UN
TRABAJO INCOMPRENDIDO
Ser
útil me hace feliz y a eso contribuye mi trabajo, el que han desarrollado las
mujeres de mi familia desde hace siglos. En mi pueblo perdido entre las
montañas y en los de alrededor era comentada nuestra entrega, cuando nos avisan
vamos sin importarnos el frio o la hora, somos felices ayudando.
Lo que
no me gusta de este trabajo, es la cara de susto del enfermo cuando entramos en
la habitación y tampoco el nombre que nos dan: “Las acabadoras”, pues igual que
se necesita alguien que nos ayude a nacer, nosotras ayudamos a morir,
deberíamos llamarnos “Las parteras de la muerte.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario