LA
CALABAZA
¿Corría
yo detrás de la calabaza? ¿O era ella la que me seguía? Lo que sí recuerdo es
que íbamos cayendo por el terraplén que hay
al lado de mi casa, donde mi padre tiene un pequeño huerto, la dichosa calabaza
no quería salir y yo tiraba y tiraba con todas mis fuerzas hasta que por fin
salió y rodamos las dos cuesta abajo, trompicones , culadas, volteretas, hasta que
llegamos al llano, allí quedé sentada y allí quedó también la calabaza, pero cuál
no sería mi sorpresa cuando mirándome empezó a hablar, se parecía a las que tienen
los niños a primeros de Noviembre con ojos y boca pero con expresión agradable,
se quejaba de los golpes y lamentaba de su destino.
Pobre
de mí decía, siempre que me nombran los humanos no es para alabarme
precisamente, pues dan calabazas a los malos
estudiantes, a los enamorados no correspondidos y hasta hacía de regalo pobre
en un concurso de TV, otras veces me meten en una olla a cocer haciendo conmigo un potaje que tiene el
nombre de una etnia. ¡Ay ¡ ¡Ay! Cuantos
bultos me han salido de los golpes!
Yo
quería consolarla, le decía que también servía
para cosas buenas como transformarse en la carroza de Cenicienta,
entretener a los niños cuando sentados alrededor de ella a primeros de Noviembre,
contaban cuentos de miedo y lo mejor de
todo que el potaje ese estaba riquísimo,
pero no me hacía caso.
De
pronto, como por arte de magia fue tomando un color brillante y ante mis atónitos
ojos se transformó en una carroza blanca que me invitaba a subir y a dar un
paseo. Fuimos por las nubes y más arriba, te podías caer sobre ellas y no
hacerte daño, abajo se veía mi casa, el huerto…. y mi padre que corría
como un loco por el terraplén.
El
viaje por el cielo a bordo de la calabaza fue maravilloso, entrabamos y
salíamos de nubes negras, otras blancas como el algodón, había rayos
quietecitos y truenos con la boca abierta pero sin proferir ningún sonido.
Cuando
desperté estaba en los brazos de mi padre y con los ojos busqué a mi amiga la
calabaza, allí estaba toda destrozada y de verdad me dio pena…… Pero estaba tan
bueno el dulce que preparó mi madre con ella….que con el estómago lleno se
acabó la pena.
Desde
entonces miro a las calabazas con respeto sabiendo que tienen magia dentro y
que pueden transformar un gran golpe en algo tan maravilloso como un paseo por
las nubes.
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