UNA
BUENA INVERSIÓN
El
prohibitivo tratamiento de mi nieto me producía noches de insomnio, sufría
viéndolo tan triste, contando los pelos que se le caían al peinarse,
definitivamente se estaba quedando calvo, pero yo no creía que fuese motivo
para dejar el trabajo, la novia y los amigos.
Viendo
negro el horizonte, busqué una clínica que hacia injertos a un precio más que
razonable. Todo iba bien hasta que aquello empezó a crecer y no había lana más
pura y virgen que su melena. Empezaron a
llegarle ofertas de marcas televisivas y se hizo más famoso que aquel del
vellocino de oro. Lo malo fue que solo decía “Beee”.
Sorpresivo. Te has permitido una licencia chistosa, je, je
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