miércoles, 3 de abril de 2024

UNA VIDA FELIZ

 

UNA VIDA FELIZ

 

En el  último tramo de mi vida, como quien dice en el penúltimo escalón, pienso muchas veces en cómo ha sido. La biografía se confecciona de recuerdos que al sacarlos de su ambiente quedan a merced de lo que yo sienta por ellos.

Tengo la virtud de hacer desaparecer las cosas negativas, malas o problemáticas que hay en todas las vidas, por eso al hacer la valoración siempre me sale positiva.

Niña feliz de la posguerra, esa palabra “feliz” suena rara con tanta represión, tristeza y oscuridad de aquellos tiempos, pero así fue, mis padres lo intentaron por todos los medios y solo tengo para ellos palabras de cariño y agradecimiento, no sé como lo hacían pero a mi hermana y a mí no nos faltaba de nada, no había caprichos pero sí mucho cariño. Una de mis abuelas vivía con nosotros y fue una experiencia maravillosa y enriquecedora ¡Cuánto nos aportan los mayores, si los dejamos!

Mi infancia, como decía el poeta, son recuerdos de una plaza con arboles gigantes, que nos daban sombra en las ardientes tardes del verano. Había juegos de contacto, hoy les llamarían peleas, romances cantados al saltar a la comba o buscar la mejor piedra plana para jugar al tes –te, la rayuela para los finos, saltando a la “pata coja” aprendimos la coordinación y muchas más cosas que esa vida en convivencia nos aportaba.

Estudié una carrera en la época en que la mayoría de las mujeres se dedicaban a “sus labores” esa palabra nunca me ha gustado.

Me enamore, formé una familia con hijos preciosos por dentro y por fuera que me dieron nueve nietos.

Mi compañero del alma, otra vez el poeta, me dejo después de 47 años de feliz convivencia. Esos fueron los más felices de mi vida y doy gracias por ello, he sido afortunada en el amor.

Después de ese horrible suceso, tuve que reinventarme, no había pensado nunca afrontar esta última etapa sin mi querido compañero.

La vida me pasó por encima como a tantos otros casi sin darme cuenta, familia, trabajo, padres mayores, hijos que se ausentan por estudios... Ahora cada uno tiene su propia familia y yo me siento como un satélite muy querido, pero satélite al fin, dando vueltas alrededor de ellos, con el espíritu en soledad por la falta de mi compañero.

Doy gracias a la vida (poesía de nuevo) que me ha tratado muy bien y espero que lo siga haciendo en estos últimos escalones que estoy empezando a bajar, como decía al principio, de verdad me siento una privilegiada y todas las mañanas doy gracias por el nuevo día y por los días pasados en los que seguro habría algunas nubes negras, pero tengo la suerte de que solo me acuerdo de las cosas buenas.

 

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