LA MANO
Las
obras del convento no progresaban, el techo que cayó sobre las monjitas mientras
hacían dulces, estaba sin terminar y todo por una tontería: una mano salía por
una rendija y saludaba a los obreros al marcharse, dijeron que sería la de
algún Santo que les daba su bendición cada noche, por eso ralentizaban las
obras.
Las
monjitas viendo que no podrían terminar los dulces para Navidad, les
prometieron participar de las ganancias, a partir de entonces las obras
siguieron a buen ritmo y la mano siguió saludando con el anillo del capataz,
como siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario