LA
MUJER DE LOS OJOS DE ARAÑA
Mis
abuelos tenían una casona en el campo que había pertenecido a la familia durante generaciones, me gustaba mucho ir a
verlos, eran cariñosos, imaginativos,
siempre contaban historias interesantes y sabían inventar ingeniosos
juegos. Delante de la casa había un precioso jardín con grandes macizos de tulipanes,
una rosaleda, enredaderas de colores, margaritas y todas las flores llamativas
y vistosas que te puedas imaginar, más alejado de la casa había un pequeño
bosquecillo de pinos, era un lugar mágico, allí se podía jugar a todo lo
imaginable: guerras, escondite, prendas… El día que coincidíamos todos los
primos, era una verdadera fiesta.
No os
he dicho que mi abuelo era pintor y le gustaba rodearse de colores, por eso
cuidaba tanto ese jardín que te hacía sentir como si estuvieras dentro de un
arco iris.
Por las
noches nos sentábamos los niños a su alrededor cerca de la chimenea, y nos
contaba historias de los cuadros que había pintado. Algunos no los sacaba en las
exposiciones y si lo hacía, era solo para enseñarlos al público no para
desprenderse de ellos, decía que había historias que solo él podía entender y
los cuadros tenían que estar con alguien
que llegara más allá de la pintura, a su
esencia, a su espíritu.
El fin
de semana era el cumpleaños de la abuela, nos desplazamos todos allí, gritos de
alegría, risas, juegos, había amor en la familia y se notaba, pero al entrar a
cenar encima de la chimenea había un cuadro nuevo, nuevo y terrible que acababa
de terminar, representaba a una mujer que tenía los ojos tapados con unas telas
como red de araña y sobre la boca una pegatina con labios cosidos. Se adivinaba que tenía que ser
hermosa, pero daba miedo. Muchas noches he soñado que se bajaba del cuadro y llegaba
hasta mi cama, profiriendo un silencioso grito de auxilio, llego a
aterrorizarme de tal manera que me negaba a entrar en el salón.
Al
enterarse mi abuelo una noche nos reunió a todos para contarnos la historia de
esa mujer. Había sido una de las mejores cantaoras de flamenco del mundo y le
encargo un retrato, cuando estaba casi terminado ocurrió un terrible accidente
que la dejo ciega. Ya nunca volvió a cantar, no solo había perdido la vista,
sino también las ganas de vivir. El
abuelo terminó el cuadro queriendo plasmar en él, el sufrimiento y la
desesperación de aquella pobre mujer.
La
siguiente vez que fui ya no estaba, pero no olvidaré nunca todo el dolor que
había detrás de los ojos de esa mujer araña.
Me ha gustado mucho la historia. Me ha transportado a esa casa tan llena de vida.
ResponderEliminarLa pintura como reflejo de la vida real, amplificado por los ojos y la imaginación de los niños.
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