EL
CHICO DEL CIGARRILLO
El
baile nos enardeció y como las manifestaciones de cariño en público estaban
prohibidas nos fuimos al callejón para que nadie vigilara nuestros besos, solo
la luna seria nuestro cómplice.
Pasó el
fotógrafo al que le pedimos que nos hiciera una foto, yo fumando y demostrando
quién mandaba con ese brazo por encima de su hombro y ella rendida la cabeza sobre
el mío. Yo serio , ella alegre. Faltaba una semana para irme a Alemania a trabajar, en el fondo yo no quería, me
gustaba el campo y la idea de una gran fabrica no era mi sueño, pero Lucia
quería salir de la oscuridad del pueblo.
Al
principio las cartas eran apasionadas, de amantes frustrados, lo que no
habíamos sido capaces de decir por vergüenza, allí estaba escrito en ese papel
que tanto trasmitía.
Pero
nada es para siempre, de esas cartas fueron desapareciendo los amantes y saliendo los amigos que siempre habíamos sido,
espaciándose hasta desaparecer, hace ya tantos años que no recuerdo quien corto
con quien, qué carta fue la que no llego nunca.
Hice mi
vida en este país que nunca considere el mío, la rutina como escusa me impidió
volver. Me casé tuve hijos y desilusiones.
Ahora
soy mayor y estoy solo con esta foto en la mano viendo la pared desconchada y
sucia como una premonición de lo que iban a ser nuestras vidas.
Hace
muchos años que guarde en el fondo de mi memoria estos recuerdos que tanto me duelen,
por eso es mejor no arreglar los cajones mucho tiempo olvidados, si queremos
mantener encerrado el pasado.
Amor, desarraigo, nostalgia, olvido, tristeza,..., emociones recogidas en este relato que resume lo que fue la vida de muchos españoles de hace más de medio siglo.
ResponderEliminarPrecioso relato.
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