LOS
MARES
He
intentado unir el final de la novela de Joseph Conrad, “El corazón de las
tinieblas” con el principio del Quijote de Cervantes, por medio de un relato.
Yo
levanté la cabeza. El mar estaba cubierto por una densa faja de nubes negras, y
la tranquila corriente que llevaba a los últimos confines de la tierra fluía
sombríamente bajo el cielo cubierto…Parecía conducir directamente al corazón de
las inmensas tinieblas y allá íbamos con todo el velamen desplegado como si
quisiéramos llegar cuanto antes al lugar donde el mar se levanta y eleva el
barco hasta las nubes. La tranquila corriente en la que nos mecíamos
desaparecería y quedaríamos abocados a un abismo azul que nos engulliría por
completo para más tarde escupirnos como manjar no deseado.
En
estos momentos es cuando echo de menos ese mar tranquilo, su azul turquesa, sus
atardeceres de ensueño, creo que por eso los dioses buscaron su morada cerca de
él. Solo se encrespa en otoño con los fuertes vientos de levante y a veces en
invierno parece que puedas caminar por él, terso como una alfombra.
Los
dioses protegieron su mar de las nubes negras, las olas como montañas
deslizantes, el frio gris y de esas corrientes que nunca sabes dónde te
llevaran después de hacerte pasar por el infierno.
No sé qué
hago aquí, en mi ignorancia llegue a creer que todos los mares eran iguales.
¡Qué error! Yo nací tierra a dentro y crecí enamorado de ellos en un lugar de
la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme.
Muy original y muy buena la conexión entre dos ideas que,aparentemente, no tienen relación entre sí.
ResponderEliminarBravo!!!
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