LA
VUELTA
Ella
volvió la cabeza al sentir unos pasos, al verlo dio un grito y soltó la cesta,
las manzanas rodaron hasta los pies del hombre que sin dejar de mirarla a los
ojos tomó una y acercándosela a los labios la beso.
Fue un
beso apasionado, intenso, total, ese tan deseado por la mujer en sus frías
noches de soledad y ausencia.
Se
acerco despacio intentando rescatar el sabor de los labios del hombre en la
manzana pero no sabían igual, habían pasado los años, eran personas distintas y
no encontró los besos idealizados en las largas noches de insomnio.
Él
había vuelto derrotado sin encontrar la libertad que tanto ansiaba, pero ella no podía olvidar los años de
soledad, el sentimiento de culpa por no haber entendido que ambos necesitaban
su espacio.
Igual
que ellos, los besos habían cambiado al buscar desesperadamente ese sabor en
otras manzanas y otras bocas.
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