ELEGIR
UN CAMINO
Hoy lo
he vuelto a ver después de tantos años. Nos encontramos por casualidad, tomamos
un café y charlamos añorando nuestro amor de juventud.
Yo
elegí y ahora estoy sentada en una vieja silla, intentando que desaparezcan
esos recuerdos. A mí alrededor solo veo miseria, soledad y tristeza.
La
alfombra en la que descansan mis pies debió ser bonita, ahora está ajada, rota,
sucia. En el techo hay una claraboya por la que entra un poco de luz. Unos
animalillos desagradables me miran muy quietos desde una esquina de la
habitación.
El
tiempo nos corroe, nos rompe, nos ultraja por dentro y por fuera ya seas una
silla, una alfombra o una persona y a pesar de todo soy feliz. Ha habido
zancadillas, traiciones que no han podido conmigo, he sabido devolver los
golpes. Yo también he dejado por el camino girones de inocencia y he defraudado a muchos que me querían.
A mi
derecha hay una mesa negra con un viejo tapete de ganchillo y encima una rosa
fragante, hermosa, se cree segura y triunfadora de su entorno y no sabe que
mañana sus pétalos decorarán la vieja alfombra.
En
estos momentos pienso en Raúl, en nuestro último encuentro. Al volver a verlo
muchos recuerdos que estaban guardados en un lugar de mi memoria tras una gran
puerta, para que no salgan en las horas bajas y me hagan pensar que me equivoqué
al elegir, me han removido por dentro.
Miro
hacia la puerta, no espero a nadie pero es una forma de prepararme para lo que
va a venir.
Yo
elegí, pero cuántas renuncias, cuánta tristeza para llegar a esta habitación de
paredes sucias con fotografías antiguas de personas que no conozco y que serán
mis compañeros durante unas horas.
Ya noto
las mariposas en el estómago, van a subir el telón y comenzará por enésima vez
la obra que me ha dado fama.
Las
luces de la sala están apagadas y sobre mí se derrama un potente foco que viene
de la claraboya. El silencio es total, impresionante. Dejo de ser yo para
entrar en la piel del personaje y dentro de dos horas me la quitaré para dejarla con cariño en un
perchero, como si de un viejo amigo se tratase.
Renuncié
a mi amor de juventud y a cambio he vivido muchas vidas entre palabras y
versos.
Al ver
a Raúl se agolparon los recuerdos y me emocioné pensando qué hubiera pasado si
recorro el otro camino. Pero al terminar la función y sonar los aplausos, éstos
me convencieron de que escogí el camino correcto.
Que bonito, siempre sorprendes con tus relatos
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