jueves, 4 de noviembre de 2021

ERROR FATAL

 

Aquella tarde paseaba como siempre ausente del mundo que se movía bullicioso a su alrededor. Era un hombre solitario, sin familia, ya rondando los 50 , con mal carácter y  poca empatía. Se sentía frenado por su gran fobia: El miedo a la oscuridad.

Durante el paseo un repartidor de publicidad le ofreció un folleto, lo cogió sin mirar y al no encontrar una papelera cerca, lo guardo en el bolsillo. Al llegar a casa  antes de tirarlo a la basura lo leyó por curiosidad. Se ofrecía un nombre y una dirección para quitar, en pocas sesiones miedos, fobias, manías etc...

Se paso la noche dudando. Era un barrio lejos del suyo, allí no le conocería nadie. ¿Qué podía pasar? ¿Qué no le gustara la sesión? Pues pagaría y nada más, pero ¿Y si podía desprenderse de esa losa que le asfixiaba desde niño?

Se echó al bolsillo la linterna que siempre llevaba y pilas de repuesto por si acaso.

Cuando llego a la dirección era casi de noche y estaba empezando a chispear. El edificio le pareció viejo, pero con solera, una de esas construcciones antiguas que se mantienen en pie de milagro. No encontró a nadie cerca para preguntar, se armo de valor empujo la puerta y entró. Encendió su linterna buscando un interruptor, no lo encontró y dando una batida de luz creyó estar en un zaguán del que partían unas majestuosas escaleras, de pronto, una ráfaga de viento cerró la puerta de golpe, intento abrirla pero estaba encajada, empezó a sentir pánico, esperaría a que  alguien entrara, pero fue pasando el tiempo, la luz de la linterna se fue debilitando, menos mal que llevaba las pilas, las cambiaria ya. Por las rendijas de la puerta entraba la amarillenta luz de los rayos, la tormenta arreciaba.

Estaba muy nervioso, las manos le temblaban y pasó lo peor que podía ocurrir, las pilas se le resbalaron y cayeron al suelo rodando hasta una baldosa mal encajada, perdiéndose allí.

Se apagó la linterna, el pánico se hizo más intenso, empezó a gritar y a dar golpes en las paredes sin resultado. Muerto de miedo se acurruco llorando en una esquina como cuando era un niño.

Con la luz de los rayos descubrió unas figuras rodeadas de un halo verde, que se acercaban muy despacio, con curiosidad, susurrando entre ellas. Se movían pero parecía que nunca iban a llegar, con lo que la agonía era aún mayor. Al fin creyó entender algo, una de las sombras decía: Hemos vivido aquí muchos años, ya es hora de irse, pero este no es de los nuestros, ¡Hay que echarlo! Todas las sombras se abalanzaron sobre él.

Los gritos, la oscuridad, la tormenta, el corazón desbocado…

Mientras, en la imprenta del barrio un hombre gritaba pidiendo ver al jefe, habían equivocado la dirección, esos anuncios repartidos por toda la ciudad estaban mal, sería su ruina, tenían que devolverle el dinero mas una indemnización por los clientes que hubiera perdido.

Cuando en los días siguientes acabó la demolición del edificio cuya dirección figuraba en el anuncio, encontraron entre los escombros el cadáver de un hombre con la cara distorsionada por una mueca de terror más allá de este mundo.

 

 

 

  

5 comentarios:

  1. Magnifico final.....creo que es lo único que no esperas

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  2. Conforme leía imaginaba q lograría curarse de su fobia. En cambio al final me sorprendes 👏👏👏

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  3. Espeluznante..... con la "fobia" que le tengo a los espíritus fantasmosos; lo he pasado fatal

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  4. Relato claustrofóbico y final inesperado.

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