El relato tenia que acabar con la frase: María podía ver el futuro
LOS
FERIANTES
María
nació en una feria en medio del estruendo de los caballitos, las barquitas, los
tiros en las casetas y las noches de verano en los pueblos.
Sus
padres adivinaban el porvenir, o eso decían, en realidad la adivina era su
madre, con turbante, bola de cristal, cartas del tarot, un pájaro disecado en
lo alto de un palo, patas de pollo secas sobre unos libros polvorientos y una
mesa de camilla con tapetes viejos completaban el decorado.
De
ellos aprendió el oficio, pero los tiempos eran distintos. Su “trabajo” estaba
prohibido por las autoridades con penas de cárcel, por ser cosa de brujería con
la intervención del “maligno”. Decían los que entendían de estas cosas que en
porvenir solo lo sabe Dios y que a él no le gustaba que nadie tomase atajos.
Ella no
hacia ningún mal, al contrario, ponía esperanza y consuelo, donde solo había
frustración y dudas. Muchas veces hasta acertaba, pues las personas ponían todo
su interés en que se cumplieran los vaticinios, igual necesitaban a alguien que
los escuchara y les diera un empujoncito hacia sus deseos.
Al
estar prohibido, estaba oculto. Tenía la caseta detrás de la mujer barbuda, el
hombre más pequeño del mundo y algunos otros pobres desgraciados que se ganaban
el pan exhibiéndose como muñecos en un escaparate.
Esa
noche en plena sesión adivinatoria, una mano enguantada descorrió la cortina que hacía de puerta y
penetraron en la pobre caseta dos policías armados, dos grises, para
entendernos y con esa imagen corriendo la cortina, por primera vez, María podía
ver el futuro.