UN
JUEGO INFANTIL
Corría
y corría solo por el placer de hacerlo, de sentir las ramas de los árboles
cerca de mi cara, el suelo todavía un poco húmedo por la lluvia de la noche
anterior y ese aire perfumado que me traía tantos recuerdos. Tenía dos semanas de
vacaciones y el jardín de mi abuela era el sitio ideal para pasarlas. Allí
había de todo, pequeños animalitos que yo contemplaba extasiada y que poco a poco iban aumentando
mi colección. Hojas de arbustos de muy diversas formas y colores que guardaba
en los libros.
En
aquel ambiente casi mágico se desarrolló un gran duelo el año anterior; Con los
niños de los alrededores organizamos un campeonato de peonza, yo me presenté
con una que había sido de mi padre y estaba un poco estropeada, además no iba a
ganar ¡qué más daba! allí estaban las mejores trompas y los niños más hábiles
que yo conocía, una niña no tenía nada
que hacer. Pero se hizo el milagro y fui ganándoles la partida uno a uno; mi
trompa se movía como si tuviese vida propia y saltaba de mi mano para
girar, ante el asombro de todos, de una manera elegante, era como un baile, una
danza, la tirara como la tirara siempre caía de pie y siempre ganaba. Pero en
la última jugada con un ruido extraño se partió en dos, era como si de tan vieja
no hubiera podido soportar tanta gloria.
La
guardé en una caja y la enterré a la sombra de un gran árbol.
¿Qué
pasaría este verano? ¿Cuántas cosas maravillosas me ocurrirían? Eso iba
pensando mientras corría y corría solo por el placer de hacerlo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario