MENTES
ESTRECHAS
Desde
entonces, no encontramos mano de obra. Todo empezó al querer arreglar la casa
de mi abuela, me dio su consentimiento,
así estaría distraída hablando con los obreros, pero eso no era buena idea.
El
primer día discurrió con normalidad, ella se dejo ver poco, pero fue tomando
confianza y a la semana se presento donde estaban trabajando vestida con sus
mejores galas, toda de blanco y la piel un poco amarillenta por los años.
Algunos
obreros se desmayaron, otros salieron corriendo propagando el bulo del
fantasma.
Tampoco
era para tanto, no creo que haya otro espectro más cuidadoso con su vestuario y
su lenguaje.
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