EL PASILLO
Ha
llegado el día, por más que yo en mis sueños infantiles pedía, suplicaba más
bien a todos mis amigos duendecillos para que no llegara; Pero el tiempo no me HIZO caso.
--- Ya
eres mayor! Me decían mis padres, puedes
ir a acompañar a tu abuela una semana.
Yo
quería mucho a mi abuela pero no a su casa, se había negado a venir a vivir con
nosotros y nos tunábamos para hacerle compañía.
Con mis
doce años recién estrenados, iba a pasar de nuevo el martirio de ese pasillo
largo, negro, con lamparillas en las paredes y retratos de los antepasados.
Estos eran ya viejos conocidos, pues mi abuela se había encargado de
presentármelos, pero no podía evitar el miedo que por las noches sentía al
tener que pasar por el pasillo “tenebroso”.
El
cuarto de baño estaba al otro extremo.
¿Quién no ha experimentado de niño ese cosquilleo por la espalda de tener que atravesar un pasillo oscuro y con puertas abiertas a los lados y haberlo recorrido a toda prisa, cantando o hablando para.sentir algo de compañía? Una sensación que no tendrán las nuevas generaciones al haber desaparecido los pasillos de las casas 😉
ResponderEliminarTus relatos casi siempre me hacen recordar situaciones de mi infancia y volver a éllas con total nitidez.
ResponderEliminarGracias amiga por estas excursiones tan bonitas que nos regalas.