domingo, 22 de mayo de 2022

 Relato sobre el cartel de La Mar de Músicas 2022

LA FIESTA

 

No les presté atención cuando entraron en el club donde tocaba con mi grupo. Estábamos en plena actuación, los torsos desnudos y bien musculados, brillantes de sudor por  el esfuerzo y los focos. Nunca pensé que fuéramos un reclamo erótico, puede que al principio sí, pero nuestra música era buena y cuando comenzamos a tener éxito ya no importaba tanto la vestimenta que sin embargo se convirtió en nuestro signo de identidad.

Cuando terminó la actuación la pareja pidió verme a solas en el camerino, por supuesto acepté, nos debemos al público, seguro que querrían una foto del grupo dedicada, como tantas veces nos habían pedido, para exhibirla ante sus amistades haciendo chistes sobre nuestros cuerpos.

¡Qué equivocado estaba! Querían contratarme para una fiesta que iban a dar en un barco fuera de puerto,  me desagradó la idea, pero la cifra del cheque era astronómica, no lo dudé y quedamos el viernes siguiente por la noche. Por supuesto tenía que llevarme el tambor para amenizar la velada, según me dijo la mujer con una sonrisa pícara. No debía decir nada a nadie, ni tampoco el lugar, no querían curiosos llamando la atención alrededor.

Cuando llegamos al barco ya era noche cerrada y oscura, con un cielo negro en el que brillaban millones de estrellas. Era un espectáculo magnífico

La cosa empezó a torcerse cuando me dijeron que tenía que actuar con los ojos tapados para dar más morbo a la reunión.

Pero aquello no era una reunión de amigos, era una orgía en toda regla. Antes de que me taparan los ojos pude ver hombres barrigudos y viejos, otros jóvenes con mucha “pluma” y chicas, muchas chicas casi niñas con poca ropa y muy dispuestas. Me instalaron en un escenario improvisado en la popa y empecé a tocar, poco a poco los gritos fueron dando paso a los gemidos de placer, oí restallar un látigo, aquella gente tenían que haber consumido de todo. Unas manos suaves y otras gordas y fofas manoseaban mi cuerpo impidiendo que me concentrara en la música. Quise quitarme la venda pero una voz me advirtió que el castigo sería un latigazo, que disfrutara sin querer saber más. Eso hice, me dejé llevar y por unos momentos me pareció que podía tocar el tambor como aquel artista antiguo tocaba el piano.

Pasaron las horas, yo estaba extenuado. En un descuido de mi vigilante me quité la venda de los ojos y vi a mucha gente famosa, políticos, empresarios, periodistas, artistas, hombres y mujeres, allí estaban todos disfrutando en una orgia de sangre, alcohol, drogas y sexo.

Has firmado tu sentencia de muerte idiota, dijo mi guardián y de un fuerte empujón me tiraron por la borda. Sé que voy a morir por lo que he visto, estoy demasiado tranquilo, seguramente efecto de la droga que  me pondrían en la bebida cuando todo empezó como una reunión de amigos, hasta he sonreído al pensar que cuando aparezca mi cuerpo en la playa confundido con otros hermanos cuya pobre patera naufragó, se quedarán perplejos viendo un cuerpo perfecto, bien cuidado y alimentado.

El destino, siempre caprichoso, nos ha unido. Yo también vine en patera y moriré ahogado, como miles de ellos, con la diferencia de que yo si he cumplido mi sueño.

 

 

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