miércoles, 12 de julio de 2023

LA FLOR DEL HIBISCO

 

LA FLOR DEL HIBISCO

 

Se sorprendió mirando el cristal de la estantería que reflejaba el jardín donde un gran hibisco rosa dejaba caer sin tristeza, sus maravillosas flores sabiendo que al día siguiente serian sustituidas por otras y quién sabe si aún más bellas.

Hacía años que le había dado la espalda a la vida, un mal tropiezo, un desengaño, su manera de ser, todo eso metido en una coctelera y agitado (no batido, como decía 007) salía la persona que era ahora, oscura, amargada, sin tiempo para nada que no fueran reproches.

Tenía que haber actuado de otra manera, la culpa es mía, no entiendo a la gente, no me gusta la sociedad en la que me ha tocado vivir, esas y muchas más eran sus quejas con las que llenaba los días.

Pero ese atardecer, viendo la vida efímera de esa flor tan bella, empezó a pensar. Sintió que los remordimientos no sirven, nunca arreglan lo que has hecho mal, si acaso valen para que no lo vuelvas a hacer.

Con tristeza por el tiempo perdido en lamentaciones, salió  por la puerta del jardín que nunca usaba, hizo un gran esfuerzo mental para poder sentarse en el balancín que tanto le gustaba antes y donde creía que se habían gestado todas sus desgracias. Pero el balancín solo era un objeto, no podía haber influido en su decisión, como tampoco la música, la suave brisa de la noche o el cielo estrellado. Solo ella era dueña y responsable de sus actos. Se equivocó y lo había pagado con creces pero, ¿No tenía derecho como la flor del hibisco a renacer?

Llamaría a esa persona a la que tanto echaba de menos, no sería un perdón, si no un “vamos a vivir”. Cambiaria, había más vida y en ese instante al dejar atrás la pesada mochila con la que cargaba hacia años, comprendió que podía ser feliz.

2 comentarios:

  1. Como ella, deberíamos ser capaces de vivir el presente sin reprocharnos continuamente lo que dejamos atrás. Rectificar, si es posible, pero con intención de ser feliz y expandir esa felicidad día a día

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