UN VIAJE EN TREN
Los veo
pasar en perfecta formación en V como soldados obedeciendo al líder, todos
hemos visto en el cielo algunas aves que les entra el “gusanillo” de los viajes
migrando de un país a otro porque así lo ha hecho su especie desde siempre.
Los
humanos nos lanzamos a lo desconocido por necesidad, curiosidad o placer.
Me
gusta viajar sobre todo en tren en el que hago largos trayectos, casi siempre
por trabajo.
Recuerdo
que era otoño, amaneció un día gris plomizo como mi ánimo, iba a tomarme unas
merecidas vacaciones pero una llamada de mi jefe el día anterior urgiéndome
para que fuera al otro extremo del país por un tema inaplazable de negocios,
dio al traste con mis ilusiones, pero mirándolo en plan positivo iba a viajar
en tren gratis incluyendo dietas y hotel.
Para
distraerme he desarrollado una rutina y es esta, cuando llevamos ya unos Km me
levanto, siempre pido asiento de pasillo y como si buscara algo observo a los compañeros de vagón, me
convierto en un “ Sherlock Holmes” intentando solo con los datos que me aporta
su presencia, la manera de sentarse, su nerviosismo, su forma de mirar ete…en
qué trabajan, algo de su vida, sus intereses, yo pienso que rara vez adivinare
algo pero así me distraigo y pasan unos Km.
Me di
cuenta de que sin diferencia de edad casi todos llevaban el móvil en la mano,
unos jugando, otros hablando a voz en grito sin darse cuenta de que molestan al
resto solo para describir el paisaje: “Ahora unos árboles, allí a lo lejos se
ven unas casas” y cosas así, otros entrando en las redes con música de
bastantes más decibelios de los necesarios ¿no saben que existen los
auriculares? Al verlos sentí nostalgia de cuando en los trenes se leía, ahora
la comodidad del libro electrónico debía haber aumentado ese afán lector pero
no ha sido así, por eso me sorprendió tanto ver a una joven pasajera con un
libro en las manos, hacía rato que yo también había comenzado mi lectura.
Una de
las veces al levantar los ojos vi que la joven me miraba con interés, use mis
métodos con ella para “adivinar” algo pues era guapa, le gustaba leer y cuando
sus grandes ojos negros se alzaban del libro su mirada era profunda e
inteligente. En una palabra la chica me atraía.
En una
de las estaciones con parada la vi bajar, me acerqué a ella y valiéndome de la
ventaja de ser también lector le dije refiriéndome a su libro: Es muy
interesante, a mí me tuvo atrapado hasta el final, ella me devolvió una cálida
sonrisa y nos tomamos un café hablando de libros.
Cuando
dos lectores se reconocen lo hacen con júbilo porque los libros despliegan todo
su poder si confiamos en ellos.
Nunca
se puede saber cómo acabara un día que empezó mal, para mí acabo siendo un
viaje maravilloso. Llevamos veinte años juntos y nunca le he dicho que no había
leído el libro que ella llevaba en el tren, para que destrozar ilusiones si esa
pequeña mentira nos unió.
¡¡¡ Qué bonito !!! Me encantan las historias que acaban tan bien... aunque sé que tiene que haber de todo. (Cuida un poco los acentos; a veces cambia el significado)
ResponderEliminar