CERTAMEN
LITERARIO—Jornadas Carmen Conde Bario Peral
NOSTALGIA
¡Tan
cerca estamos del mar y de ti,
Callada
luna!
Es de
nuevo verano, hacía años que no volvía a esa casa en la que había sido tan
feliz. Pero quise hacerlo, lo necesitaba. Tenía que ser en noche de luna llena.
Me invade la nostalgia, todo me lo recuerda, pero esta noche mirando la luna le
pediré que me devuelva la paz que se llevo con él.
Era
nuestro ritual en esas noches sin viento, luminosas, en las que los grillos se
quedan afónicos y las plantas levantan sus hojas para recibir el frescor que la
ausencia del sol les proporciona.
Noches
claras de julio. Tumbados en la arena veíamos difuminarse los colores, hasta
llegar a alcanzar todas las tonalidades del gris. Gris del mar, gris de la
arena, gris del cielo, nunca iguales. Si fuera pintora sabría expresarlo
mejor pero no se ir más allá de ese color que nos unía
en un deseo, ver salir ese disco amarillo, distante y frio. Se anunciaba con su
brillo sobre un mar al que acariciaba al seguir su camino por el cielo.
Con las
manos cogidas esperábamos su llegada que nos bañaba de luz. En esos momentos
todo quedaba en calma, hasta los grillos cesaban su canto.
El
espectáculo era maravilloso. Con un nudo en la garganta nos dábamos cuenta de
lo insignificantes que éramos ante ese poder mágico que tienen las noches de
luna llena. Nos imaginábamos su cara redonda mirándonos, ese rostro tallado por
las rocas que la han golpeado desde el principio de los tiempos. Permanecía
impasible ante la pasión que despertaba en nosotros.
Los
hombres antiguos hicieron de ella su Diosa, Selene, para nosotros era la Diosa
del amor, de esas noches de entrega en la que se fundían hasta nuestras almas.
Todo
eso paso, pero lo que no desaparecerá nunca es el poder de esa belleza deslizándose sobre el Mar Menor como si fuera
otro faro.
Aquella
noche baje a la playa sola, como ella. Necesitaba consuelo y esperaba
encontrarlo allí. Sentía que esa noche
tu espíritu vendría a fundirse con el mío como tantas veces, pero unas
nubes negras lo impidieron.
Tan
cerca estoy del mar, de la callada, señorial y oculta luna, y tan lejos de ti. Mi
amor.
Rebosa íntima sinceridad y quietud
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