SOLTAR
LASTRE
El
atardecer va cayendo, las sombras de las plantas se alargan, todo es paz y
tranquilidad, ella sentada en un cómodo sillón se deja llevar por esas
sensaciones, aunque no siempre fue así, su vida estuvo marcada por años de
estrés de los que culpaba al trabajo, pero su lucha era interna. De día
negándose a ser ella y de noche pidiéndose perdón por hacerlo.
El mundo en que la educaron ya no existía,
todo cambiaba demasiado deprisa, habían entrado elementos que mejoraban muchas
situaciones pero otros eran opuestos a
todo lo que le habían cincelado a golpe de palabras en el cerebro, en el que, sibilinamente se había introducido
también un” policía” que la castigaba cuando se salía de las normas establecidas
y sabía que ahora tendría que romper con muchas de aquellas normas que le
enseñaron como inamovibles.
Recordando
su vida le llegaban episodios de lucha, de justificación y al final esa
sensación de frustración por haberse sumado a la mayoría sin estar de acuerdo.
Algunos
recuerdos navegan por el espacio sin sombras añadidas pero otros vienen para
atormentar con las más negras.
Todos
encontraban normal llevarse folios, grapadoras y otros materiales del despacho,
a fin de cuentas se reponía al día siguiente y nadie pensaba de donde salía el dinero,
ella también lo hizo y esa noche como justificación pensó: Si me pagaran más…
Hubo
una manifestación muy necesaria según su entorno para defender la gestión pública,
la educación, la sanidad, como era natural fue y en sitio preferente, pero ella
tenía contratada una compañía de salud privada y sus hijos no iban a colegios
públicos. Esa noche su escusa fue: la salud es lo primero y en cuanto a la enseñanza...Le pillaba el
colegio tan cerca…
Esa
doble medida de rasero era lo que la tenía sumida en el estrés pero no sabía
aun la causa de su enojo contra todo y contra todos.
Sus
creencias la llevaron al límite, la atormentaban, estaba traicionando al Dios
en el que confiaba, al que de día con sus actos negaba y por la noche se dormía
rezando e implorando su perdón.
Pasaron
los años y llegó a la conclusión de que
algunas ideas nuevas mejoraban las suyas, pero tenía que haber defendido lo que
ella entendía como bueno, no supo hacerlo y en esa lucha fue perdiendo parte de
su autoestima, le costó descubrir la causa
pero por fin ahora era ella
misma gustara a quien gustara.
Vendrá
otro siglo con otras ideas y en el futuro también tendrán que luchar con esas
contradicciones y ese autoengaño que se asume para justificarlas.
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