EL
GUANTE.
Esa
mañana había subido al desván, con mucho trabajo, pero había subido. No tenía
nada que hacer, llevo años jubilado y en mi Asturias del alma estaba lloviendo,
lo que me impedía ir a jugar la partida con los amigos.
Pensaba
buscarle a mi nieto unos libros de aventuras que a su edad me gustaron mucho.¡
Cuantos recuerdos acumulados en aquel desván! Me senté en la vieja mecedora
donde Laura, mi esposa, pasó sus últimos meses detrás de la ventana de nuestro
dormitorio mirando los manzanos desnudos, intentando recordar el aroma que creaban
en el huerto cuando, cuajados de flor, eran promesa de una buena cosecha.
Se fue antes
de que llegara la primavera y me quede solo. Los hijos habían emigrado a buscar
el trabajo que esta patria suya no podía ofrecerles. Mi hija y mi nieto en un
pueblo cercano, esperaban una llamada para marchar también.
Acerqué
la mecedora al viejo arcón donde guardo las cosas importantes de mi vida,
libros, retratos, cartas de amor y otros objetos que en su momento me dieron un
poco de felicidad.
Al
coger los libros lo vi en el fondo, sucio, mugriento, como lo que era, un
guante de minero, busque su pareja, pero no la encontré. Solo estaba para
triste recuerdo, el de la mano en la que, como a mí, le faltaban los dedos
anular y meñique.
Las
escenas de aquellos trágicos días surgieron de pronto en mi mente y como una
película antigua, fueron pasando imágenes de la huelga en la que reivindicábamos nuestros derechos,
mayor salario, jornadas más cortas, un trato más humano… y la policía enfrente
dándonos con todo lo que tenían. Me veo aupando la pancarta y gritando, pero no
oí el disparo que casi me deja sin mano.
Me
salvaron tres de los cinco dedos y así el guante quedo después, también mutilado.
Al cabo de los años con él en la mano, pienso que a todas las desgracias hay
que buscarles algo positivo, yo perdí los dedos pero conseguimos muchas cosas
que antes nos estaban negadas. Por eso he decidido hacer con ese guante la V de la victoria. Creo que lo voy a
enmarcar como símbolo de que, de las desgracias, siempre se puede sacar algo
bueno para poder seguir avanzando.
Muy bonito se puede aplicar a lo que estamos viviendo
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