LA
CARTA PERDIDA
Ya soy
mayor y cuando se tiene una vida hecha de recuerdos reales o fabricados, no deben arreglarse nunca cajones olvidados mucho
tiempo, ni trasteros a los que no subes porque tus rodillas se quejan, debes evitar todo lo antiguo. Yo lo hice mal
eso marcó el resto de mi vida y me alegro.
Vivía
sola hacía mucho tiempo, no era la vida que había pensado para” el atardecer”
como dijo el poeta. Me sentía vacía y sin ganas de llenar ese hueco con
actividades que mi edad aun me permitía hacer. Parecía un animal abatido
lamiéndose las heridas.
Cuando
se fue mi compañero quemé todas sus cartas, los recuerdos de esa parte de mi
vida los iría hilvanando yo poco a poco y después de muchos años solo había en
ellos lo que deje entrar para tomar posesión de mi memoria.
Había pasado mala noche pues hacía tiempo que
el sueño me era esquivo, tenia calor y fui a un ropero antiguo por un abanico, entre la caja donde estaba y
el fondo apareció una carta, me quedé paralizada, se debió caer por detrás y no
la quemé con las otras, la cogí con manos temblorosas cayendo las lagrimas
sobre todo lo que había negado tantos años.
No sabía
qué hacer con ella, por la fecha era la definitiva. ¿Se ocultó por casualidad o
quedó ahí para mostrarme que mi vida había sido una gran mentira fabricada a
base de recuerdos cogidos aquí y allá pero muy lejos de lo que pasó en
realidad?
No me
atrevía a leerla, la sabía de memoria pero estaba escondida debajo de muchas
capas de negación y así fui idealizando todo aquel tiempo. Esa gran mentira me
impedía coger de nuevo las riendas de mi vida.
Pase
horas mirándola, sin atreverme a destrozar los recuerdos fabricados con tanto
amor y el resultado era lo que el mundo sabía de mí, pero no era yo.
Por fin
en un ataque de rabia la abrí y leí por
enésima vez su contenido pero sin “edulcorantes” tal como la escribió. Este era
el párrafo más doloroso:…”.No podemos seguir así, no hay terceras personas por ahora, pero estoy deseando encontrarla
para ser feliz por primera vez después de tantos años de celos infundados,
reproches y amargura con que fuiste llenando la mochila de mi vida, no te
guardo rencor, pero quiero vivir sin ti, sin tus gritos, sin tus reacciones
histéricas. Espero que comprendas y cambies para que puedas vivir en este mundo,
no en el que crea tu fantasía. No hemos sido felices, por
mucho que te empeñes en pensarlo y proclamarlo a los cuatro vientos, deja de
imaginarte cosas que no han sido y vive la realidad es la única forma de
plantarle cara a la vida, aunque esa realidad no te guste.
La
rompí en mil pedazos, solo ese párrafo describía claramente lo que había sido
nuestra vida que yo había destrozado porque la quería perfecta, tal como era en
mi imaginación.
Ese fue
el comienzo del cambio, gracias a esa carta olvidada he vuelto a vivir. Ahora
me muestro tal como soy y no idealizo el pasado. Nada puede ser perfecto, somos
humanos y como tales ángeles y demonios a la vez.