viernes, 11 de noviembre de 2022

Elegir un camino

 

ELEGIR UN CAMINO

 

Hoy lo he vuelto a ver después de tantos años. Nos encontramos por casualidad, tomamos un café y charlamos añorando nuestro amor de juventud.

Yo elegí y ahora estoy sentada en una vieja silla, intentando que desaparezcan esos recuerdos. A mí alrededor solo veo miseria, soledad y tristeza.

La alfombra en la que descansan mis pies debió ser bonita, ahora está ajada, rota, sucia. En el techo hay una claraboya por la que entra un poco de luz. Unos animalillos desagradables me miran muy quietos desde una esquina de la habitación.

El tiempo nos corroe, nos rompe, nos ultraja por dentro y por fuera ya seas una silla, una alfombra o una persona y a pesar de todo soy feliz. Ha habido zancadillas, traiciones que no han podido conmigo, he sabido devolver los golpes. Yo también he dejado por el camino girones de inocencia y  he defraudado a muchos que me querían.

A mi derecha hay una mesa negra con un viejo tapete de ganchillo y encima una rosa fragante, hermosa, se cree segura y triunfadora de su entorno y no sabe que mañana sus pétalos decorarán la vieja alfombra.

En estos momentos pienso en Raúl, en nuestro último encuentro. Al volver a verlo muchos recuerdos que estaban guardados en un lugar de mi memoria tras una gran puerta, para que no salgan en las horas bajas y me hagan pensar que me equivoqué al elegir, me han removido por dentro.

Miro hacia la puerta, no espero a nadie pero es una forma de prepararme para lo que va a venir.

Yo elegí, pero cuántas renuncias, cuánta tristeza para llegar a esta habitación de paredes sucias con fotografías antiguas de personas que no conozco y que serán mis compañeros durante unas horas.

Ya noto las mariposas en el estómago, van a subir el telón y comenzará por enésima vez la obra que me ha dado fama.

Las luces de la sala están apagadas y sobre mí se derrama un potente foco que viene de la claraboya. El silencio es total, impresionante. Dejo de ser yo para entrar en la piel del personaje y dentro de dos horas  me la quitaré para dejarla con cariño en un perchero, como si de un viejo amigo se tratase.

Renuncié a mi amor de juventud y a cambio he vivido muchas vidas entre palabras y versos.

Al ver a Raúl se agolparon los recuerdos y me emocioné pensando qué hubiera pasado si recorro el otro camino. Pero al terminar la función y sonar los aplausos, éstos me convencieron de que escogí el camino correcto.

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