EL
COLMO DE LA MALA SUERTE
Les voy
a contar las incidencias, que no desgracias, de mi viaje en tren hará cosa de
un mes.
Al ir a
sacar el billete me dijo el señor de la ventanilla que para hacer los 600 y
pico de Km que me separaban de mi destino solo había un tren que tardaba 12
horas, si, como lo oyen, pero como tenía interés en ir, saqué el billete y
pensé en los libros que tenia por leer.
Emprendimos
el viaje, cuando llevábamos unos cuantos Km quise tomarme un café y le pregunté
a mi compañero de asiento por la cafetería. La carcajada que soltó despertó a
los pocos que dormían en el vagón ¡Cafetería!! Este tren no tiene, ¿No se ha
dado cuenta de la bolsa que llevo? ¡Si solo me faltan las gallinas para estar
en el siglo XIX! Pensé bajarme en la primera estación, aunque parara poco
tiempo, siempre habría en el andén vendedores con los vasitos de plástico
preparados para aliviar el sueño de los viajeros.
Paramos
en andenes desiertos con estaciones cerradas.
Hicimos
28, si, 28 en algunas había intercambio
de viajeros, pero en otras solo existía el pequeño edificio casi en ruinas.
Tanta parada no nos daba tiempo a coger velocidad y el pobre tren, con escalones en el
interior, no podía pasar de 100 Km /h.
Me
empezó a dar hambre y pensé: Vale, un día sin comer limpia la sangre. No hay
mal que por bien no venga, pero mis compañeros no lo consintieron y
compartieron conmigo sus viandas.
No
hablemos del baño, ¡Uno para tres vagones! Allí había más cola que en la
primera vacuna de la Cobi.
Cuando
vamos por mitad del camino se para el tren en medio de la nada y nos dicen que
hay que bajarse porque se han roto un tramo de vía y el tren tiene que dar la
vuelta, Un autobús pasaría a recogernos para llevarnos a otro tren pasada la
avería.
Los
pasajeros pusieron el grito en el cielo. Yo pensé que no era para tanto así
estirábamos las piernas. Se hacía de noche y en
aquel páramo empezaba a hacer frio. No llevaba ropa de abrigo y
aproveché para correr alrededor de la estación en ruinas. Tampoco era plan de
irse lejos, con la oscuridad podían dejarte allí.
Llegamos
al final del viaje una hora y media más
tarde, pero hicimos grandes amigos, todo se puede mirar por el lado bueno.
No es
mala suerte es el tren Zaragoza-- Cartagena. El único que existe si no quieres
hacer transbordo y no solo de tren a veces hasta de estación.
Relato costumbrista que describe un ejemplo más de las dos Españas: la que tiene AVE y la que tiene una red ferroviaria del siglo XIX. Y luego está Cartagena, la ciudad de los mil proyectos, a la que ya hace años que no llega un tren decente.
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