LA
BIBLIOTECA
Me
gustan los libros, su olor, su tacto, la imaginación me lleva por caminos de
personajes aun no conocidos que siempre pienso han sido escritos para mí, por
eso trabajar en una biblioteca era mi sueño ¡Vivir entre libros! ¡Hacer de
ellos mi mundo! Me prepare bien pero
estaba engañada con el trabajo, todo era burocracia, atención al público y ni
un momento para recrearte disfrutándolos.
Por eso
llamó mi atención aquel anuncio, necesitaban una persona para clasificar, tasar y ordenar una gran biblioteca particular, el
dueño había fallecido y sus descendientes querían saber el valor de los libros
antes de buscar comprador. El contrato era por un año, el sueldo bueno y no lo
dudé.
De
entrada la casa me sorprendió, estaba en medio del campo, era una palacete
bastante deteriorado del siglo XIX, tenia clase, se subía del jardín por unas
escaleras de medio círculo y desde arriba podía apreciarse lo que el tiempo y
la desidia habían hecho de él, árboles secos, parterres comidos por matas
impuestas por la naturaleza que había vuelto a recuperar su terreno.
Por
dentro la casa no estaba mal, habían habilitado el ala donde estaba la biblioteca
para mí, por las mañanas vendría una señora del pueblo para los quehaceres
domésticos y cocinar, el resto del día y la noche estaría sola con los libros.
¡Mi sueño hecho realidad!
Al
entrar en la biblioteca me sobrecogió un silencio como el de los monasterios.
¡Tantas palabras allí guardadas deseando que alguien las liberara de su
encierro!
Era una
habitación rectangular, suelo de madera con gruesas alfombras, sillones en
sitios estratégicos, lámparas cerca de ellos para una cómoda lectura que daban
una luz amarillenta como la de los cementerios, tuve la sensación de que las
palabras no estaban dormidas si no muertas al haber pasado mucho tiempo sin que
nadie se acordara de ellas.
Las
paredes estaban forradas de arriba abajo por preciosas estanterías, algunas
acristaladas, otras en forma de celdillas o cuadrados en lugar de la larga leja.
Olía a papel antiguo. Al abrir las contraventanas el aire se lleno de motas de polvo que giraban alrededor de un
pequeño rayo de sol que había osado entrar. Era un lugar magnifico, sería muy
feliz allí.
Me
dejaron una bicicleta para dar paseos por los alrededores o acercarme al
pueblo, nada me ataba al mundo de fuera, este sería el mío durante un año.
A la
mañana siguiente después de un abundante desayuno entré en mi “Castillo” como
lo llamaría a partir de entonces. Empecé a familiarizarme con los libros
pasando de un estante a otro hasta que llegue
a uno de los armarios acristalados, intente abrirlo pero parecía cerrado
con llave, por mucho que busqué no la encontré en ninguno de los cajones,
intrigada me acerqué y vi que contenía libros de cuentos antiguos, uno de ellos
tenía la cinta que señalaba por donde continuar la lectura.
¿Qué significaba esa cinta? ¿Habría en él algún mensaje?
Mi
imaginación no me dejo dormir esa noche, creé un sinfín de historias a cual más
rocambolesca, ¿Por qué y quien había dejado ahí esa señal?
A la
mañana siguiente, cuando llegó la señora de la limpieza, yo ya estaba
esperándola en la escalera y como si me fuera la vida en ello le conté que el
armario estaba cerrado y necesitaba la llave para empezar a trabajar.
Se
sorprendió diciéndome” En la biblioteca no se ha cerrado nunca ningún armario”,
efectivamente haciendo girar el pomo un poco más y presionándolo se abrió, los
años no perdonan ni a las maderas más nobles.
Con
temblor en los dedos y el corazón palpitando cogí el libro abriéndolo por donde
señalaba la cinta, un papel cayó al suelo, era del dueño de la casa y decía lo
siguiente” Mis ojos se van oscureciendo día a día, las letras bailan delante de
ellos, he vuelto a leer los cuentos que me llevan a mi infancia y hasta aquí he
llegado, quisiera que a mi muerte mis libros volaran haciendo felices a
aquellos en cuyas manos caigan”.
Esa
mañana ya tranquila empecé mi trabajo y recuerdo ese año como uno de los más
felices de mi vida.
Me ha gustado mucho el relato y lo bien descrita que está la biblioteca. Y es verdad que la lectura de un buen libro es de los mayores placeres que hay.
ResponderEliminarMuy bueno y como siempre el final sorprende
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