ESE OLOR
Su vida era rutinaria. Había
cumplido hacia años los 60. Tímido, introvertido, muchas mujeres le habían
gustado pero nunca se había atrevido a dar el paso.
Un día por el filo de la
puerta entro un sutil aroma de mujer y su corazón se abrió para no dejarlo
escapar.
Desde entonces bajaba las
escaleras parándose para oler en las puertas de los vecinos, por si era allí
donde vivía la que se había apoderado de su alma. No podía dormir y su espíritu
estaba inquieto. Era un martirio no poder encontrarla.
Una mañana el olor se hizo
más fuerte y corrió hacia la puerta para conocer a la que en sueños ya había
hecho su amante.
Casi se desmaya, al ver que
esa mujer, ese olor que lo enardecía y le hacía vivir era solo el ambientador
que en ese momento estaba echando la señora de la limpieza.
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