A
MARIA, MI NIETA
La
noche era perfecta, uno de esos momentos en la vida que quisieras parar el
tiempo porque te sientes en paz contigo y con todo lo que te rodea.
El
escenario no se quedaba atrás, verano, un jardín, perfume de jazmines y de
todas la benditas plantas que abren sus flores en esas noches mágicas para que
nos demos cuenta de la belleza que nos
rodea.
Sentadas
allí estaban dos mujeres, una mayor y otra muy joven, ambas deleitándose con el
placer de la lectura.
Las
cigarras aún rozaban sus alas para deshacerse del calor, el día había sido una
dura prueba para animales, plantas y humanos.
Apagaron
la luz para poder disfrutar de otra maravilla, ese cielo despejado lleno de
luces formando dibujos que superaban cualquier imaginación.
Esa
noche compensaría por todo el tiempo que tendrían que estar separadas, siempre
la recordarían como una noche mágica, de confidencias, de acercamiento entre
dos generaciones muy distantes, pero allí estaban disfrutando de la noche y del
cariño que las unía.
Gracias
por concederme esos momentos, María, cuando la vida se te ponga cuesta arriba,
acuérdate de esa bendita noche en la que todo era paz.
Precioso relato. Incluso se pueden sentir los olores de la noche. !Qué buenos recuerdos de tantas y tantas noches en este mismo escenario! Los personajes van cambiando pero la paz y la belleza de ese entorno perdura a lo largo de los años.
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