jueves, 15 de diciembre de 2022

CUENTO DE nAVIDAD 2022

 

CUENTO DE NAVIDAD  2022

 

La anciana se sentó a contemplar el pequeño Belén que acababa de colocar, como  estos últimos años, encima de la mesa de camilla. Se fatigaba demasiado, ya no podía usar la habitación entera para que todo quedara perfecto y no faltara el gran Nacimiento, el mercado, en la alta colina el palacio de Herodes, el desierto con sus jaimas y muchos personajes moviéndose, dando la impresión de estar vivo.

Los recuerdos se agolparon en su ya debilitada memoria. Una niña miraba extasiada las manos  de su abuelo mientras este moldeaba el último pastorcillo que iban a poner en el pequeño Belén, eran los años oscuros de la posguerra, no había muchas cosas por las que alegrarse, por eso había decidido hacerlo, para encontrar una sonrisa en la cara de la pequeña.

Se acercaron a un barrio de la ciudad donde el capataz de una fábrica de ladrillos les había prometido un poco de arcilla para hacer las figuritas. El ultimo pastorcillo  estaba a medio hacer, no quedaba más material y la niña dijo que lo pusieran sin piernas entre la paja, que también les habían dado en la fábrica y así no se notaría.

Esa tarde los pintaron con algunos colores sobrantes de un amigo del abuelo que se ganaba la vida haciendo acuarelas y dibujos en una plaza y subastándolos luego entre el público presente.

La niña tenía cuatro años, ese era su primer Belén y pensó que no había otro más bonito en el mundo.

Paso el tiempo y ella seguía poniendo su Nacimiento de arcilla, algunas figuras que se habían roto, su madre las había pegado con miga de pan húmeda. Así sobrevivieron muchos años.

El escenario iba aumentando en figuritas, papel de plata, el que venía con los chocolates, papel de estraza, que ella pintaba de verde o de azul según sirviera para el suelo o el cielo, a este le pegaba estrellas plateadas.

En un portal cerca de su casa, una anciana vendía en verano palmas de jazmines y en invierno el negocio se transformaba en pastores, ovejas, El Niño Jesús, La Virgen, San José etc...Y sobre todo la castañera, esa figurita nunca faltaba,  como era la más cara, los niños tenían que juntar más monedas y el que la conseguía ya podía presumir de tener un Belén de lujo.

Eso hacia también la niña, guardando lo que le daban por  los recados y así poco a poco fue ampliándolo, pero siempre ponía las figuritas de arcilla, para ella la magia de la Navidad estaba en las manos de su abuelo.

Cuando se hizo mayor, siguió con su afición por los belenes llegando a pertenecer a la Asociación Belenística Nacional. Era requerida por los mejores establecimientos de su ciudad y las iglesias se la disputaban para esa decoración navideña. Cuando la contrataban solo ponía una condición: poner una figurita de las que le hizo su abuelo, esas que estaban pegadas con miga de pan.

Llegó un día en que no tuvo suficientes, buscó arcilla, ahora era más fácil, ella las modelaba  y pintaba con tal imaginación y buen gusto, que pronto fueron famosas, tenían algo antiguo que gustaba. Fue un gran éxito.

Creó su empresa a la que le puso el nombre de su abuelo y así seguiría contribuyendo todos los años a que la magia de la Navidad no se apagase.

La anciana sonrió mirando su querido Belén con las figuras que hacia tanto tiempo habían modelado las manos de su abuelo.

 

 

 

jueves, 8 de diciembre de 2022

INCIDENTE EN EL zOO

 

INCIDENTE EN EL ZOO

 

NOTICIA DEL DIARIO NOVEDADES

 

Esta mañana cuando empezaban a llegar los trabajadores al nuevo Zoo, cuya inauguración era hoy, se ha encontrado el cadáver de un hombre con una expresión de terror como si hubiera estado en el mismísimo infierno.

Y que lo digan. El que habla ahora soy yo, Manolo el “mañicas”,  un raterillo de poca monta que nunca tuvo suerte en la vida y mira por donde voy a ser famoso con mi muerte.

Todo lo referente al Zoo era un secreto, nadie sabía qué tramaban dentro, pero la ciudad estaba contenta pues atraería a muchos turistas. Los animales enjaulados y tristes son una poderosa llamada.

Pues pasó que cuando oscurecía me colé por una trampilla medio oculta en la alta valla que impedía ver el interior. Allí tenía que haber material del bueno para venderle a mi compadre y sacarme unos euros. Se acerca la Navidad y en mi casa estamos a dos velas en el verdadero sentido de la palabra.

Ya estaba dentro, la oscuridad era total, encendí mi linterna y lo que alcanzaba a ver ¡¡Estaba todo vacio!! Pero qué engaño era este? ¿Donde estaban las jaulas? ¿Dónde los animales? Seguro que los tendrían en algunos corrales sacándolos en el momento de la inauguración para que el impacto fuera mayor. Eso pensaba yo.

Pasé un buen rato dando vueltas, ya me iba cuando con gran estruendo oí echar los cerrojos, asustado corrí hacia la trampilla y también estaba sellada. Y ahí comenzó el infierno.

Luces que se encendían y se apagaban, sonidos de animales cada vez más cerca de mí. El suelo se transformó en algo pastoso por el que sentí deslizarse serpientes, las iluminaba con mi linterna y aparecían más. Salí corriendo de allí y tropecé con una tela de araña cuyos habitantes, molestos por el golpe, se apropiaron de todo mi cuerpo, eran asquerosas, no podía quitármelas de encima. De mi boca ya no salían gritos de socorro sino alaridos de terror. Me arrastraba por el suelo cuando un rugido espantoso sonó cerca de mi oído, eran varios leones que me rodeaban. Me quedé muy quieto, como dicen en las películas y pasaron por mi lado sin rozarme siquiera. Mi corazón iba ya a mil por hora tenía que encontrar la salida. Corrí y en mi aturdimiento caí a un lago, aquello parecía agua pero no lo era, me atrapaba, fui hundiéndome hasta que mis pies tropezaron con una cosa dura que se movía con rapidez, tenía delante de mí un cocodrilo enorme, abrió la boca y ya me sentía triturado por esos enormes dientes, cuando, sin motivo, la cerró y desapareció. Para entonces ya no era una persona sino una piltrafa humana.

De pronto una voz que parecía de ultratumba dijo: ¿No tienes aun bastante? Pues esto no es nada, prepárate para lo peor que te puedas imaginar.

Mi imaginación era muy grande. Un terror inmenso me impedía pensar, entonces algo cayó sobre mí que me hizo perder el sentido y ya no volví a despertar.

 No quiero irme del todo sin saber que pasó en realidad. Sigo leyendo la noticia y descubro que yo tenía razón, allí no había nada.

Esa noche estaban haciendo las últimas pruebas del novedoso Zoo virtual en el que siente el mismo terror que si estuvieras rodeado y te fueran a atacar animales reales, eso decía la publicidad,

Me voy con tristeza sabiendo que soy un mártir de  “Las avanzadas tecnologías” que a mí tanto me gustaban.