Relato sobre el cartel de La Mar de Músicas 2022
LA
FIESTA
No les
presté atención cuando entraron en el club donde tocaba con mi grupo. Estábamos
en plena actuación, los torsos desnudos y bien musculados, brillantes de sudor
por el esfuerzo y los focos. Nunca pensé
que fuéramos un reclamo erótico, puede que al principio sí, pero nuestra música
era buena y cuando comenzamos a tener éxito ya no importaba tanto la vestimenta
que sin embargo se convirtió en nuestro signo de identidad.
Cuando
terminó la actuación la pareja pidió verme a solas en el camerino, por supuesto
acepté, nos debemos al público, seguro que querrían una foto del grupo
dedicada, como tantas veces nos habían pedido, para exhibirla ante sus
amistades haciendo chistes sobre nuestros cuerpos.
¡Qué
equivocado estaba! Querían contratarme para una fiesta que iban a dar en un
barco fuera de puerto, me desagradó la
idea, pero la cifra del cheque era astronómica, no lo dudé y quedamos el
viernes siguiente por la noche. Por supuesto tenía que llevarme el tambor para
amenizar la velada, según me dijo la mujer con una sonrisa pícara. No debía
decir nada a nadie, ni tampoco el lugar, no querían curiosos llamando la
atención alrededor.
Cuando
llegamos al barco ya era noche cerrada y oscura, con un cielo negro en el que
brillaban millones de estrellas. Era un espectáculo magnífico
La cosa
empezó a torcerse cuando me dijeron que tenía que actuar con los ojos tapados
para dar más morbo a la reunión.
Pero
aquello no era una reunión de amigos, era una orgía en toda regla. Antes de que
me taparan los ojos pude ver hombres barrigudos y viejos, otros jóvenes con
mucha “pluma” y chicas, muchas chicas casi niñas con poca ropa y muy
dispuestas. Me instalaron en un escenario improvisado en la popa y empecé a
tocar, poco a poco los gritos fueron dando paso a los gemidos de placer, oí
restallar un látigo, aquella gente tenían que haber consumido de todo. Unas
manos suaves y otras gordas y fofas manoseaban mi cuerpo impidiendo que me
concentrara en la música. Quise quitarme la venda pero una voz me advirtió que
el castigo sería un latigazo, que disfrutara sin querer saber más. Eso hice, me
dejé llevar y por unos momentos me pareció que podía tocar el tambor como aquel
artista antiguo tocaba el piano.
Pasaron
las horas, yo estaba extenuado. En un descuido de mi vigilante me quité la
venda de los ojos y vi a mucha gente famosa, políticos, empresarios,
periodistas, artistas, hombres y mujeres, allí estaban todos disfrutando en una
orgia de sangre, alcohol, drogas y sexo.
Has
firmado tu sentencia de muerte idiota, dijo mi guardián y de un fuerte empujón
me tiraron por la borda. Sé que voy a morir por lo que he visto, estoy
demasiado tranquilo, seguramente efecto de la droga que me pondrían en la bebida cuando todo empezó
como una reunión de amigos, hasta he sonreído al pensar que cuando aparezca mi
cuerpo en la playa confundido con otros hermanos cuya pobre patera naufragó, se
quedarán perplejos viendo un cuerpo perfecto, bien cuidado y alimentado.
El
destino, siempre caprichoso, nos ha unido. Yo también vine en patera y moriré
ahogado, como miles de ellos, con la diferencia de que yo si he cumplido mi
sueño.
Un salto valiente en los argumentos que te inspiran
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