AFRONTANDO
LOS HECHOS
No sabe
si será capaz de matarla, intentaba dominarse pero su corazón iba a
trompicones, la había descubierto hacia ya rato, no la perdía de vista, estaban
inmóviles como estatuas para no denunciar la presencia del otro, seguía con la
mirada fija en la cortina, ¡Eran tan rápidas! Se armó de valor cogió el espray
y la zapatilla como segunda arma y la roció sin piedad. Pero el bicho seguía
inmóvil, se acerco más y vio…lo que le había producido tanto desasosiego, una
mancha de chocolate que seguramente habrían dejado sus nietos. Después de
aquello ya no había escusa, tendría que graduarse la vista.
Un texto muy fresco que nos revela cómo la vida nos va dando avisos a través de las pequeñas cosas de cada día. De las tres posibilidades (rebelión, resignación y aceptación) parece que el protagonista ha escogido la mejor de todas (la última).
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