LOS
AMOS DEL MUNDO
Los
ojos tristes de la pequeña prisionera fue lo que más llamó mi atención en
aquella visita a la gran compañía farmacéutica. Estaba sentada en una esquina
de la jaula con un plato de comida delante, no chillaba, no se movía, solo sus
grandes ojos negros y brillantes mostraban la vida que había detrás, la vida
que le habíamos arrebatado para convertirla en material de laboratorio. Me
acerqué con cautela, levanto su mirada hacia mí y poco a poco deslizo su
pequeña mano hacia los barrotes, en ese momento pensé que sonreía y me
perdonaba. ¿ Qué habrá sido de la pequeña chimpancé?
Que ternura y que pena, pobre monita adorable para tantos niños y adultos que hubieran deseado jugar con élla en libertad.
ResponderEliminarNecesario su cautiverio para proporcionar calidad de vida y salud, quizá a esos mismos niños y adultos que no le dieron ese cariño que merecía? seguramente... no lo se.
Ella tan joven, ya sabía lo que algunos hemos comprendido después de muchos más años...
La vida no es justa.