RECUERDOS
Recuerdo
las noches en la playa de Salobreña, cuando había luna. Las mujeres mayores del
pueblo se bañaban con unas batas negras, mientras los niños chapoteábamos a su
alrededor en esas aguas tan oscuras y bravas. ¡Si alguien nos hubiera visto
desde arriba le hubiera parecido un aquelarre!
Recuerdo
los sábados que venía mi tía de Murcia y siempre me traía cuentos de Mari
Pepa que llevaban muñecas recortables
con sus vestiditos. En esos años empezó mi afición por la lectura.
Recuerdo
las madrugadas del mar, sentada en una roca, con mi padre arreglando las cañas,
con cuanto amor preparaba la mía, pues era feliz viendo la alegría que brillaba
en mis ojos cuando algún pez de plata se enganchaba en ella.
Recuerdo
cuando mi madre iba a por mí al colegio y a la salida me compraba un
“Adoquín “de caramelo.
Recuerdo
un día de la virgen del Pilar en que una amiga celebraba una fiesta y allí
conocí al que iba a ser mi compañero y el culpable de muchos momentos de
felicidad a lo largo de los 47 años que estuvimos juntos.
La vida como colección de momentos entrañables. Imposible no tener recuerdos dolorosos a lo largo de los años, pero qué suerte poder decir que la balanza se inclina claramente hacia el lado bueno
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