LOS
SENDEROS DE LA VIDA
He
perdido el camino que me lleva hacia ti. Después de años de soledad compartida,
ahora avanzo por sendas estrechas y oscuras entre matas espinosas que destrozan
aún más mi corazón. Así me siento y sé que tú no estás mejor aunque lo sigas
negando. En mis noches de cama solitaria oigo al otro lado de la puerta tu
llanto quedo, silencioso y te siento transitar por las mismas sendas oscuras y
tristes.
Yo no
tuve culpa del accidente, tú estabas allí. He intentado una y otra vez unirme a
ti, para salir del abismo negro en el que vivimos. Esta noche, por última vez,
intentaré romper la muralla de aire que nos separa. Tenemos que volver a vivir,
podemos cambiar el futuro juntos, no me rechaces, recuerda solo los momentos
felices y volveremos a estar en el camino ancho y soleado donde empezó nuestra
aventura de vida.
He
pasado despierto toda la noche. Estoy ronco de gritar suplicándote. Ya no puedo
más. Sé que pronto vendrán los hombres de blanco a ponerme una inyección para
que me calme, dicen que mis gritos molestan a los demás. Pero ¿Quiénes son?
Solo estás tú detrás de esa puerta que no me dejas cruzar.
Daría
con gusto mi mano derecha para no tener que escribirte esta carta. Creo que ya
no sé donde termina la realidad y donde empiezan los sueños. No te he vuelto a
ver desde el accidente pero sé que estas
detrás de esa puerta por la que deslizaré esta carta igual que todas las
anteriores esperando con ansiedad tu contestación.
Recuerdo
que en la ambulancia prometiste no abandonarme nunca. No has vuelto a mí desde
entonces. Echo tanto de menos tus palabras de amor, tus caricias, los sueños
que íbamos a compartir. ¿Por qué no me esperaste?
Si no
abres la puerta seré yo el que vaya a buscarte y esta vez los hombres de blanco
que me vigilan no podrán impedirlo.