OTRO
AÑO MÁS
Se
acabó la fiesta, ha pasado otra Navidad. Las calles están tristes sin las
deslumbrantes luces, las personas van serias, rápidas a sus trabajos, a hacer
recados que tenían olvidados, de compras a las rebajas… ¿Dónde está tanta
felicidad deseada? ¿Donde el amor, el cariño o los buenos deseos? Ya nadie se
acuerda. Ahora hay que volver a la realidad hacer cuentas y exclamar ¡Dios mío!
¿Cómo he gastado tanto? ¿Cómo he comido tanto? Y tantos, tantos que se me
escapan porque cada uno tiene los suyos.
La
Navidad es un intermedio entre una alegría desbordada y desbordante, sin
acordarnos realmente que es lo que celebramos, simplemente la fiesta por la
fiesta ¡Todos a la calle! Y esa alegría, esos deseos muchas veces fingidos, se
caen de golpe, como la máscara de la risa en el teatro, cuando se acaba.
El frio
que no sentías esas noches tan largas en las terrazas te cae como un manto
pesado que ya no da suficiente abrigo y es como si dijera ¡todos a casa!
Sientes frio si no te han traído los regalos que te ilusionaban, frio si
alguien de tu familia enferma o muere, frio de sentir que no te quieren tanto
como machaconamente han repetido en las redes, frio de no llegar a fin de mes,
mucho más frio en la soledad, donde el corazón se encoge acrecentando en la
vejez el frio del invierno.
No veo
gaviotas desde mi ventana hasta ellas se han recogido en sus nidos ahítas
también de todos los restos que han podido comer estas fiestas.
Hasta
los arboles parecen más tristes, más pelados y de un feo marrón las pocas hojas
que les quedan.
Ahora
toca sobrevivir otro año, esperar las próximas fiestas, pero ninguna te hace
tan feliz como la Navidad, con la
familia, los amigos ausentes que regresan por unos días. Siempre hay que dar
gracias por haberlas vivido y acordarnos de que todo empezó como la vida, con
el nacimiento de un Niño que nos llena de alegría a todos, pero a mi entender
siempre sobreactuamos en la celebración de su cumpleaños.
Muy buena descripción de lo que, para mucha gente es la Navidad. Las comilonas sacian, las fiestas y reuniones sociales agotan, el tiempo de los regalos pasa y parece que todo se ha acabado, que no queda nada después de esos 15 días de vorágine. Sin embargo, el verdadero sentido de la Navidad, la verdadera alegría nos la da ese Niño que, ahora ya mayor y con barba, nos sigue guiando hacia la verdadera felicidad.
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