miércoles, 17 de abril de 2019


CONCURSO DE LA UNIVERSIDAD DE MAYORES


Hay peces que se bañan en la arena
Y ciclistas que corren por las olas
Yo pienso en mí. Colegio sobre el mar
Infancia ya en balandro o en bicicleta.
CARMEN CONDE

Para la infancia no hay cosas imposibles.
Es verano, al atardecer el sofocante calor del medio día dará paso,  a la brisa del mar, fresca , olorosa, vivificante.
En ese lugar hay árboles centenarios,  grandes como gigantes, sus raíces parecen los brazos de un enorme pulpo que se aferra a la tierra porque se olvido del mar, al oír los cantos de sirena de los niños de esa plaza.
Con sus grandes hojas ellos se hacen coronas, uniéndolas unas con otras, y bandas que se ponen colgando de un hombro, metiendo en ellas sus pequeños cuerpos, de forma que se pueda colgar la espada de palos que ataran con un trozo de soga formando la cruz.
Ese es su mayor tesoro, por el que la noche anterior, desobedecieron las llamadas desde las casas cercanas, para buscar dentro del jardín los restos que el fuerte viento de lebeche del día anterior , arrojaran como si fueran restos de un naufragio  a los pies del pulpo.
El gran árbol ve cómo se van  transformando en los héroes de los “” tebeos””, intentando ser el mas valiente, el que encuentra el tesoro o el que rescata a la princesa.
Les ve jugar poniendo tanta pasión que se diría les va la vida en ello.
Sus juegos necesitan pocos materiales: hojas, palos, restos de flores que las vendedoras de la mañana olvidaron recoger y que servirán de cama a las muñecas “” recortables”” que compran en el carrillo de la esquina.
El árbol también observa cómo cambian los juegos con las estaciones, son cíclicos, sin previo aviso un dia las niñas bajaran las combas, saltaran y cantaran viejos romances que aprendieron de sus madres.
Los niños jugaran con pelotas de trapo, que las abuelas han ido formando durante el invierno , y volverán a sentirse héroes.
Con trozos de yeso dibujaran en el suelo líneas que tendrán que saltar como acróbatas, empujando una piedra plana, llevándola de un casillero a otro.
Son juegos sencillos, los mismos desde hace muchas generaciones, juegos de contacto físico,  de hablar para formar frases con algunas palabras “”difíciles”” , Jugar a las “pelis” , al “palico ingles, a las figuras etc…
El árbol lo ve todo a través de sus hojas y piensa que cuando sean mayores se irán de allí , lucharan por ser los héroes que soñaron de pequeños, y quizás algunas Navidades , con sus hijos, volverán a la plaza para ver el “ Belén”   que el protege con sus ramas y se acordaran con nostalgia de sus juego, sus amigos y de aquellos atardeceres en que era normal  que el pulpo estuviera en tierra  y que pasar con las bicis por los charcos fuera como cabalgar sobre las olas verdes y azules de su Mar Mediterraneo.
  

 MILAGROS MARQUEZ

1 comentario:

  1. Es muy bonito y evocador. Todos hemos tenido alguna plaza donde jugar

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