miércoles, 18 de septiembre de 2019


OTRO AÑO MÁS EN EL CARMOLÍ     Verano 2019

Otro año más, Parece que fue ayer cuando cerraba la casa y acabo de llegar para ponerla en marcha de nuevo.
¡50 veces ya! 50 años han pasado ¡ Que jóvenes éramos!. Llegamos con dos hijos y al poco tiempo vinieron los mellizos. Ese verano fue un poco caótico, pero éramos felices. Yo creo que los recuerdos se acumulan formando montañas de afectos que, con el tiempo, los limpias de parte de la realidad, para convertirse en el ideal que tú querías que fuese. Hace 13 años que me falta mi compañero de toda la vida y esos recuerdos, buenos y malos, me hacen aferrarme a esta casa a la que mimo y cuido dentro de mis posibilidades.
Este invierno se ha muerto una vecina y amiga. Los hijos ya han puesto la casa en venta. Tiene que ser así. Ellos tienen su vida, sus ilusiones. Aquella siempre seria la casa de sus padres, pero no la suya. Al pasar he recordado con cariño, las noches de verano y las cenas en su jardín.
La casa de enfrente está cerrada, algo tiene que pasar o simplemente que nos hacemos mayores, mas achaques, menos ganas de movernos de un sitio. Pero da pena verla tan solo.
¡Cuántos niños había en esta calle! Ahora el silencio es absoluto, esta tarde, ni los perros de enfrente ladran, solo una tórtola pesada y machacona siempre con su mismo tu-tu tu-tu de todos los años. Sera otra, ellas también tienen que acabar, igual que todo, solo quedan cosas que pasan de una mano a otra. Sin nada llegas y sin nada te vas.
Las casas también pasan temporadas tristes, la casa de enfrente con sus ventanas cerradas encierra una gran tristeza, como ha estado la mía muchos años hasta que la vida te va empujando y aunque no quieras te arrastra a seguir viviendo y con el tiempo se agradece. ¡Se pierden tantas horas en la tristeza que luego no se recuperan!!
Este año me encuentro bien, ayer terminamos el teatro, me gusta actuar, el jaleo, los nervios, los ensayos, los compañeros. Todo eso es sentirse viva. Hoy estoy aquí sola, en silencio, hasta la tórtola se ha callado , es lo que necesitaba.
Estoy viendo una mariposa amarilla y marrón en una rama del hibisco. Es difícil ver mariposas, son tan frágiles. Desaparecieron del jardín las luciérnagas que a los niños les hacían tanta ilusión, apagaban las luces para buscarlas y al mirar al cielo quedaban entusiasmados con ese manto negro lleno de agujones blancos que nunca veian en la ciudad.
Se está bien aquí. Este año ha venido contenta, hay que disfrutar mientras la vida no nos diga lo contrario.


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