que la tendría que encontrar a lo largo de mi vida, si sabia rodearme de las personas adecuadas. Entonces tenía 7 años y he pasado 50 buscándola.

Al principio era una obsesión, un mandato de la persona a la que quería y estaba muy unido, pero con los años se convirtió en un pasatiempo. En mis ratos libres recordaba sus aficiones, sus consejos, sus amigos, que eran muchos, pero sobre todo su bonhomía, su bondad de hombre empático y justo.

Un día me dijo: Las buenas personas que encuentres en tu vida, te darán la pista para llegar a la clave, debes rodearte de ellas y comparte el regalo que es poder despertarte cada día disfrutando de los placeres sencillos que la vida te ofrece.

Tantos años buscándola y siempre la había tenido delante de mis ojos. En una esquina de su foto había un corazón dibujado y debajo la palabra AMOR. Nunca le di importancia, pensaba que sería una dedicatoria a mi abuela, pero al teclearla en las letras de la caja saltó el pestillo. En el fondo había un papel doblado. ¿Qué mensaje, que ultimo consejo me habría dejado? ¿Sería válido en un mundo tan distinto al suyo?

Quería disfrutar del momento, con una calma tensa lo abrí, reconocí las letras de mi abuelo que bailaban ante mis ojos ayudadas por las lagrimas que no dejaban de caer.

El mensaje no podía ser más sencillo: Querido nieto, si al final has encontrado la palabra AMOR, es porque él ha anidado en tu corazón. Espero que hayas sido feliz. En esa palabra cabe toda una vida. No lo olvides nunca.

Te quiere tu abuelo

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viernes, 11 de noviembre de 2022

Elegir un camino

 

ELEGIR UN CAMINO

 

Hoy lo he vuelto a ver después de tantos años. Nos encontramos por casualidad, tomamos un café y charlamos añorando nuestro amor de juventud.

Yo elegí y ahora estoy sentada en una vieja silla, intentando que desaparezcan esos recuerdos. A mí alrededor solo veo miseria, soledad y tristeza.

La alfombra en la que descansan mis pies debió ser bonita, ahora está ajada, rota, sucia. En el techo hay una claraboya por la que entra un poco de luz. Unos animalillos desagradables me miran muy quietos desde una esquina de la habitación.

El tiempo nos corroe, nos rompe, nos ultraja por dentro y por fuera ya seas una silla, una alfombra o una persona y a pesar de todo soy feliz. Ha habido zancadillas, traiciones que no han podido conmigo, he sabido devolver los golpes. Yo también he dejado por el camino girones de inocencia y  he defraudado a muchos que me querían.

A mi derecha hay una mesa negra con un viejo tapete de ganchillo y encima una rosa fragante, hermosa, se cree segura y triunfadora de su entorno y no sabe que mañana sus pétalos decorarán la vieja alfombra.

En estos momentos pienso en Raúl, en nuestro último encuentro. Al volver a verlo muchos recuerdos que estaban guardados en un lugar de mi memoria tras una gran puerta, para que no salgan en las horas bajas y me hagan pensar que me equivoqué al elegir, me han removido por dentro.

Miro hacia la puerta, no espero a nadie pero es una forma de prepararme para lo que va a venir.

Yo elegí, pero cuántas renuncias, cuánta tristeza para llegar a esta habitación de paredes sucias con fotografías antiguas de personas que no conozco y que serán mis compañeros durante unas horas.

Ya noto las mariposas en el estómago, van a subir el telón y comenzará por enésima vez la obra que me ha dado fama.

Las luces de la sala están apagadas y sobre mí se derrama un potente foco que viene de la claraboya. El silencio es total, impresionante. Dejo de ser yo para entrar en la piel del personaje y dentro de dos horas  me la quitaré para dejarla con cariño en un perchero, como si de un viejo amigo se tratase.

Renuncié a mi amor de juventud y a cambio he vivido muchas vidas entre palabras y versos.

Al ver a Raúl se agolparon los recuerdos y me emocioné pensando qué hubiera pasado si recorro el otro camino. Pero al terminar la función y sonar los aplausos, éstos me convencieron de que escogí el camino correcto.