sábado, 2 de agosto de 2025

LA CALABAZA

 

 

LA CALABAZA

 

¿Corría yo detrás de la calabaza? ¿O era ella la que me seguía? Lo que sí recuerdo es que íbamos cayendo por el terraplén  que hay al lado de mi casa, donde mi padre tiene un pequeño huerto, la dichosa calabaza no quería salir y yo tiraba y tiraba con todas mis fuerzas hasta que por fin salió y rodamos las dos cuesta abajo,  trompicones , culadas, volteretas, hasta que llegamos al llano, allí quedé sentada y allí quedó también la calabaza, pero cuál no sería mi sorpresa cuando mirándome  empezó a hablar, se parecía a las que tienen los niños a primeros de Noviembre con ojos y boca pero con expresión agradable,  se quejaba de los golpes y  lamentaba de su destino.

Pobre de mí decía, siempre que me nombran los humanos no es para alabarme precisamente,  pues dan calabazas a los malos estudiantes, a los enamorados no correspondidos y hasta hacía de regalo pobre en un concurso de TV, otras veces me meten en una olla a cocer  haciendo conmigo un potaje que tiene el nombre de una etnia.  ¡Ay ¡ ¡Ay! Cuantos bultos me han salido de los golpes!

Yo quería consolarla, le decía que también servía  para cosas buenas como transformarse en la carroza de Cenicienta, entretener a los niños cuando sentados alrededor de ella a primeros de Noviembre,  contaban cuentos de miedo y lo mejor de todo que el potaje ese  estaba riquísimo, pero no me hacía caso.

De pronto, como por arte de magia fue tomando un color brillante y ante mis atónitos ojos se transformó en una carroza blanca que me invitaba a subir y a dar un paseo. Fuimos por las nubes y más arriba, te podías caer sobre ellas y no hacerte daño,  abajo  se veía mi casa, el huerto…. y mi padre que corría como un loco por el terraplén.

El viaje por el cielo a bordo de la calabaza fue maravilloso, entrabamos y salíamos de nubes  negras, otras  blancas como el algodón, había rayos quietecitos y truenos con la boca abierta pero sin proferir ningún sonido.

Cuando desperté estaba en los brazos de mi padre y con los ojos busqué a mi amiga la calabaza, allí estaba toda destrozada y de verdad me dio pena…… Pero estaba tan bueno el dulce que preparó mi madre con ella….que con el estómago lleno se acabó la pena.

Desde entonces miro a las calabazas con respeto sabiendo que tienen magia dentro y que pueden transformar un gran golpe en algo tan maravilloso como un paseo por las nubes.

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