sábado, 30 de mayo de 2020


          EL HOGAR
Tengo 40 años pero no los aparento, soy de buen material y he estado bien cuidada. Pero lo importante no es lo que soy, ladrillos, cemento, hierro, de eso con mejor o peor calidad estamos hechas todas las casas. Pero somos mucho más, somos un hogar, en el percibimos sentimientos como amor, deseos, frustración, desengaños, en fin las emociones humanas buenas y malas. Por eso cuando los seres humanos entran por primera vez en una casa deshabitada hace mucho tiempo, sienten un recogimiento, una sensación de estar profanando algo intimo, esas palabras que han quedado en las paredes y que cuentan la historia de otras vidas.
Lo primero que sentí fue, cariño, humor, risas de niños, juegos. Había alegría. Más tarde, conversaciones de adolescentes, susurros, discusiones, enfados. Pero seguía sintiendo cariño. Poco a poco fueron apagándose las voces jóvenes, a las que oía solo de vez en cuando y entonces la alegría de los habitantes se desbordaba, eran felices juntos, volvían por unas horas a lo que durante muchos años fui yo, su hogar.
Quedaron dos voces unidas por los recuerdos y sentía que su amor seguía ahí, pero había cambiado, muchas veces no necesitaban hablar, porque que estaban unidos por algo que solo da el tiempo y el cariño.
Después de un verano, me extraño oír solo una, que vagaba como un alma en pena, recorriéndome entera, intentando sacar de mí, la felicidad perdida. Pasaron los años y me fui quedando grandes ratos sola, la voz que quedaba estaba retomando su vida, pero algunas veces hablaba con sus recuerdos tocándome con cariño.
 Llego un momento en que esa voz,  pasaba mucho más tiempo conmigo, que digo más tiempo, todo el tiempo, entonces sí que hablaba dando largos paseos de una de mis habitaciones a otra. Estaba como aturdida, algo había pasado que la obligaba a estar todo el día y la noche aquí. Organizo su nueva vida, la vi escribiendo un diario, que a veces leía en voz alta. Volví a escuchar las voces de los jóvenes de lejos y otra vez voces de niños también en la lejanía.
Ya desaparece de vez en cuando y me alegro. Quiero a esta familia y creo que he sido un buen hogar para ellos.

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