¡Qué
transparencia tiene la lluvia en el huerto!
Recta, afilada, continúa…;
El
cielo está más bajo. Se respira el gran aliento
Del mar.
¡Recta,
afilada, continua…, qué transparencia
Tiene la lluvia en el huerto.
CARMEN
CONDE
DE LA LLUVIA Y EL AMOR.
Solo es
lluvia mientras cae. Antes en la nube solo es vapor y cuando está en el suelo
esas gotas tan puras y limpias se transforman en ríos de barro, en corrientes
que arrastran la suciedad que encuentran en su camino.
El día
era gris, el cielo plomizo, una fina lluvia caía, sin prisas, sobre los
tejados. Los árboles del parque, agitaban las pocas hojas que todavía los
vestían antes de caer exhalando el
último suspiro del otoño. El suelo reseco la recibía y agradecido devolvía al
aire ese olor tan entrañable a tierra mojada.
Anochecía,
desde un sillón cerca de la ventana pensaba que esa lluvia se parecía mucho a
lo que había sido el amor en mi vida.
Al
principio todo era maravilloso. “Vivíamos en una nube” y al igual que las gotas
lo nuestro era puro y limpio. Solo es amor mientras esta en tránsito, desde que
se baja de la nube hasta que se convierte en algo oscuro, espeso, como ese
barro que veo ahora mismo deslizarse por el parque. ¡Nuestro parque!
¿Cuando
empezó todo a cambiar? No, no fue algo rápido, nos habríamos dado cuenta; un
día llegaron las mentiras y se instalaron a vivir entre nosotros, mentiras
pequeñas, sin importancia, retrasos, olvidos de citas, pero poco a poco fueron
haciéndose más y más grandes. Mis celos nos atormentaban.
Iban
desapareciendo de nuestro entorno, la comprensión, el cariño, la mirada
cómplice… Solo quedaba la rabia, los reproches y el miedo al fracaso, aprendí a
espiar sin ser vista, sin que se notara.
No
quería dialogo, temía lo peor. En mi imaginación envenenada por los celos, la
veía más joven, más guapa y sin que la despertara la tristeza amarga por las
mañanas. Todo era gris, como la lluvia sucia.
Pasamos
así nuestros últimos años. Yo acusando y él desmintiendo. Hasta que llego la
apatía que arraso lo poco que quedaba de las gotas cristalinas del principio.
Hace
poco se lo llevo” La muerte enamorada “como dijo el poeta. Cuando supe
reaccionar era tarde, me llamo a su lado, hablamos mucho con voz entrecortada
me dijo: No ha habido nunca otra, tus celos son los que han matado nuestras
ilusiones, quisiera tener más tiempo para explicarme y que comprendieras que
para mí siempre has sido aquella gota de lluvia limpia de verano.
Por eso
ahora mientras la miro caer tras los cristales, sé que su vida conmigo fue un infierno,
también que él me perdono, pero yo nunca podre perdonarme por haber ensuciado
la lluvia.